Aroa Moreno Durán: La hija del comunista

Lo factual y lo imaginado en la historia del exilio de un comunista español en la RDA y su hija

Reseña de Knud Böhle (Spanienecho de 23.02.2023), traducción de Pascual Riesco Chueca (Spanienecho de 18.03.2023)

1. Introducción

Un capítulo de la historia hispano-alemana poco conocido por el público alemán es el tema de la exitosa y premiada primera novela de Aroa Moreno Durán, nacida en Madrid en 1981: el exilio en la RDA de los refugiados republicanos, sobre todo comunistas, de la guerra civil. La novela, traducida a varios idiomas, se publicó en España en 2017; en alemán, apareció en 2022 en la excelente traducción de Marianne Gareis. [Nota: La reseña se basa en la versión alemana de la novela. En la presente traducción de la reseña, se ha utilizado para las citas de la novela la versión original en español (en la variante ebook)].

Esta revisión va más allá del alcance habitual de una reseña de libro, ya que se pregunta cómo se entrecruzan en la novela los hechos históricos y los hechos imaginados y en qué medida la propia novela contribuye a una mejor comprensión de las condiciones de vida e influencias de los emigrantes españoles y sus hijos. Dado que en la actualidad existe un corpus considerable de conocimientos históricos sobre los solicitantes de asilo españoles que vivieron en el exilio en la Zona de Ocupación Soviética de Alemania (SBZ) y luego en la RDA tras el final de la Segunda Guerra Mundial (véase el apartado 7 sobre literatura), se puede intentar dar respuesta a estas preguntas. La propia autora destacó en varias entrevistas su intenso trabajo de investigación (cf. Strode 2018; Alvite 2019; Whittemore 2021), por lo que cabe suponer que aborda la historia contemporánea con conocimiento de causa. Antes de poder abordar esta cuestión, es preciso esbozar el contenido y la estructura del libro, así como lo que históricamente se sabe sobre el exilio en la RDA.

2. Una primera mirada

La novela narra una doble historia de exilio: a un pequeño número de republicanos españoles, en su mayoría comunistas, que hubieron de huir tras la guerra civil (1936-1939) y no pudieron regresar a la España de Franco, se les concedió asilo en la RDA; para muchos, era su segundo o tercer exilio. En la novela, uno de estos comunistas se reencuentra con su mujer, venida desde España, y forma una familia en Berlín Este poco después de la fundación de la RDA. La familia tiene dos hijas, Katia y Martina. La primera nace en 1950, la segunda en 1953. Ambas crecen en la RDA. Katia, que es el centro de la historia, abandona su hogar en 1971: ello suponía una fuga, «Republikflucht» en la terminología de la RDA. Deja atrás su país, Berlín, su familia y sus amigos para empezar una nueva vida con un joven de Backnang, lugar próximo a Stuttgart. Así comienza la segunda historia de exilio, esta vez configurada como un relato Este-Oeste. Alemania Occidental no se convierte en el nuevo hogar de Katia; al contrario, la experimenta cada vez más como una exiliada foránea y no querida. Con el tiempo, esto la lleva a la depresión. El país y sus gentes le resultan cada día más hostiles, al tiempo que recuerda con nostalgia la patria perdida. Por añadidura, su decisión, que resulta ser irreversible, acarrea consecuencias devastadoras no solo para ella, sino también para su familia en la RDA. Se da cuenta de ello cuando visita a su familia en Berlín en 1991, tras la reunificación: se encuentra con un mundo roto. El desenlace queda abierto, pero un nuevo comienzo no parece del todo imposible.

Tres complejos de interrogantes, no infrecuentes en el género novelístico, desempeñan cierto papel en esta narración: las consecuencias imprevistas e imprevisibles de decisiones irreversibles, el entrelazarse de la gran historia (Guerra Civil española, Telón de Acero, Guerra Fría, construcción del Muro, reunificación) con la vida de los personajes de la novela, así como el ensamblaje de cuestiones como el origen geográfico, la patria, la extranjería, la integración y la identidad.

El libro consta de cuatro partes y un breve prefacio sin título. Los epígrafes son: EL ESTE (periodo 1956-1971), LA TIERRA DE NADIE (1971), EL OTRO LADO (1972-1990), VATERLAND (La tierra de mi padre) (1992). Las partes se subdividen a su vez en breves secciones, cada una con un título, un lugar y un año.

El periodo comprendido entre 1956 y 1990 es presentado por Katia como narradora en primera persona. El procedimiento elegido parece optar por la fijación de recuerdos con el propósito de autoafirmarse. La enunciación literaria no crea discurso dirigiéndose a un público anónimo, sino que remite a la propia autora, y quizá también a una persona conocida o de confianza. El yo va recordando aquello que hace aflorar el ejercicio de la memoria, y, como es bien sabido, ello no tiene por qué ser completo ni fiable. La narradora en primera persona reflexiona sobre el carácter selectivo de los recuerdos personales: «Hay una electricidad entre emoción y memoria: […] a mayor emoción, más facilidad de que un suceso pueda ser recordado. La emoción es el filtro…».

En la mencionada introducción, de dos páginas, y en la última parte de la novela, Vaterland, no es el narrador en primera persona, sino una voz narrativa más distanciada la que toma la palabra. Más concretamente: las acciones, pensamientos y sentimientos de Katia se relatan como si ella misma se observara desde fuera. Esto podría interpretarse como que la autora quiere mostrar que la protagonista es capaz de tomar distancia al final de la historia. Al final de la novela le sucede una página con una única frase:

Veintisiete años después de la caída del de Berlín, existen en el mundo más de quince muros con los que se trata de impedir el flujo de personas de forma violenta.

En la página siguiente figura un pasaje con el epígrafe «Agradecimientos», donde se nombra en primer lugar a Mercedes Álvarez y Núria Quevedo. Esta referencia es reveladora, pues ambas eran hijas de conocidos comunistas españoles (Ángel Álvarez Fernández y José Quevedo), y crecieron en la RDA. En una larga conversación, que se publicó como libro en 2004, ellas habían aportado información sobre sus vidas y la de sus respectivos padres (Álvarez y Quevedo 2004). Independientemente del libro, ambas personas fueron entrevistadas varias veces por investigadores sobre el tema del exilio en la RDA Su aportación en la entrevista ha merecido la atención académica (Drescher 2008, Denoyer 2011). Sin el encuentro con estas «hijas de comunistas», esta novela de Aroa Moreno Durán no habría existido.

3. Acontecimientos, experiencias y vivencias en la novela

La protagonista y narradora en primera persona, Katia, nació en Berlín Este el 21 de febrero de 1950. El registro de los acontecimientos de 1956 a 1991 sigue en gran medida un orden cronológico. Sólo esporádicamente se incorpora información de otros tiempos, de otros lugares y sobre otras personas.

Los padres de Katia son españoles que viven en condiciones de hacinamiento en su exilio en Berlín Este. Katia tiene una hermana, Martina, tres años menor que ella. Su padre, Manuel, es un comunista acérrimo y pro-Moscú, agradecido a la RDA por haberle concedido asilo. En cuanto a su posición política, la novela recuerda que el padre llegaba a enfadarse mucho cuando se trataba de la Ostpolitik alemana, a la que se oponía. Especialmente acalorada fue su indignación cuando Willy Brandt recibió el Premio Nobel de la Paz en 1970: «escúchame, Isabel, esto es el primer paso para el fin de todo en lo que creímos. El fin, Isabel, el fin».

A Isabel, la madre, le importan poco el partido y la política. Enseña a sus hijos a rezar y a entonar el mea culpa. Se niega a aprender alemán, está mal integrada, sufre mucho y vive el exilio como una extraña. Los detalles de la historia de los padres, especialmente la del padre, se tratarán con más detalle más adelante en el contexto histórico.

En los recuerdos de Katia están muy presentes las experiencias de control y vigilancia en la RDA, una atmósfera en la que cada palabra debe ser bien medida porque existe un peligro latente de delación. En la novela también se plantan deliberadamente huellas que más tarde pueden relacionarse con la actividad del padre como colaborador informal (Informeller Mitarbeiter, IM) de la Stasi. Katia recuerda un encuentro de la familia con españoles exiliados críticos de la RDA en Leipzig: «Solo papá dijo ―ya está, familia, debemos estar agradecidos a esta república―. Nunca más volvimos a verlos». Otro ejemplo: tras un encuentro en compañía de su padre con un peculiar exiliado español que impartía clases como profesor en la Universidad Humboldt, descubre que poco después éste ya no enseñaba allí.

El clima de vigilancia es palpable. También se alude sutilmente a la RDA como estado controlador en una escena en la que Katia está leyendo en clase la famosa novela de Anna Seghers La séptima cruz, que tiene escondida bajo el pupitre. Cuando el profesor le pregunta qué está leyendo, se encuentra precisamente en este punto de la novela:

Un miedo que nada tenía que ver con su conciencia; el miedo de los pobres, el miedo de la gallina ante el gavilán, el miedo ante la persecución del Estado. Ese miedo ancestral que indica a las claras quién es el Estado, mejor que las constituciones y los libros de historia.

A pesar de esta percepción de control y vigilancia, su principal punto de referencia ―antes de la erección del Muro e incluso después― es su pequeña familia, que mantiene por lo que parece escaso contacto con el mundo exterior, tanto con españoles como con alemanes. La familia es su hogar. A finales de los sesenta y principios de los setenta, se produce una apertura. Katia empieza a estudiar y ayuda a preparar el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. En este contexto, encuentra también una buena amiga, cubana, llamada Julia. Katia parece estar en vías de integrarse en la sociedad de la RDA.

En noviembre de 1969 aparece por Berlín Este un estudiante de Alemania Occidental, Johannes, de Backnang, que se interesa por ella y se mantiene en contacto con ella durante los dos años siguientes. En 1971, Katia deja atrás a su familia, sus estudios y su amiga, y «cruza al otro lado». Por ser más precisos: son unos especialistas en ayudar en las fugas, a sueldo (financiados por los padres de Johannes), quienes hacen posible su huida a través de Checoslovaquia y Austria hasta la República Federal.

Katia tiene dificultades para enfrentarse al nuevo entorno, que percibe crecientemente como extranjero y hostil. A ello se añaden los remordimientos. Cuando recibe la noticia de la muerte de su padre en una llamada telefónica hacia 1980, su sufrimiento aumenta aún más. Se arrepiente de su decisión irreversible. A pesar haber satisfecho las normas de Suabia (matrimonio y casa, dos hijos, dos coches), en su interior se aleja cada vez más de su entorno, se retrae, se deprime y pierde la iniciativa. Desarrolla una fuerte aversión no solo hacia la sociedad alemana occidental, sino también hacia Johannes, su marido y padre de sus hijos. Recuerda la RDA con añoranza creciente como una patria perdida. El 4 de octubre de 1990, fecha bien elegida por la autora, se divorcia de él, inmediatamente tras el Día de la Unidad Alemana.

Su camino de integración y su búsqueda de una identidad han fracasado. Katia está psicológicamente enferma. El bastidor compuesto por el fracaso de su construcción identitaria y sus sentimientos de culpa y su depresión explica, en la opinión del autor de esta reseña, la atribución de culpa que Katia hace a su entorno personal y a la sociedad de la República Federal de Alemania. La narradora en primera persona encuentra impresionantes hallazgos expresivos para evocar su falta de hogar y su depresión. He aquí algunos ejemplos:

«Si la guerra era fría, yo estaba congelada».

Ante la noticia de la muerte del padre, escribe: «Solamente dejó aquella información que, como una piedra, me hundió en un fango denso, en una cabeza desordenada para siempre, negro, oscuro».

En referencia a sus desganados retozos con el marido, ahora ya no amado, ofrece el siguiente recuerdo: «Dos cuerpos en contradicción. Johannes me agarró con fuerza. Nos abrazamos durante varios minutos. Y entonces todo sucedió con lentitud. Con demasiada lentitud».

La pérdida del amor y el distanciamiento hacia el marido los atribuye al hecho de «[que yo] guardara un frío rencor a Johannes por haberme arrancado de lo que fue mi vida».

Katia formula su desilusión de forma sucinta y punzante: «Johannes lo dejo todo por ti, Johannes que me quitaste todo. Johannes no existen fronteras, Johannes muro».

Cuando se divorcia, le vienen ideas nostálgicas y patéticas: «Yo era hija de un país antifascista, de un país que creía en la liberación, de un país presionado y empobrecido, rural y seguro, y, de alguna manera, tenía que rebelarme y marcharme de este otro».

Ella es consciente de que se trata de una «cadena de pensamientos desconectados», porque por entonces ya aquel país, la RDA, no existe.

Tras la caída del Muro en 1989, pasan otros dos años hasta que visita a su madre y a su hermana. En 1991, se produce el final en Berlín: nos enteramos de todo lo que ha sucedido desde que Katia se marchó hace veinte años, cosas totalmente ignoradas por ella. Su madre nunca ha asumido su marcha y ahora languidece en una silla de ruedas, cuidada por Martina. Al parecer, su padre fue detenido poco después, culpado por la fuga de Katia, y murió tras un largo encarcelamiento en una prisión de la RDA (en cualquier caso, después de 1981), siendo aún un comunista ortodoxo, aunque sin esperanza. Los archivos de la Stasi sobre su padre muestran que había estado espiando a otros españoles exiliados como colaborador informal de la Stasi desde 1962.

La historia termina en 1991. La última palabra de la novela es poyejali. Esta palabra rusa ya había aparecido en otro punto de la novela, cuando Katia abandona la RDA: «Poyejali, me dije. Igual que Yuri Gagarin a bordo del Vostok 1, me fui sin saber que, como el cosmonauta, tampoco encontraría a Dios al otro lado».

No se sabe con certeza qué significa esta palabra de despedida, colocada al final de la novela: tal vez un nuevo comienzo. Si se toma también en consideración la primera frase del prefacio de la novela, «Katia Ziegler destapa la estilográfica con la que ha firmado todos los documentos importantes de su vida», podría entenderse que el primer paso de este nuevo comienzo es escribir sus recuerdos.

Una vez expuestas las líneas principales de la trama, el siguiente paso es presentar brevemente el estado de la ciencia histórica sobre el tema de los refugiados españoles de la guerra civil en la RDA.

4. Refugiados de la Guerra Civil española en la RDA: un reducto

No fue hasta poco después del cambio de milenio cuando comenzaron los estudios científicos sobre el tema (Heine 2001). A este interés inicial le siguió un número considerable de trabajos académicos. Ya en 2012 se disponía de un nivel de investigación que permitía hacerse una idea general sobre la situación de los españoles exiliados en la RDA. Son diversos los enfoques y los interrogantes planteados en los trabajos, al igual que hay diferencias en los detalles. No obstante, se puede contar con una imagen de conjunto generalmente compartida.

En primer lugar, es importante distinguir entre dos grupos de españoles exiliados en el periodo 1945-1956. El primer grupo estaba formado por los españoles que se hallaban en la SBZ y en el sector oriental de Berlín tras el fin del régimen nazi en 1945, casi todos los cuales habían sido «soldados de la República en la Guerra Civil española» (Uhl 2004, p. 235). Entre ellos se encontraban por lo general los españoles que habían sido traídos a Alemania desde su exilio en Francia para realizar trabajos forzados y que, en su mayoría, habían tenido que trabajar para la industria armamentística (acerca de los trabajadores forzados en los campos satélite de los campos de concentración, véase Meerwald 2022 y la reseña sobre esta obra en Spanienecho). Tras la toma de Berlín, la Unión Soviética permitió a este grupo de personas regresar a Francia o a la Unión Soviética o permanecer en Berlín (Alted Vigil 2002, p. 143). Este grupo de personas podría ampliarse para incluir otros elementos, como trabajadores contratados voluntarios de la España de Franco o españoles pro-franquistas en suelo alemán. Se estima el tamaño del grupo en unas cuarenta o cincuenta personas (Eiroa 2018, p. 145) o unas pocas docenas (Kreienbrink 2005, p. 319).

El núcleo de este grupo, que se consideraba republicano y comunista, se constituyó a partir de 1947 en el comité de ayuda a las víctimas del fascismo llamado ERE (Emigración Republicana Española) (Uhl 2004, p. 236). Según datos de esta organización, en 1948 contaba con unos treintaicinco miembros (Kreienbrink 2005, p. 319). José Quevedo estuvo inicialmente al frente de la organización. Sin embargo, el SED y el PCE denegaron el reconocimiento del comité. Dolores Ibárruri, secretaria general del PCE por entonces, afirmaba en una carta muy citada a Wilhelm Pieck (Presidente del SED), con fecha del 9.9.1947: «Incluso los que estuvieron en campos de concentración y no fueron a Francia con los demás deben ser tratados con cautela. En cualquier caso, no podemos garantizar a ninguno de ellos. Por lo tanto, le rogamos que no recurra a esos españoles, porque no son políticamente fiables en absoluto» (usamos para la cita el texto de Poutrous 2004, p. 364). El ERE fue disuelto más tarde, en 1949. Posteriormente, se prohibió a los miembros de este grupo afiliarse al PCE o al SED, pero no se llegó a expulsar a ningún miembro de este grupo de la RDA (Drescher 2008, p. 36).

El segundo grupo de refugiados españoles de la guerra civil llegó a la RDA en 1950 como consecuencia de la acción policial denominada «Opération Boléro-Paprika», ordenada por el Estado francés en septiembre de 1950 y dirigida contra miembros de partidos comunistas extranjeros, especialmente del PCE. Fueron detenidas 292 personas de doce naciones, entre ellas 251 españoles. En el curso de la Guerra Fría, los comunistas españoles ya no eran considerados como una oposición antifranquista, sino como una quinta columna estalinista. «Al final, como resultado de la operación Boléro-Paprika, 176 españoles fueron detenidos y la mayoría puestos bajo arresto domiciliario en Córcega o Argelia. Pero treintaitrés de ellos fueron deportados inmediatamente a la RDA por el Ministerio del Interior vía Estrasburgo. Unos meses más tarde tuvo lugar la reagrupación familiar en Dresde» (Denoyer 2011, p. 98). La operación Boléro-Paprika ha sido descrita en varias ocasiones (Heine 2001, Poutrous 2004, Uhl 2004, Kreienbrink 2005, Drescher 2008; con particular detalle, en Denoyer 2017, pp. 29-100; Eiroa 2018 estudia el exilio de comunistas españoles en la RDA y otros estados socialistas tras el Telón de Acero).

En mayo de 1951, el colectivo de Dresde (término utilizado tanto por el PCE como por el SED) contaba con 85 personas: 31 hombres, 21 mujeres, 33 niños y adolescentes. A grandes rasgos, estos españoles fueron bien tratados en la RDA, se les dio trabajo y vivienda y se les reconoció como víctimas del nacionalsocialismo. El trato comparativamente bueno a estos exiliados comunistas debe verse también a la luz de la legitimación de la RDA y de su mito fundacional como estado antifascista. La lucha de los comunistas alemanes en las Brigadas Internacionales y las notables trayectorias de antiguos combatientes alemanes en España en la política de la RDA, y ahora la acogida en la RDA de antiguos camaradas de armas expulsados de Francia, son partes de un único relato (para una discusión detallada, véase Uhl 2004). En este contexto, Denoyer afirma que los «españoles fueron instrumentalizados por la dirección de la RDA, a veces en un grado considerable, con el fin de obtener cierta legitimidad y ganancia de prestigio a expensas de su presencia, tanto a nivel internacional como frente a su propia población» (Denoyer 2011, p. 102).

Sin embargo, estos españoles exiliados también estaban vigilados y controlados por el Partido Comunista de España, el SED y, en algunos casos, el Ministerio de Seguridad del Estado. No hay que olvidar que los miembros del colectivo de Dresde también estaban «estrechamente vigilados por los suyos» (Uhl 2004, p. 243). El mayor colectivo de españoles comunistas en el exilio estaba en Dresde. También había otro, más pequeño, en Berlín (Chmielorz 2016). En 1960 se fundó un tercer colectivo en Leipzig (Denoyer y Faraldo 2011, p. 194), que tiene menos interés aquí porque ya no se trata de refugiados de la guerra civil, sino principalmente de estudiantes «que habían cumplido condena en prisión en España por motivos políticos» (Kreienbrink 2005, p. 324).

Hasta 1968 se puede hablar de una estrecha cooperación entre el PCE y el SED. Tras la Primavera de Praga y la invasión de Checoslovaquia por el Pacto de Varsovia, las relaciones entre el PCE, ahora eurocomunista, y el SED, leal a Moscú, se deterioraron (véase Denoyer y Faraldo 2011, pp. 190-197). Este conflicto provocó tensiones en el seno del PCE, expulsiones de partidos y fundación de nuevas formaciones. También dividió a los colectivos de exiliados españoles en Dresde y Berlín, en los que la mayoría de los miembros seguían defendiendo la ortodoxia prosoviética y condenaban la línea oficial del partido de Santiago Carrillo. Esta disputa dificultó la convivencia en los colectivos (Denoyer y Faraldo 2011, p. 194 y ss.). Una parte ya no hablaba con la otra y las personas se evitabam (Drescher 2008, pp. 63-68; para el colectivo de Berlín, Chmielorz 2016). El Ministerio de Seguridad del Estado, MfS, también controlaba y observaba a los miembros de los colectivos con la ayuda de colaboradores españoles no oficiales (Denoyer y Faraldo 2011, p. 96). «El distanciamiento definitivo entre el SED y el PCE tuvo lugar en 1973, cuando el gobierno de la RDA estableció relaciones diplomáticas con la España franquista» (Denoyer y Faraldo 2011, p. 197).

5. La historia en la novela, y la disciplina histórica

5.1 Lo que se nos dice del padre

Katia no sabía gran cosa del padre: «Pero papá no contó nada porque nadie preguntó». Con motivo de cumplir dieciocho años su hija, la madre le proporciona algunos datos clave sobre la historia familiar. En 1936, el padre se fue a la montaña como voluntario en la Guerra Civil española para luchar por la Segunda República española contra los sublevados. En el verano de 1937, reapareció en el pueblo durante tres días; se casaron: «En nuestro relato familiar, lo siguiente es mi padre en el treinta y ocho saliendo de España y llegando a Moscú». Allí se convierte en «un pequeño comisario de provincias» (sea esto lo que se quiera, KB). En 1946 abandona la URSS y se traslada a Dresde (SBZ), donde comienza a aprender alemán. La madre de Katia sigue a su marido al exilio en 1946, dejando atrás la España franquista con arriesgados expedientes. «Mis padres se encontraron en Dresden… en una pequeña comunidad de españoles». Consiguieron alojamiento y trabajo gracias al Partido. La madre de Katia deseaba entonces «que papá se alejara del partido» y consecuentemente impulsó el traslado a Berlín. Katia vino al mundo allí en 1950 y su hermana Martina tres años después. La mención de la «historia familiar» implica sin duda la posibilidad de que no todo lo que dice la madre de Katia sea cierto.

De la literatura sobre el exilio de los refugiados españoles de la guerra civil en la Unión Soviética se sabe que al final de la guerra civil en marzo/abril de 1939 (no en 1938) unos 1.000 españoles, en su mayoría pertenecientes o cercanos al PCE, fueron acogidos por la Unión Soviética. La mayoría de estos refugiados solo pudieron abandonar la URSS tras la muerte de Stalin. Sin embargo, en un estrecho intervalo temporal en torno a 1946, a algunos españoles se les permitió ir a Francia o América Latina (Alted 2002, pp. 131, 138ss., 143; y Lister 2005, p. 301). No hay indicios de que ninguna de estas personas fuera a la SBZ.

A tenor de lo indicado en la bibliografía, parece muy poco probable que un miembro del Partido Comunista de España, que había pasado ocho años en la URSS y no hablaba alemán, decidiera ir a Dresde en 1946, antes de que se fundara la RDA. El colectivo de exiliados de los comunistas españoles en Dresde al que se alude no existía en aquel momento; sólo surgió a raíz de la operación Boléro-Paprika en 1950/51. La decisión de trasladarse de Dresde a Berlín, siguiendo los deseos de la esposa, porque no apreciaba la proximidad de su marido al partido, supone también un grado de libertad de elección por parte del individuo bastante improbable. Es difícil imaginar un simple cambio de residencia sin la aprobación del SED y el PCE. La novela tampoco establece ninguna relación entre el traslado de Dresde a Berlín y el pequeño colectivo de comunistas españoles que existió en Berlín a partir de 1950/51.

Por lo tanto, Moreno Durán ha construido una biografía del padre muy atípica, por no decir imposible. Se mezclan los datos sobre los españoles exiliados que vivían en suelo alemán antes de la fundación de la RDA y los que llegaron a Dresde en 1950/51 con la Operación Boléro. Hubiera sido fácil para la autora proporcionar una biografía históricamente más realista del padre, por ejemplo, como refugiado de la guerra civil que, tras un primer exilio en la URSS (1939-1946), llegó a Francia en 1946, para ser deportado a la RDA en 1950 como consecuencia de la Operación Boléro, agregándosele su esposa al año siguiente.

5.2 La aparición en la novela de José Quevedo, el profesor De Vega

La persona del profesor español De Vega en la Universidad Humboldt de Berlín merece especial atención para comprender el encuadre histórico que la autora hace suyo. De él sabemos que estuvo del lado de la República española, huyó de la España franquista y abrió una librería en Berlín ―ya en la época del nacionalsocialismo― y colgó en ella un retrato de Franco para engañar a los nazis. Poco después de conocer a Katia (en 1971) y a su padre, de quien el lector se entera más tarde que espiaba a otros españoles exiliados, De Vega deja de dar clases en la universidad.

En la persona de este conferenciante se adivina la de José Quevedo, bien conocido por los historiadores (cf. p. ej. Uhl 2004, p. 236ss., Drescher 2008, p. 37), de cuya vida hizo su hija Núria Quevedo un relato detallado y fascinante en 2004, en conversación con Mercedes Álvarez (Álvarez y Quevedo 2004). José Quevedo es conocido como dirigente de la Asociación de Emigrantes Republicanos y Comunistas ERE (véase más arriba), fundada en 1947. Fue miembro del PCE en España y fiel soldado de la aviación. En 1939 tuvo que huir de España, pasó por varios campos de internamiento franceses y luego trabajó en la industria armamentística alemana en Berlín de 1941 a 1945 (como muchos refugiados de la guerra civil deportados de Francia o reclutados a través de la organización Todt). En su apartamento de Berlín tenía una foto de Franco encima de la cama. Después de la Segunda Guerra Mundial, concretamente en 1952, trajo de España a su mujer y a su hija Núria. Para entonces ya había abierto la «Librería Internacional Quevedo». En la Universidad Humboldt dio clases a través del gran romanista Werner Krauss (a quien Hans Ulrich Gumbrecht dedicó en 2002 un memorial muy sensible y conmovedor). Quevedo enseñó en la HU hasta 1954. Entonces, sin embargo, se solicitó a Dresde un nuevo profesor de español y, según Drescher, «hay que suponer indudablemente que hubo una destitución forzosa de Quevedo» (Drescher 2008, p. 115). Por cierto, un reportaje de Deutschlandfunk sobre el colectivo de españoles exiliados de Berlín Este (Chmielorz 2016) confirma que hubo trámites para contratar a un nuevo profesor de español en 1954.

Las similitudes entre el personaje de la novela y los recuerdos que Núria Quevedo tiene de su padre son asombrosas. Sobre el profesor De Vega se indica en la novela que «se jactó… de ser descendencia del mejor poeta en español de todos los tiempos, Lope de Vega». Núria Quevedo recuerda a su padre: «Mi padre siempre soñó con ser descendiente de Don Francisco» (Álvarez y Quevedo 2004, p. 33). En evidente referencia a los escritores del Siglo de Oro Félix Lope de Vega y Francisco de Quevedo.

Ante la indignación del comunista ortodoxo por su peculiar estilo de vida, responde De Vega: «Ya, ¿que va a venir a contarme la vida usted a mí? Supervivencia lo llamo yo». Núria Quevedo, ante el hecho de que su padre trabajó para los nazis, responde: «Con tal de salvar la vida, uno lo intentaba todo, no hay duda» (Álvarez y Quevedo 2004, p. 25).

Desde el punto de vista de la verosimilitud histórica, la historia del señor De Vega es altamente improbable. ¿Cómo pudo un refugiado republicano de la guerra civil, que había encontrado el camino a la Alemania nazi, abrir una librería en Berlín en tiempos de guerra y luego seguir dirigiéndola en la RDA hasta por lo menos los años setenta? El empleo habitual de los refugiados españoles de la guerra civil en la Alemania nazi era como trabajadores contratados o forzados en la industria armamentística.

Hay un juego intertextual oculto entre la novela y los recuerdos de Núria Quevedo y Mercedes Álvarez. La figura del profesor De Vega, tal como se muestra, incorpora visiblemente información sobre José Quevedo. Asimismo, en el decorado de los miembros del núcleo familiar formado por el padre, la madre, Katia y la hermana Martina, aparecen numerosos fragmentos de los recuerdos de las dos verdaderas hijas de comunistas. Alejándose de la conocida frase «todo parecido con personas vivas o muertas es pura coincidencia», los parecidos con personas vivas o muertas en la obra de Moreno Durán no son en absoluto accidentales. Lo que ocurre es que las biografías sobre los destinos de distintos refugiados que ha construido a partir del material disponible no son fiables en algunos aspectos. Pero a la mayoría de los lectores no deberían molestarles las pequeñas incoherencias históricas.

5.3 La ausencia de preocupaciones políticas en Katia

La historia contemporánea queda en gran medida al margen de la novela, ya que la protagonista es retratada como apolítica. Ello es particularmente evidente en el hecho de que el conflicto entre los comunistas leales a Moscú y el Partido Comunista Español bajo la dirección de Santiago Carrillo, que seguía una línea eurocomunista y que dividió a los exiliados españoles en la RDA en dos bandos desde finales de los años sesenta, tanto en Dresde como en Berlín, no aparece en ninguna parte (véase más arriba). Ni siquiera la invasión de Checoslovaquia por el Pacto de Varsovia en 1968, condenada por el PCE y apoyada por el SED, que exacerbó el conflicto existente entre los exiliados, se cuela en la novela, aunque la protagonista tiene entonces dieciocho años, conoce a otros jóvenes y estudia en Berlín. Lo que le preocupa en 1971 es el décimo Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, que ella ayuda a preparar. El hecho de que dicho festival no se celebrara en 1971, como se afirma en la novela, sino en 1973, no es decisivo para el curso de la historia.

No se presta tampoco atención al conflicto entre el SED y el PCE en torno a 1973, cuando la RDA reconoció diplomáticamente el régimen de Franco. Tampoco se mencionan las manifestaciones en la República Federal contra el régimen en España en su brutal fase final. Deprimida y atrincherada en la región de Suabia, la protagonista vive la República Federal de los años setenta y ochenta con los clichés de los años cincuenta: conseguir una casa, coche, hijos, el marido trabajando hasta caer rendido, bebiendo sus cervezas ante el televisor cada noche, la mujer atada a la casa. La percepción de los cambios políticos y de la realidad tanto en la RDA como en la República Federal parece extrañamente limitada y nublada.

5.4 Los problemas de identidad de Katia

El tema de la difícil formación de la identidad de los hijos de comunistas españoles en la RDA ha sido objeto de estudio académico (Denoyer 2011, 2017). Por lo general, eran importantes al menos dos fuentes de identidad: una, que los padres transmitían a sus hijos, y otra que ofrecía el país de acogida (Denoyer 2011, p. 106). A menudo, sin embargo, un tercer país, Francia o Rusia, por ejemplo, también desempeñaba un papel. Precisamente, las ricas biografías de Mercedes Álvarez y Núria Quevedo muestran de forma impresionante que la experiencia del exilio de las hijas de comunistas también puede generar nuevas identidades, complejas y exitosas.

También es interesante en el estudio de Denoyer la constatación de la gran importancia de la RDA y el apego a ella: «No es un factor menor el hecho de que los hijos de los exiliados han desarrollado una relación especial, en tanto que duradera, con la RDA. Aunque ciertamente reconocen las debilidades del régimen de Alemania del Este y condenan la falta de libertad que allí reinaba, defienden hasta hoy el país desaparecido […]» (Denoyer 2011, p. 108). Denoyer añade: «Para la segunda generación de españoles en la RDA, el exilio político [se convirtió entonces] en una experiencia biográfica estructurante en la que el sentido de la nacionalidad y de la identidad, así como las relaciones con la sociedad de origen y de acogida, tuvieron una importancia especial» (Denoyer 2011, p. 109).

Lo mismo puede decirse de la protagonista de la novela. Con respecto a su infancia y juventud en la RDA, se puede hablar de una «experiencia biográfica estructurante». En años posteriores, sin embargo, su punto de referencia es diferente: son las decepcionantes experiencias en la República Federal las que la llevan a un creciente rechazo de las condiciones de vida allí y a una revalorización nostálgica de la RDA.

Queda por preguntarse qué papel desempeña España, como «sociedad de origen» transmitida a través de los padres, en la formación de la identidad de la protagonista. El hecho de que Katia proceda de una familia de emigrantes españoles en la RDA apenas desempeña un papel en su desgracia y sufrimiento en la novela. No se siente atraída por España y no intenta establecer contacto con sus parientes en España. En 1989, pisa suelo español por primera vez en su vida. Un viaje a España planeado y forzado por su marido, Johannes, sin su conocimiento, se convierte en un fiasco. La visita obligada al pueblo natal de sus padres, Dos Aguas, se interrumpe bruscamente. España no es un hogar posible para ella y, desde luego, no es un lugar de añoranza. Con su historia de vida y la historia migratoria de sus padres, no parece tener conexión alguna con la España actual. Sus problemas de identidad, marcados por la vergüenza y el sentimiento de culpa, son probablemente los principales responsables de este sentimiento. El hecho de que España se constituyera como monarquía después de Franco y que la tematización política de las injusticias cometidas contra los republicanos fuera prácticamente inexistente en aquel momento (1989), por otra parte, es probablemente menos relevante para el sentimiento de no pertenencia de Katia.

Katia representa no sólo un caso atípico, sino también altamente improbable, de española exiliada de segunda generación. Su conflicto de identidad es predominantemente interior: RFA = extranjería, frente a RDA = patria. Su desconocimiento político es tal que ni siquiera defiende los logros de la RDA en cuanto al papel de la mujer en un sentido progresista. Los valores comunistas de su padre tampoco la llevan a orientarse políticamente ni siquiera a organizarse. Lo que queda es una joven inmadura que se traslada de la RDA a la RFA por una relación sentimental, se siente decepcionada tanto por la relación como por la vida en Occidente, permanece allí como una extraña, se deprime y añora su antiguo hogar.

El autor de esta reseña ignora si se dio el caso de que la hija de uno de los pocos comunistas españoles exiliados en la RDA se fuera alguna vez a la RFA, y de que un comunista español ortodoxo llegara a ser condenado a diez años de cárcel (y finalmente incluso muriera en prisión) porque su hija adulta había huido a la RFA. Si tal historia hubiera existido realmente, difícilmente habría permanecido oculta a los exiliados españoles y, por tanto, se habría conocido.

6. Reflexión final

Queda por decir que la novela de Moreno Durán llama la atención sobre un apasionante capítulo de la historia germano-española: la vida de los refugiados españoles de la guerra civil y sus hijos en la RDA. La capacidad lingüística de la autora para transmitir al lector situaciones, estados de ánimo y sensibilidades con pocas palabras, frases cortas y concisas, condensaciones poéticas, comparaciones originales, contrapuntos, alusiones y silencios es su punto fuerte. Por eso muchos disfrutarán inicialmente con la novela, siguiendo a la protagonista mientras rememora sus años en la RDA de 1956 a 1971 de forma anecdótica, colorista y con su peculiar estilo. La parte que transcurre en la República Federal de Alemania decae considerablemente.

El período comprendido entre 1971 y 1991, que transcurre en la RFA, es un tiempo de plomo. Sólo partiendo de la base de una depresión creciente de la protagonista, una capacidad de acción paralizada y una percepción del mundo a través del velo del sufrimiento psicológico, puede parecerle creíble esta parte al autor de esta reseña. La depresión, junto con el desinterés de la protagonista por los acontecimientos políticos de aquí y de allá, y la poca importancia que España juega para su identidad, reducen esta parte a una construcción artificial cifrada en las ecuaciones Este = Hogar, Occidente = Extranjero. En cierto modo, lo ingenioso de todo ello es que la protagonista repite el destino de su madre, que vivió la RDA como extranjera, no se integró y no quiso integrarse. Katia sería así mucho más hija de su infeliz madre que de su padre comunista. El paralelismo llega hasta el punto de que la fatal decisión de la madre residente en España de seguir a su marido a la RDA se repite en la fatal decisión de su hija de seguir a su posterior marido Johannes a la RFA. Extrañeza y sufrimiento para madre e hija en ambos bandos. El corazón de una había de helarse en la RDA, el de la otra en la RFA.

El examen de la relación entre los hechos y la ficción en la narración ha demostrado que, contrariamente a lo que esperábamos, la autora no pretende ajustar de la mejor manera posible su construcción novelesca a los hechos históricos conocidos y a la realidad de la vida de los exiliados de primera y segunda generación, profundizando así en nuestra comprensión de sus vidas y destinos. Por el contrario, se hace mucho por mantener la realidad a distancia. La constelación RDA-RFA elegida es en principio (hasta que se demuestre lo contrario) producto de la imaginación, pura ficción. El medio más importante para mantener la realidad a distancia se encuentra en la constitución psicológica del protagonista tras su traslado a la RFA, que parece casi orientada a no ver la realidad con claridad: por su inmadurez, su falta de interés por los acontecimientos políticos, su falta de iniciativa y, sobre todo, por su depresión.

Se aprende mucho más que en la novela en la conversación entre Mercedes Álvarez y Núria Quevedo (2004) sobre las hijas de los comunistas españoles en la RDA. Nos gustaría ver el libro resultante traducido al español. También sería muy oportuna una obra histórica bien fundamentada sobre los refugiados republicanos que ya se encontraban en Alemania en 1945, inmediatamente después del final de la Segunda Guerra Mundial, y que posteriormente vivieron en la RDA. La vida aventurera de José Quevedo merece un relato propio.

7. Bibliografía

  • Alted Vigil, Alicia: Los exilios en la España contemporánea. En: Ayer (Asociación de Historia Contemporánea), 2002, nº 47, pp. 129-154
  • Álvarez, Mercedes y Quevedo, Núria: Ilejanía-Unferne: die Nähe des Vergessenen. Ein Gespräch. BasisDruck: Berlin 2004
  • Alvite, Maite, en conversación con Aroa Moreno Durán. Diario de Ibiza, del 13 de marzo de 2019
  • Chmielorz, Rilo: Operation Bolero. Das spanische Kollektiv in Ost-Berlin. Manuscrito para la emisión de Deutschlandfunk el 10 de mayo de 2016 (19:15-20:00)
  • Denoyer, Aurélie: Les réfugiés politiques espagnols en RDA. En: Trajectoires 3 | 2009
  • Denoyer, Aurélie: Integration und Identität. Die spanischen politischen Flüchtlinge in der DDR. En: Kim Christian Priemel (ed.): Transit-Transfer: Politik und Praxis der Einwande­rung in die DDR 1945-1990. Sächsische Landeszentrale für Politische Bildung: Dresden 2011, S. 98-112
  • Denoyer, Aurélie: Exil als Heimat. Die spanischen kommunistischen Flüchtlinge in der DDR. Individuelle Lebensläufe, Kollektivgeschichte. Proyecto de tesis doctoral. En: The International Newsletter of Communist Studies XVIII, (2012), nº 25. pp. 40-43
  • Denoyer, Aurélie: L’exil comme patrie. Les réfugiés communistes espagnols en RDA (1950-1989). Trajectoires individuelles, histoire collective. En: Trajectoires 6 | 2012 
  • Denoyer, Aurélie: L’exil comme patrie. Les réfugiés communistes espagnols en RDA (1950-1989). Presses universitaires de Rennes: Rennes 2017; disponible en línea; publicación basada en la tesis de 2012.
  • Denoyer, Aurélie y Faraldo, José M.: «Es war sehr schwer nach 1968 als Eurokommunis­tin». Emigration, Opposition und die Beziehungen zwischen der Partido Comunista de Es­paña und der SED. En: Arnd Bauerkämper und Francesco Di Palma (eds.): Bruderparteien jenseits des Eisernen Vorhangs. Die Beziehungen der SED zu den kommunistischen Parteien West- und Südeuropas (1968–1989). Ch. Links Verlag: Berlin 2011, pp. 186-202
  • Drescher, Johanna: Asyl in der DDR. Spanisch-kommunistische Emigration in Dresden (1950-1975). vdm-Verlag: Saarbrücken 2008
  • Eiroa, Matilde: Españoles tras el Telón de Acero: El exilio republicano y comunista en la Europa socialista. Marcial Pons Ediciones de Historia: Madrid 2018
  • Gumbrecht, Hans Ulrich: Vom Leben und Sterben der großen Romanisten. Carl Hanser Ver­lag: München 2002
  • Heine, Hartmut: El exilio republicano en Alemania Oriental (República Democrática Alema­na-RDA). En: Migraciones y Exilios, 2-2001, pp. 111-121
  • Kreienbrink, Alexander: Der Umgang mit Flüchtlingen in der DDR am Beispiel der spani­schen ‚politischen Emigranten‘. En: Totalitarismus und Demokratie, 2(2005)2, pp. 317-344
  • Lister, Enrique: Vorgeschichte und Voraussetzungen der Ansiedlung der spanischen kommu­nistischen Emigranten in Osteuropa. En: Totalitarismus und Demokratie, 2(2005)2, pp. 289-316
  • Meerwald, Johannes: Spanische Häftlinge in Dachau. Bürgerkrieg, KZ-Haft und Exil. Wall­stein Verlag: Göttingen 2022
  • Poutrus, Patrice G.: Zuflucht im Ausreiseland. Zur Geschichte des politischen Asyls in der DDR. En: Jahrbuch für Historische Kommunismusforschung 11. Jg. (2004), pp. 355-378
  • Strode, Sara, entrevista con Aroa Moreno Durán. En: El papel amarillo (blog de críticas literarias) del 23 de julio de 2018
  • Uhl, Michael: Mythos Spanien. Das Erbe der Internationalen Brigaden in der DDR. Dietz: Bonn 2004.
  • Whittemore, Katie, entrevista con Aroa Moreno Durán. En: H for History Blog del 8 de febrero de 2021

Aroa Moreno Durán: Die Tochter des Kommunisten.
btb Verlag: München 2022, ISBN 978-3-442-75904-0

Aroa Moreno Durán: La hija del comunista (Kindle-Version).
Penguin Random House Grupo Editorial España: Barcelona 2017, ISBN: 978-84-15451-81-5

Aroa Moreno Durán: Die Tochter des Kommunisten

Faktisches und Erdachtes in der Exil-Geschichte vom spanischen Kommunisten in der DDR und seiner Tochter

Rezension von Knud Böhle

1. Einleitung

Ein in der deutschen Öffentlichkeit wenig präsentes Kapitel Deutsch-Spanischer Geschichte bildet den Aufhänger des erfolgreichen, preisgekrönten Romanerstlings, der 1981 in Madrid geborenen Schriftstellerin Aroa Moreno Durán: das Exil republikanischer, insbesondere kommunistischer Bürgerkriegsflücht­linge in der DDR. In Spanien erschien der Roman, der in mehrere Sprachen übersetzt wurde, bereits 2017. Auf Deutsch ist er in der vorzüglichen Übersetzung von Marianne Gareis im Jahr 2022 erschienen.

Diese Buchbesprechung geht über den üblichen Rahmen einer Rezension hinaus, insofern gefragt wird, wie historische Fakten und Erdachtes im Roman ineinandergreifen und inwieweit der Roman selbst etwas beiträgt zum besseren Verständnis der Lebensbedingungen und Prägungen der spanischen Emigranten und ihrer Kinder. Da es inzwischen einen beachtlichen Stand an historischem Wissen zu den spanischen Asylsuchenden gibt, die nach dem Ende des Zweiten Weltkriegs in der SBZ und dann in der DDR im Exil lebten (vgl. zur Literatur Abschnitt 7), kann eine Antwort auf diese Fragen versucht werden. Da die Autorin selbst in mehreren Interviews ihre intensive Recherchearbeit betont hat (vgl. Strode 2018; Alvite 2019; Whittemore 2021), ist bei ihr von einem reflektierten Umgang mit der Zeitgeschichte auszugehen. Bevor es um diese Fragestellung gehen kann, sind Inhalt und Struktur des Buches sowie das historische Wissen über das Exil in der DDR zu skizzieren.

2. Ein erster Überblick

Der Roman erzählt eine doppelte Exil-Geschichte: einer kleinen Zahl spanischer Republikaner, die meisten davon Kommunisten, die nach dem Bürgerkrieg (1936-1939) fliehen mussten und nicht nach Franco-Spanien zurückkehren konnten, wurde in der DDR Asyl gewährt (für viele das zweite oder dritte Exil). Im Roman holt einer jener Kommunisten seine Frau aus Spanien nach und gründet kurz nach der Gründung der DDR in Ostberlin eine Familie. Zur Familie gehören zwei Töchter, Katia und Martina. Die erste wird 1950, die zweite 1953 geboren. Beide wachsen in der DDR auf. Katia, die im Mittelpunkt der Erzählung steht, verlässt 1971 ihre Heimat ‒ «Republikflucht» in der Terminologie der DDR. Sie lässt ihr Land, Berlin, Fa­milie und Freunde zurück, um mit einem jungen Mann aus Backnang (bei Stuttgart) ein neues Le­ben zu beginnen. Damit beginnt die zweite Exil-Geschichte, diesmal als Ost-West-Geschichte. Westdeutschland wird Katia nicht zur neuen Heimat, sondern im Gegenteil zunehmend als Fremde und ungeliebtes Exil erlebt. Mit der Zeit führt das in eine Depres­sion. Land und Leute werden immer stärker abgelehnt und die verlorene Heimat wird im Gegenzug nostalgisch erinnert. Dazu kommt, dass ihre sich als heillos erweisende Entscheidung nicht nur für sie, sondern auch für ihre Familie in der DDR verheerende Folgen hatte. Das muss sie erkennen als sie 1991, also nach der Wiedervereinigung, ihre Familie in Berlin aufsucht. Sie steht vor einem Scherbenhaufen. Was darauf folgt, bleibt offen, ein Neuanfang scheint nicht ganz ausge­schlossen.

Drei für Romane nicht untypische Fragenkomplexe spielen in dieser Erzählung eine gewisse Rolle: die ungewollten und unvorhersehbaren Folgen irreversibler Entscheidungen, die Verzahnung von großer Geschichte (spanischer Bürgerkrieg, Eiserner Vorhang, Kalter Krieg, Mauerbau, Wiederver­einigung) mit den Lebensläufen des Romanpersonals sowie der Komplex von Herkunft, Heimat, Fremde, Integration und Identität.

Das Buch besteht aus vier Teilen und einem kurzen nicht betitelten Vorspann. Die Überschriften lauten: Der Osten (Zeitraum 1956 – 1971), Niemandsland (1971), Drüben (1972 – 1990), Vaterland (1992). Die Teile sind weiter unterteilt in kurze Abschnitte jeweils versehen mit einer Überschrift, einer Ortsangabe und einer Jahreszahl.

Die Zeit von 1956 bis 1990 wird von Katia als Ich-Erzählerin dargeboten. Von der Art her wirkt es wie ein Aufschreiben der Erinnerungen zum Zweck der Selbstvergewisserung. Die Aufzeichnung richtet sich vom Gestus her folglich nicht an ein anonymes Publikum, sondern ist für sie selbst, und vielleicht noch für eine vertraute oder vertrauenswürdige Person, bestimmt. Das Ich erinnert, was die Erinnerungsübung hergibt, und das muss bekanntlich weder vollständig noch verlässlich sein. Die Ich-Er­zählerin reflektiert die Selektivität persönlicher Erinnerungen: «Zwischen Gefühl und Erinnern besteht eine elektronische Spannung […]. Je stärker das Gefühl, desto leichter bleibt ein Ereignis in Erinnerung. Das Gefühl ist der Filter…» (S. 50).

In dem erwähnten zweiseitigen Vorspann und im letzten Teil des Romans, Vaterland, ist es nicht die Ich-Erzählerin, sondern eine distanziertere Erzählstimme, die das Wort hat. Genauer: Es wird von Katias Handeln, Denken und Fühlen berichtet so als beobachte sie sich selbst von außen. Das könnte so interpretiert werden, dass die Autorin damit zeigen will, dass die Protagonistin am Ende der Geschichte zur Selbstdistanzierung in der Lage ist. Dem Romanende folgt eine Seite mit nur einem ein­zelnen Satz:

Mehr als dreißig Jahr nach dem Fall der Berliner Mauer existieren auf der Welt immer noch mehr als fünfzehn Mauern, mit denen auf gewaltsame Weise versucht wird, die Bewegungsfreiheit der Menschen einzuschränken. (S. 173)

Auf Seite 175 findet sich eine Dank überschriebene Passage, die an erster Stelle Mercedes Álvarez und Núria Quevedo gilt. Dieser Hinweis ist aufschlussreich, da es sich bei diesen beiden Frauen um in der DDR groß gewordene Töchter namhafter spa­nischer Kommunisten (Ángel Álvarez Fernández und José Quevedo) handelt. In einem langen Gespräch, das als Buch publiziert wurde, hatten die beiden Frauen schon im Jahr 2004 über ihr Leben und das ihrer jeweiligen Eltern Auskunft gegeben (Álva­rez und Quevedo 2004). Auch die Wissenschaft hat sich für sie als Interviewpartner interessiert (Drescher 2008, Denoyer 2011). Ohne die Begegnung mit diesen «Töchtern von Kommunisten» hätte es den vorliegenden Roman von Aroa Moreno Durán nicht gegeben.

3. Ereignisse, Erlebnisse und Erfahrungen im Roman

Die Hauptperson und Ich-Erzählerin, Katia, wird in Ostberlin am 21. Februar 1950 geboren (S. 50 und S. 103). Die Erinnerung an die Geschehnisse von 1956 bis 1991 erfolgt weitgehend chronologisch. Nur hier und da fließen Informationen aus anderen Zeiten, von anderen Orten und über andere Personen ein.

Katias Eltern sind Spanier, die in Ostberlin in beengten Verhältnissen im Exil leben. Katia hat eine drei Jahre jüngere Schwester, Martina. Ihr Vater, Manuel, ist überzeugter, moskautreuer Kommu­nist, der der DDR dankbar für das gewährte Asyl ist. Vom Vater wird, was seine politische Haltung angeht, erinnert, dass er sich sehr aufregen konnte, wenn es um die deutsche Ostpolitik ging, die er ablehnte. Besonders echauffiert er sich als Willy Brandt 1970 den Friedensnobelpreis erhält. «Glaub mir, Isabel, das ist der Todesstoß für alles, an das wir glauben. Der Todesstoß, Isabel» (S. 60).

Isabel, der Mutter, liegt wenig an der Partei und Politik. Sie bringt ihren Kindern das Beten und das «mea cul­pa» bei (vgl. S. 56). Sie weigert sich Deutsch zu lernen, ist schlecht integriert, leidet viel und erlebt das Exil als Fremde. Auf Details zur Geschichte der Eltern, besonders des Vaters, wird später im ge­schichtlichen Kontext noch näher eingegangen.

Erfahrungen mit Kontrolle und Überwachung in der DDR und einer Atmosphäre, in der jedes Wort bedacht werden muss, weil eine latente Gefahr der Denunziation besteht, sind sehr präsent in den Erinnerungen Katias. Mit Vorbedacht werden in dem Roman auch Spuren gelegt, die sich dann später in Verbindung mit der Tätigkeit des Vaters als Informeller Mitarbeiter (IM) der Stasi bringen lassen. Zu einem Treffen der Familie mit DDR-kritischen Exilspaniern in Leipzig erinnert Katia: «Es war Papá der sagte, es reicht, Leute, wir müssen dieser Republik dankbar sein. Wir haben sie nie wiedergesehen» (S. 21). Ein weiteres Beispiel: Nach einer Begegnung in Begleitung ihres Vaters mit einem eigenwilligen spa­nischen Exilanten, der als Dozent an der Humboldt Universität lehrte, muss sie feststellen, dass die­ser schon wenig später nicht mehr an der Humboldt-Uni unterrichtete (S. 75).

Das Klima der Überwachung ist greifbar. Durchaus subtil wird auf die DDR als Überwachungsstaat auch in einer Szene hingewiesen, in der Katia im Unterricht unter der Bank in dem berühmten Roman von Anna Seghers «Das siebte Kreuz» liest. Als der Dozent sie darauf anspricht, was sie denn da lese, ist sie gerade an folgender Stelle des Romans:

Die Angst, die mit dem Gewissen nichts zu tun hat, die Angst der Armen, die Angst des Huhnes vor dem Geier, die Angst vor der Verfolgung des Staates. Diese uralte Angst, die besser angibt, wessen der Staat ist, als die Verfassungen und Geschichtsbücher (S. 46).

Ungeachtet dieser Wahrnehmung von Kontrolle und Überwachung, ist ihr zentraler Bezugspunkt ‒ vor dem Mauerbau und auch noch danach ‒ die kleine Familie, mit offenbar wenig Außenkontak­ten, weder zu Spaniern noch zu Deutschen. Die Familie ist ihr Heim. Ende der sechziger Jahre, An­fang der siebziger Jahre findet eine Öffnung statt. Katia hat zu studieren begonnen und hilft auch bei der Vorbereitung der Weltfestspiele der Jugend und Studenten mit. In diesem Kontext findet sie zudem eine gute Freundin, Julia, eine Kubanerin. Katia scheint auf einem guten Weg, sich in die DDR-Gesellschaft zu integrieren.

Im November 1969 taucht dann ein Student aus Westdeutschland in Ostberlin auf, Johannes aus Backnang, der sich für sie interessiert und sich auch in den nächsten zwei Jahren um sie bemüht. 1971 lässt Katia dann Familie, Studium und Freundin zurück und «macht rüber». Genauer: Bezahlte Fluchthelfer (finanziert von den Eltern Johan­nes‘) ermöglichen ihre Flucht über die Tschechoslowakei und Österreich in die Bundesrepublik.

Katia tut sich mit der neuen Umgebung schwer, die zunehmend als feindliche Fremde empfunden wird. Gewissensbisse kommen dazu. Als sie um 1980 in einem Telefonat die Nachricht vom Tod ihres Vaters erhält, steigert sich ihr Leid noch weiter. Sie bereut ihre irreversible Entscheidung. Trotz schwäbischer Normerfüllung (Heirat, Haus, zwei Kinder, zwei Autos), entfernt sie sich zuneh­mend innerlich von dieser Umgebung, zieht sich mehr und mehr zurück, wird depressiv und initiativlos. Sie entwickelt eine starke Abneigung nicht nur gegen die bundesrepublikanische Gesell­schaft, sondern auch gegen Johannes, ihren Partner und Vater ihrer Kinder. Die DDR wird zuneh­mend nostalgisch als verlorene Heimat empfunden. Am 4. Oktober 1990 kommt es, gut von der Autorin gewählt, einen Tag nach dem Tag der Deutschen Einheit zur Scheidung (S. 148).

Integration und Identitätsfindung sind gescheitert. Katia ist psychisch krank. Nur auf der Folie ihrer misslungenen Identitätsbildung, ihrer Schuldgefühle und Depression erscheinen die Schuldzuschrei­bungen an ihr persönliches Umfeld und die Gesellschaft der Bundesrepublik dem Rezensenten stimmig. Für ihre Hei­matlosigkeit und Depression findet die Ich-Erzählerin eindrückliche sprachliche Verdichtungen. Dazu einige Beispiele:

«Wenn der Krieg kalt war, dann war ich eisig» (S. 125).

Zur Nachricht vom Tode ihres Vaters schreibt sie « … diese Information, die mich wie ein schwerer Stein in einen dicken Morast hineinzog, in einen Kopf, der für immer wirr war, düster und schwarz» (S. 131).

Zum lustlosen Akt mit dem inzwischen ungeliebten Gatten wird erinnert: «Zwei Körper im Wider­streit. Johannes packte mich kraftvoll. Wir umarmten uns einige Minuten lang. Und dann ging alles ganz langsam. Zu langsam» (S. 133).

Zu Liebesverlust und Entfremdung von Johannes heißt es «[…] dass ich tief in meinem Inneren ei­nen Groll gegen Johannes hegte, weil er mich aus allem herausgerissen hatte, was mein Leben ge­wesen war» (S. 144).

Knapp und zugespitzt formuliert Katia ihre Desillusionierung: «Johannes, ich gebe alles für dich auf, Johannes, du hast mir alles genommen, Johannes, es gibt keine Grenzen, Johannes, Mauer» (S. 149).

Bei der Scheidung geht ihr (nostalgisch-pathetisch) durch den Kopf: «Ich war Kind eines antifa­schistischen Landes, eines Landes, das an die Befreiung glaubte, eines unter Druck gesetzten und verarmten, eines bäuerlichen und sicheren Landes, und irgendwie musste ich mich auflehnen und dieses andere Land verlassen» (S. 150). Es ist ihr bewusst, dass es sich um eine «wirre Gedankenkette» handelt, zumal es zu dem Zeitpunkt das eine Land, die DDR, schon nicht mehr gibt.

Nach dem Mauerfall 1989 dauert es noch zwei Jahre bis sie ihre Mutter und Schwester auf­sucht. 1991 kommt es zum Finale in Berlin: Wir erfahren, was seit Katias Weggang vor 20 Jahren alles passiert ist, wovon sie nichts wusste. Ihre Mutter hat ihren Weggang nie verkraftet und däm­mert jetzt im Rollstuhl dahin, betreut von Martina. Ihr Vater wurde offenbar kurz nach und wegen ihrer Flucht verhaftet und starb nach langer Haft (nicht vor 1981 jedenfalls) als verzweifelter lini­entreuer Kommunist in einem Gefängnis der DDR. Stasi-Akten über ihren Vater belegen, dass die­ser seit 1962 als Informeller Mitarbeiter der Stasi andere Exilspanier bespitzelte.

Die Geschichte endet im Jahr 1991. Das letzte Wort des Romans ist Pojechali. Dieses russische Wort war bereits einmal vorgekommen als Katia die DDR verließ: «Pojechali, sagte ich mir, los geht‘s. Wie der Kosmonaut Juri Gagarin an Bord der Wostok I ging ich fort, ohne zu wissen, dass ich, wie er, Gott auch nicht finden würde dort drüben» (S. 86). Wofür dieses Wort des Aufbruchs am Ende des Romans steht, ist nicht sicher: vielleicht für einen Neuanfang. Nimmt man den ersten Satz des Romanvorspanns dazu, «Ka­tia Ziegler nimmt die Kappe des Füllfederhalters ab, mit dem sie alle wichtigen Dokumente ihres Lebens unterschrieben hat» (S. 9), dann könnte das bedeuten, dass der erste Schritt des Neuanfangs im Aufschreiben ihrer Erinnerungen liegt.

Nachdem der Gang der Handlung soweit bekannt ist, soll als Nächstes der Stand der Geschichtswissenschaft zum Thema der spanischen Bürgerkriegsflüchtlinge in der DDR kurz vorgestellt werden.

4. Spanische Bürgerkriegsflüchtlinge in der DDR – ein Destillat

Erst kurz nach der Jahrtausendwende setzte die wissenschaftliche Beschäftigung mit dem Thema ein (Heine 2001). Es folgte eine beachtliche Zahl an akademischen Arbeiten. Bereits 2012 ist ein Stand der Forschung erreicht, der ein Gesamtbild von den Exilspaniern in der DDR erlaubt. Die Schwerpunkte und Fragestellungen der Arbeiten sind unterschiedlich, wie es auch in Detailfragen Unterschiede gibt. Dennoch kann von einem Gesamtbild ausgegangen werden, das allgemein geteilt wird.

Es ist zunächst wichtig, zwei Gruppen von Exilspaniern im Zeitraum 1945-1956 zu unterscheiden: Die erste Gruppe bilden die Spanier, die sich nach dem Ende der Naziherrschaft 1945 in der SBZ und dem Ostsektor Berlins befanden, die fast alle «im Spanischen Bürgerkrieg Soldaten der Repu­blik» gewesen waren (Uhl 2004, S. 235). Dazu gehörten typischerweise auch die Spanier, die aus ihrem Exil in Frankreich zur Zwangsarbeit nach Deutschland verbracht wurden und in der Regel für die Rüstungsindustrie hatten arbeiten müssen (zu den Zwangsarbeitern in den KZ-Außenlagern vgl. Meerwald 2022 und die Rezension dazu im Spanienecho). Diesem Personenkreis gestattete die So­wjetunion nach der Einnahme Berlins, zurück nach Frankreich oder in die Sowjetunion zu gehen oder eben in Berlin zu bleiben (Alted Vigil 2002, S. 143). Dieser Personenkreis wäre um weitere Elemente zu erweitern, etwa freiwillige Vertragsarbeiter aus Franco-Spanien oder pro-franquistische Spanier auf deutschem Boden. Die Schätzungen der Gruppengröße liegen bei 40-50 Personen (Ei­roa 2018, S. 145) bzw. einigen Dutzend (Kreienbrink 2005, S. 319).

Der Kern dieser Gruppe, der sich als republikanisch und kommunistisch verstand, formierte sich ab 1947 im Ausschuss der Spanisch-Republikanischen Emigration/Opfer des Faschismus, kurz ERE (Emigración Republicana Española) (Uhl 2004, S. 236). Nach Angaben dieser Organisation im Jahr 1948 zählte sie etwa 35 Personen (Kreienbrink 2005, S. 319). Die Leitung der Organisation lag zu­nächst bei José Quevedo. Der ERE wurde allerdings die Anerkennung seitens der SED und der spa­nischen KP verwehrt. Dolores Ibárruri, damals Generalsekretärin der KP Spaniens, ließ wis­sen, wie es in einem oft zitierten Brief an Wilhelm Pieck (Vorsitzender der SED) vom 9.9.1947 heißt: «[…] Sogar solche, die in Konzentrationslagern waren und nicht nach Frankreich mit allen anderen gefahren sind, muss man mit Vorsicht behandeln. Jedenfalls, wir können keinen einzigen unter ihnen garantieren. Deswegen möchten wir Euch bitten, solche Spanier nicht zu benutzen, da sie politisch überhaupt nicht zuverlässig sind» (zitiert hier nach Poutrous 2004, S. 364). Die ERE wurde dann 1949 aufgelöst. Es wurde den Mitgliedern dieser Gruppe danach verwehrt, in die PCE (Partido Comunista de España) oder die SED einzutreten, aber es wurde auch kein Mitglied dieser Gruppe aus der DDR ausgewiesen (Drescher 2008, S. 36).

Die zweite Gruppe spanischer Bürgerkriegsflüchtlinge kam 1950 in die DDR als Folge der vom französischen Staat im September 1950 angeordneten Polizeiaktion namens «Opération Boléro-Paprika», die gegen Mitglieder ausländischer kommunistischer Parteien, vor allem der spanischen KP gerichtet war. 292 Personen aus zwölf Nationen wurden festgesetzt, darunter 251 Spanier. Im Kalten Krieg wur­den die spanischen Kommunisten nicht mehr als antifranquistische Opposition geschätzt, sondern als stalinistische fünfte Kolonne betrachtet. «Schlussendlich wurden infolge der ‚Operation Bolero-Paprika‘ 176 Spanier verhaftet und die Mehrheit in Korsika oder Algerien unter Hausarrest gestellt. 33 von ihnen wurden jedoch vom Innenministerium über Straßburg sofort in die DDR ausgewiesen. Einige Monate später erfolgte die Familienzusammenführung in Dresden» (Denoyer 2011, S. 98). Die Operation Bolero-Paprika ist mehrfach beschrieben worden (Heine 2001, Poutrous 2004, Uhl 2004, Kreienbrink 2005, Drescher 2008; besonders ausführlich in Denoyer 2017, S. 29-100; Eiroa 2018 befasst sich mit dem Exil spanischer Kommunisten in der DDR und in den anderen sozialisti­schen Staaten hinter dem Eisernen Vorhang).

Im Mai 1951 wurden für das Kollektiv (ein Ausdruck, den sowohl PCE als auch SED verwendeten) in Dresden 85 Personen nachgewiesen: 31 Männer, 21 Frauen, 33 Kinder/Jugendliche. Diese Spanier wurden grob gesprochen gut in der DDR behandelt, bekamen Arbeit und Wohnung und wurden als Opfer des Nationalsozialismus anerkannt. Die vergleichsweise gute Behandlung dieser kommunisti­schen Exilanten ist auch mit Blick auf die Legitimation der DDR und ihren Gründungsmythos als antifaschistischer Staat zu sehen. Der Kampf deutscher Kommunisten in den internationalen Briga­den und die bemerkenswerten Karrieren ehemaliger deutscher Spanienkämpfer in der Politik der DDR und nun die Aufnahme der aus Frankreich ausgewiesenen ehemaligen Waffenbrüder in der DDR, gehören in dasselbe Narrativ (ausführlich dazu Uhl 2004). Denoyer spricht in diesem Zusam­menhang davon, dass die «Spanier von der DDR-Führung teils in erheblichem Maße instrumentali­siert [wurden], um aus ihrer Präsenz eine gewisse Legitimation sowie einen Prestigegewinn sowohl auf internationaler Ebene als auch gegenüber der eigenen Bevölkerung ableiten zu können» (Denoyer 2011, S. 102).

Gleichwohl wurden auch diese ExilspanierInnen überwacht und kontrolliert, von der KP Spaniens, der SED und je nachdem wurde auch noch das Ministerium für Staatssicher­heit eingeschaltet. Nicht zu vergessen ist dabei, dass die Mitglieder des Dresdner Kollektivs auch «von ihren eigenen Leuten streng überwacht» wurden (Uhl 2004, S. 243). In Dresden bestand das größte Kollektiv kommunistischer Exilspanier. Daneben gab es aber auch ein kleineres Kollektiv in Ber­lin (Chmielorz 2016). 1960 wurde ein drittes Kollektiv in Leipzig gegründet (Denoyer und Fa­raldo 2011, S. 194), das hier weniger interessiert, weil es dort nicht mehr um Bürgerkriegsflüchtlin­ge geht, sondern vor allem um Studenten, «die in Spanien aus politischen Gründen im Gefängnis gesessen hatten» (Kreienbrink 2005, S. 324).

Bis 1968 kann von einer engen Zusammenarbeit von PCE und SED gesprochen werden. Nach dem Prager Frühling und dem Einmarsch des Warschauer Paktes in die Tschechoslowakei verschlech­tern sich die Beziehungen zwischen der inzwischen eurokommunistischen PCE und der moskau­treuen SED (vgl. dazu Denoyer und Faraldo 2011, S. 190-197). Dieser Konflikt führte innerhalb der PCE zu Spannungen, Parteiausschlüssen und Neugründungen. Er spaltete auch die Kollektive der Exilspanier in Dresden und Berlin, wobei die meisten Mitglieder weiterhin die prosowjetische Li­nie vertraten und die offizielle Parteilinie Santiago Carrillos verurteilen. Diese Auseinandersetzung erschwerte das Zusammenleben in den Kollektiven (Denoyer und Faraldo 2011, S. 194 f.). Die eine Seite redete nicht mehr mit der anderen und man ging sich aus dem Weg (Drescher 2008, S. 63-68 und für das Berliner Kollektiv Chmielorz 2016). Das MfS kontrollierte und beobachtete die Mitglieder der Kollektive auch mit Hilfe spanischer Informeller Mitarbeiter (Denoyer und Faral­do 2011, S. 96). «Die endgültige Distanzierung zwischen der SED und der PCE erfolgte im Jahr 1973, als die Regierung der DDR mit dem franquistischen Spanien diplomatische Beziehungen auf­nahm» (Denoyer und Faraldo 2011, S. 197).

5. Geschichte im Roman und Geschichtswissenschaft

5.1 Was wir üben den Vater erfahren

Besonders viel weiß Katia nicht über ihren Vater: «Papá erzählte uns nichts, weil auch niemand fragte» (S. 105). Ein paar Eckdaten zur Familiengeschichte liefert die Mutter anlässlich des 18. Ge­burtstags ihrer Tochter (im Buch S. 102-105). 1936 ging der Vater im Spanischen Bürgerkrieg als Freiwilliger in die Berge, um für die Zweite Spanische Republik und gegen die Aufständischen zu kämpfen. Im Sommer 1937 taucht er für drei Tage wieder im Dorf auf; es wird geheiratet. «In unserer Familiengeschichte folgt dann, dass mein Vater 1938 Spanien verließ und nach Moskau ging». Dort wurde er «ein kleiner Provinzkommissar» (was immer das sein mag, KB). 1946 verlässt er die UdSSR und zieht in die SBZ nach Dresden und beginnt dort Deutsch zu lernen. Katias Mutter folgt 1946, das franquistische Spanien unter abenteuerlichen Bedingungen hinter sich lassend, ihrem Mann ins Exil. Die Eltern fanden «in Dresden zusammen, in einer kleinen Gemeinschaft von Spaniern». Sie bekommen Woh­nung und Arbeit durch die Partei. Katias Mutter wollte dann, dass «Papá von der Partei abrückte» und so zog das Paar nach Berlin. Dort kommt Katia 1950 zur Welt und drei Jahre später ihre Schwester Martina. In dem Hinweis auf die «Familiengeschichte» schwingt durchaus die Möglichkeit mit, dass nicht alles stimmen muss, was von Katias Mutter tra­diert wird.

Aus der Literatur zum Exil spanischer Bürgerkriegsflüchtlinge in der Sowjetunion ist bekannt, dass am Ende des Bürgerkriegs März/April 1939 (nicht 1938) etwa 1.000 meist der PCE zugehörige oder nahestehende Spanier in der Sowjetunion aufgenommen wurden. Das Gros dieser Flüchtlinge konn­te erst nach dem Tod Stalins die UdSSR verlassen. In einem schmalen Zeitfenster um das Jahr 1946 wurde allerdings einigen Spaniern erlaubt, nach Frankreich oder Lateinamerika zu gehen (Alted 2002, S. 131, 138 f., 143 und Lister 2005, S. 301). Hinweise, dass sich irgendeiner aus diesem Per­sonenkreis in die SBZ begeben hätte, finden sich nicht.

Mit Blick auf die Literatur mutet es sehr unwahrscheinlich an, dass ein Mitglied der KP Spaniens, das acht Jahre in der UdSSR verbracht hat und kein Deutsch sprach, sich 1946, also noch vor der Gründung der DDR, entscheidet nach Dresden zu gehen. Das Exil-Kollektiv der spanischen Kom­munisten in Dresden, auf das angespielt wird, gab es zu dem Zeitpunkt noch nicht; es entstand erst als Folge der Operation Bolero-Paprika in den Jahren 1950/51. Auch die Entscheidung, einem Wunsch der Ehefrau folgend, von Dresden nach Berlin überzusiedeln, weil sie die Nähe ihres Gat­ten zur Partei nicht schätzte, unterstellt einen Grad an Entscheidungsfreiheit der einzelnen Person, der eher unwahrscheinlich ist. Ein einfacher Wechsel des Wohnsitzes ohne das Plazet von SED und PCE ist schwer vorstellbar. Es wird im Roman auch keine Verbindung zwischen dem Um­zug von Dresden nach Berlin und dem kleinen Kollektiv spanischer Kommunisten, das es in Berlin ab 1950/51 gab, hergestellt.

Moreno Durán hat demnach eine höchst untypische, wenn nicht sogar unmögliche, Biografie des Vaters konstruiert. Informationen über Exilspanier, die schon vor der Gründung der DDR auf deut­schem Boden lebten und derer, die 1950/51 mit der Operation Bolero nach Dresden kamen, werden vermischt. Dabei wäre es ein Leichtes für die Autorin gewesen, den Vater mit einer historisch be­trachtet realistischeren Biografie auszustatten, z.B. als Bürgerkriegsflüchtling, der nach einem ers­ten Exil in der UdSSR (1939-1946) im Jahr 1946 nach Frankreich gekommen wäre, um dann als Folge der Operation Bolero 1950 in die DDR abgeschoben zu werden – mit dem Nachzug der Ehe­frau im folgenden Jahr.

5.2 Der Auftritt von José Quevedo als Dozent De Vega im Roman

Eine besondere Beachtung, um den Umgang der Autorin mit der Geschichte zu verstehen, verdient die Person des Spanisch-Lektors De Vega an der Humboldt Universität Berlin (Kapitel 10, S. 72-75), über den zu erfahren ist, dass er auf Seiten der spanischen Republik stand, aus Franco-Spanien flüchtete und eine Buchhandlung in Berlin aufmachte ‒ und zwar schon zur Zeit des Nationalsozia­lismus ‒, und in dieser Buchhandlung ein Bild von Franco aufgehängt hatte, um die Nazis zu täu­schen. Bald nach der Begegnung (im Jahr 1971) mit Katia und ihrem Vater, von dem der Leser spä­ter erfährt, dass er andere Exilspanier observierte, lehrt De Vega nicht mehr an der Universität.

In der Person dieses Dozenten steckt viel von jenem José Quevedo, den die Historiker kennen (vgl. z.B. Uhl 2004, S. 236f., Drescher 2008, S. 37) und über dessen Leben seine Tochter Núria Quevedo schon 2004 ausführlich und faszinierend im Gespräch mit Mercedes Álavrez berichtet hat (Álvarez und Quevedo 2004). José Quevedo ist als Leiter der 1947 gegründeten Vereinigung republikanischer und kommunistischer Emigranten ERE (s.o) bekannt. Er war in Spanien Mitglied der PCE und ein loyal zur Republik stehender Be­rufssoldat der Luftwaffe. 1939 musste er aus Spanien fliehen, durchlief verschiedene französische Internierungslager und arbeitete dann von 1941 bis 1945 in Berlin in der deutschen Rüstungsindus­trie (wie viele aus Frankreich deportierte bzw. über die Organisation Todt angeworbene Bürger­kriegsflüchtlinge). In seiner Bleibe in Berlin hatte er über seinem Bett ein Foto Francos angebracht. Nach dem II. Weltkrieg, genauer 1952, holte er seine Frau und die Tochter Núria aus Spanien nach. Da hatte er schon die «Internationale Buchhandlung Quevedo» aufgemacht. An der Humboldt Uni­versität unterrichtete er auf Vermittlung des großen Romanisten Werner Krauss (dem Hans Ulrich Gumbrecht 2002 ein sehr einfühlsames und berührendes Denkmal gesetzt hat). Bis 1954 unterrich­tete Quevedo an der HU. Dann wurde aber ein neuer Spanischlehrer aus Dresden angefordert und nach Drescher ist «durchaus an einen erzwungenen Rückzug Quevedos zu denken» (Drescher 2008, S. 115). In einem Feature des Deutschlandfunks über das Ostberliner Kollektiv der Exilspanier (Chmielorz 2016) wird übrigens die Anforderung eines neuen Spanisch-Dozenten 1954 bestätigt.

Die Ähnlichkeiten zwischen der Romanfigur und den Erinnerungen Núria Quevedos an ihren Vater, sind frappierend: Vom Dozenten De Vega heißt es im Roman, er «prahlte damit, dass er vom größ­ten spanischen Dichter aller Zeiten abstamme, Lope de Vega» (S.73). Núria Quevedo über ihren Va­ter: «Mein Vater hat immer davon geträumt, Nachkomme des Don Francisco zu sein» (Álvarez und Quevedo 2004, S. 33). Angespielt wird hier auf die spanischen Barockdichter Félix Lope de Vega und Francisco de Quevedo.

Konfrontiert mit der Empörung des linientreuen Kommunisten wegen seines eigenwilligen Lebens­wegs, antwortet De Vega «Wollen Sie mir etwas über das Leben erzählen? Überleben nenne ich es» (S. 74). Núria Quevedo konfrontiert damit, dass ihr Vater für die Nazis arbeitete, antwortet «Um das Leben zu retten, versuchte man alles, klar» (Álvarez und Quevedo 2004, S. 25).

Unter dem Aspekt der geschichtlichen Plausibilität ist die Geschichte des Herrn de Vega höchst un­wahrscheinlich. Wie sollte ein republikanischer Bürgerkriegsflüchtling, den es nach Nazi-Deutsch­land verschlagen hatte, in Kriegszeiten in Berlin eine Buchhandlung aufmachen können, und diese danach bis mindestens in die siebziger Jahre in der DDR weiterführen? Die typische Verwendung spanischer Bürgerkriegsflüchtlinge in Nazi-Deutschland war ihr Einsatz als Vertrags- oder Zwangsarbeiter in der Rüstungsindustrie.

Es gibt ein verborgenes intertextuelles Spiel zwischen dem Roman und den Erinnerungen von Núria Quevedo und Mercedes Álvarez. In die Figur des Dozenten De Vega sind, wie gezeigt, sicht­bar Informationen über José Quevedo eingeflossen. Auch in der Ausstaffierung der Mitglieder der Kleinfamilie von Vater, Mutter, Katia und Schwester Martina finden sich zahlreiche Versatzstücke aus den Erinnerungen der beiden wirklichen Töchter von Kommunisten. In Abwandlung des bekannten Satzes «Ähnlichkeiten mit lebenden oder toten Personen sind rein zufällig» sind Ähnlichkeiten mit lebenden oder toten Personen bei Moreno Durán also keines­wegs zufällig. Nur sind die Lebensläufe, die sie aus dem vorhandenen Material unterschiedlicher Flüchtlingsschicksale konstruiert hat, in einigen Punkten nicht belastbar. Die meisten Leserinnen und Lesern dürften sich an den kleinen histori­schen Ungereimtheiten nicht stören.

5.3 Katias mangelndes politisches Interesse

Zeitgeschichte wird im Roman weitgehend dadurch ausgeklammert, dass die Protagonistin als un­politisch gezeichnet wird. Das wird besonders deutlich daran, dass der Konflikt zwischen den mos­kautreuen Kommunisten und der KP Spaniens unter der Führung Santiago Carrillos, die einen euro­kommunistischen Kurs verfolgte, und der die Exilspanier in der DDR seit dem Ende der 60iger Jahre in zwei Lager spaltete, in Dresden wie in Berlin, nirgends aufscheint (s.o.). Selbst der Ein­marsch des Warschauer Paktes in die Tschechoslowakei 1968, der von der PCE verurteilt und von der SED mitgetragen wurde, und der den bestehenden Konflikt unter den Exilanten noch verschärfte, findet keinen Eingang in den Roman, obwohl die Protagonistin zu dem Zeitpunkt 18 Jahre alt ist, mit anderen Jugendli­chen zusammen kommt und in Berlin studiert. Was sie 1971 beschäftigt, sind die X. Weltfestspiele der Jugend und Studenten, an deren Vorbereitung sie mitmacht. Dass diese nicht 1971 wie im Roman angegeben, sondern erst 1973 stattfanden, ist für den Gang der Erzählung nicht entscheidend.

Dem Konflikt zwischen SED und PCE um das Jahr 1973, als die DDR das Francoregime diploma­tisch anerkannte, wird keine Beachtung geschenkt. Auch die Demonstrationen in der Bundesrepublik gegen das Regime in Spanien in seiner brutalen Endphase, werden nicht wahrgenommen. Depressiv und zurückgezogen in der schwäbischen Provinz, wird die Bun­desrepublik der 70er und 80er Jahre von der Protagonistin in den Klischee der 50iger-Jahre er­lebt: Hausbau, Auto, Kinder, bis zum Umfallen arbeitender Ehemann, der vor dem Fernseher abends seine Biere trinkt, die Frau ans Haus gefesselt. Die Wahrnehmung der politischen Veränderungen und der Wirklichkeit sowohl in der DDR als auch in der Bundesrepublik wirkt merkwürdig beschränkt und getrübt.

5.4 Katias Identitätsproblem

Das Thema der schwierigen Identitätsfindung der Kinder der spanischen Kommunisten in der DDR wurde in der Literatur untersucht (Denoyer 2011, 2017): Min­destens zwei Identitätsquellen spielten üblicherweise eine Rolle: die eine, welche die Eltern an ihre Kinder weiter­gaben, und die andere die das Aufnahmeland anbot (Denoyer 2011, S. 106). Häufig war es aber auch noch ein Drittland, Frankreich oder Russland z.B., das eine Rolle spielte. Gerade die komplexen Biografien von Mercedes Álvarez und Núria Quevedo zeigen eindrucksvoll, dass die Exilerfahrung der Töchter von Kommunisten auch neuartige, komplexe, gelingende Identitäten hervorbringen kann.

Interessant in der Studie von Denoyer ist zudem der Befund der starken Bedeutung der DDR und die Bindung daran: «Nicht zuletzt haben die Kinder der Exilanten eine besondere, weil dauerhafte Beziehung zur DDR entwickelt. Auch wenn sie die Schwächen des ostdeutschen Re­gimes durchaus erkennen und den dort herrschenden Mangel an Freiheit verurteilen, verteidigen sie bis heute das untergegangene Land […]» (Denoyer 2011, S. 108). Denoyer schreibt weiter: «Für die zweite Generation der Spanier in der DDR geriet das politische Exil [da­her] zu einer strukturierenden biografischen Erfahrung, in der dem National- und Identitätsgefühl sowie den Beziehungen mit der Ursprungs- und der Aufnahmegesellschaft ein besonderes Gewicht zukam» (Denoyer 2011, S. 109).

Ähnliches lässt sich auch für die Hauptfigur des Romans behaupten. Bezogen auf ihre Kindheit und Jugend in der DDR kann von einer «strukturierenden biografischen Erfahrung» gesprochen werden. In späteren Jahren ist ihr Bezugspunkt indes ein anderer: Es sind die enttäuschenden Erfahrungen in der Bundesrepublik, die zu einer wachsenden Ab­lehnung der Lebensverhältnisse dort und zu einer nostalgischen Aufwertung der DDR führen.

Es bleibt zu fragen, welche Rolle Spanien als über die Eltern vermittelte «Ursprungsgesellschaft» für die Identitätsbildung der Hauptfigur spielt. Dass Katia aus einer spanischen Migrantenfamilie in der DDR stammt, spielt für ihr Unglück und Leid im Roman vordergründig kaum eine Rolle. Es zieht sie nicht nach Spanien und sie versucht auch nicht, Kontakt mit ihren Verwandten in Spanien herzustellen. 1989 betritt sie erstmals in ihrem Leben spanischen Boden. Eine von ihrem Ehemann, Johannes, ohne ihr Wissen geplante und durchgesetzte Reise nach Spanien, wird zum Fiasko. Der erzwungene Besuch des Heimatorts ihrer Eltern, Dos Aguas, wird abrupt abgebrochen. Spanien ist für sie keine mögliche Heimat und erst recht kein Sehnsuchtsort. Mit ihrer Lebensgeschichte und der Migrationsgeschichte ihrer Eltern scheint sie im heutigen Spanien nichts verloren zu haben. Für dieses Gefühl dürften hauptsächlich ihre von Scham und Schuldgefühlen geprägten Identitätsprobleme verantwortlich sein. Dass Spanien sich nach Franco als Monarchie konstituierte und die politische Aufarbeitung des Unrechts, das an den Republikanern verübt wurde, zu der Zeit (1989) praktisch nicht stattfand, dürfte dagegen weniger relevant für Katias Nicht-Zugehörigkeitsgefühl sein.

Katia stellt nicht nur einen untypi­schen, sondern einen höchst unwahrscheinlichen Fall einer Exilspanierin der zweiten Generation dar. Ihr Identitätskonflikt ist vorwiegend innerdeutsch: BRD = Fremde vs. DDR = Heimat. Sie ist so wenig politisch bewußt, dass sie nicht ein­mal die Errungenschaften der DDR bezüglich einer fortschrittlichen Frauenrolle verteidigt. Auch die kommunis­tischen Werte ihres Vaters führen sie nicht dazu, sich politisch zu orientieren oder gar zu organisie­ren. Was bleibt, ist eine unreife junge Frau, die wegen einer emotionalen Beziehung von der DDR in die BRD übersiedelt, von der Beziehung wie vom Leben im Westen enttäuscht wird, dort fremd bleibt, depressiv wird und sich nach der alten Heimat sehnt.

Es ist dem Rezensenten nicht bekannt, dass je eine Tochter eines der wenigen spanischen Kommunisten im DDR-Exil in die BRD ging, und dass je ein linientreuer spanischer Kommunist zu 10 Jahren Haft verurteilt wurde (und schließlich sogar im Gefängnis umkam), weil seine volljährige Tochter in die Bundesrepublik geflohen war. Hätte es solch eine Geschichte wirklich gegeben, wäre sie den Exilspaniern kaum verborgen geblieben und mithin bekannt.

6. Schlussbetrachtung

Es bleibt festzuhalten, dass Moreno Durán mit ihrem Roman auf ein spannendes Kapitel Deutsch-Spanischer Geschichte aufmerksam macht: das Leben spanischer Bürgerkriegsflüchtlinge und deren Kinder in der DDR. Das sprachliche Vermögen der Autorin, mit weni­gen Worten, kurzen prägnanten Sätzen, poetischen Verdichtungen, originellen Vergleichen, Gegenschnitten, Andeutungen und Leerstellen, der Leserschaft Situationen, Stimmungen und Befindlichkeiten nahezubringen, ist ihre Stärke. Darum lassen sich viele zunächst gerne auf den Roman ein und verfolgen, wie sich die Hauptperson anekdotenreich, farbig und in ihrem eigenwilligen Schreibstil an ihre Jahre in der DDR von 1956 bis 1971 erinnert. Der Teil, der in der Bundesrepublik spielt, fällt dann deutlich ab.

Die Zeit von 1971 bis 1991, die in der BRD spielt, ist eine bleierne Zeit. Nur unter der Annahme ei­ner sich steigernden Depression der Hauptperson, einer gelähmten Handlungsfähigkeit und einer Weltwahrnehmung der Wirklichkeit durch den Schleier des psychischen Leids, will dem Rezensenten dieser Teil als glaubhaft vorkommen. Die Depression zusammen mit dem Desinteresse der Hauptperson an politischen Entwicklungen hüben und drüben und die geringe Bedeutung, die Spanien für ihre Identität spielt, reduzieren diesen Teil auf eine künstliche Konstruktion von Ost-Hei­mat – West-Fremde. Raffiniert daran ist in gewisser Weise, dass die Hauptperson das Schicksal ihrer Mutter wie­derholt, die die DDR als Fremde erlebte, sich nicht integrierte und nicht integrieren wollte. Katia wäre demnach viel mehr die Tochter ihrer unglücklichen Mutter als die ihres kommunistischen Vaters. Die Parallele geht soweit, dass sich die fatale Entscheidung der in Spanien lebenden Mutter, ihrem Mann in die DDR zu folgen, in der fatalen Entscheidung ihrer Tochter, ihrem späteren Mann Johannes in die BRD zu folgen, wiederholt. Fremde und Leid bei Mutter und Tochter hüben wie drüben. Der einen erfriert das Herz in der DDR, der anderen in der BRD.

Die Betrachtung des Verhältnisses von Fakten und Ausgedachtem in der Erzählung hat ergeben, dass die Autorin es nicht darauf anlegt, entgegen der Erwartung des Rezensenten, ihre Romankonstruktion mit den bekannten historischen Fakten und der Lebenswirklichkeit der Exilspanier der ersten und zweiten Generation bestmöglich in Deckung zu bringen und dadurch das Verständnis für deren Lebensläufe und Schicksale zu vertiefen. Im Gegenteil, es wird einiges getan, um die Wirklichkeit auf Abstand zu halten. Die gewählte DDR-BRD-Konstellation ist zunächst (bis zum Beweis des Gegenteils) eine Kopfgeburt, reine Fiktion. Das wichtigste Mittel, die Wirklichkeit außen vor zu lassen, findet sich dabei in der psychologischen Ausstattung der Hauptperson nach ihrer Übersiedlung in die BRD, die geradezu darauf ausgerichtet scheint, die Wirklichkeit nicht klar zu sehen: wegen ihrer Unreife, ihrem Desinteresse am politischen Geschehen, ihrer Initiativlosigkeit und vor allem wegen ihrer Depression.

Viel mehr als in dem Roman erfährt man in dem Gespräch zwischen Mercedes Álavrez und Núria Quevedo (2004) über die Töchter von spanischen Kommunisten in der DDR. Das Buch, das daraus entstanden ist, würde der Rezensent gerne ins Spanische übersetzt sehen. Zu begrüßen wäre außerdem eine fundierte historische Arbeit zu den republikanischen Flüchtlingen, die sich 1945, direkt nach dem Ende des Zweiten Weltkriegs, bereits in Deutschland befanden und später in der DDR lebten. Das abenteuerliche Leben des José Quevedo verdiente dabei eine eigene Darstellung.

7. Literatur

  • Alted Vigil, Alicia: Los exilios en la España contemporánea. In: Ayer (Asociación de Historia Contemporánea), 2002, No. 47, S. 129-154
  • Álvarez, Mercedes und Quevedo, Núria: Ilejanía – Unferne: die Nähe des Vergessenen. Ein Gespräch. BasisDruck: Berlin 2004
  • Alvite, Maite im Interview mit Aroa Moreno Durán. Diario de Ibiza vom 13. März 2019
  • Chmielorz, Rilo: Operation Bolero. Das spanische Kollektiv in Ost-Berlin. Manuskript zur Sendung im Deutschlandfunk vom 10.5.2016 (19:15-20:00)
  • Denoyer, Aurélie: Les réfugiés politiques espagnols en RDA. In: Trajectoires 3 | 2009
  • Denoyer, Aurélie: Integration und Identität. Die spanischen politischen Flüchtlinge in der DDR. In: Kim Christian Priemel (Hg.): Transit – Transfer: Politik und Praxis der Einwanderung in die DDR 1945 – 1990. Sächsische Landeszentrale für Politische Bildung: Dresden 2011, S. 98-112
  • Denoyer, Aurélie: Exil als Heimat. Die spanischen kommunistischen Flüchtlinge in der DDR. Individuelle Lebensläufe, Kollektivgeschichte. Dissertationsprojekt. In: The International Newsletter of Communist Studies XVIII, (2012), no. 25 . S. 40-43
  • Denoyer, Aurélie: L’exil comme patrie. Les réfugiés communistes espagnols en RDA (1950-1989). Trajectoires individuelles, histoire collective. In: Trajectoires 6 | 2012 
  • Denoyer, Aurélie: L’exil comme patrie. Les réfugiés communistes espagnols en RDA (1950-1989). Presses universitaires de Rennes: Rennes 2017; online verfügbar; diese Publikation beruht auf der Dissertation von 2012
  • Denoyer, Aurélie und Faraldo, José M.: »Es war sehr schwer nach 1968 als Eurokommunistin«. Emigration, Opposition und die Beziehungen zwischen der Partido Comunista de España und der SED. In: Arnd Bauerkämper und Francesco Di Palma (Hg.): Bruderparteien jenseits des Eisernen Vorhangs. Die Beziehungen der SED zu den kommunistischen Parteien West- und Südeuropas (1968–1989). Ch. Links Verlag: Berlin 2011, S. 186-202
  • Drescher, Johanna: Asyl in der DDR. Spanisch-kommunistische Emigration in Dresden (1950-1975). vdm-Verlag: Saarbrücken 2008
  • Eiroa, Matilde: Españoles tras el Telón de Acero: El exilio republicano y comunista en la Europa socialista. Marcial Pons Ediciones de Historia: Madrid 2018
  • Gumbrecht, Hans Ulrich: Vom Leben und Sterben der großen Romanisten. Carl Hanser Verlag: München 2002
  • Heine, Hartmut: El exilio republicano en Alemania Oriental (República Democrática Alemana-RDA). In: Migraciones y Exilios, 2-2001, S. 111-121
  • Kreienbrink, Alexander: Der Umgang mit Flüchtlingen in der DDR am Beispiel der spanischen ‚politischen Emigranten‘. In: Totalitarismus und Demokratie, 2(2005)2, S. 317-344
  • Lister, Enrique: Vorgeschichte und Voraussetzungen der Ansiedlung der spanischen kommunistischen Emigranten in Osteuropa. In: Totalitarismus und Demokratie, 2(2005)2, S. 289-316
  • Meerwald, Johannes: Spanische Häftlinge in Dachau. Bürgerkrieg, KZ-Haft und Exil. Wallstein Verlag: Göttingen 2022
  • Poutrus, Patrice G.: Zuflucht im Ausreiseland. Zur Geschichte des politischen Asyls in der DDR. In: Jahrbuch für Historische Kommunismusforschung 11. Jg. (2004), S. 355-378
  • Strode, Sara im Interview mit Aroa Moreno Durán. In: El papel amarillo (blog de críticas literarias) vom 23. Juli 2018
  • Uhl, Michael: Mythos Spanien. Das Erbe der Internationalen Brigaden in der DDR. Dietz: Bonn 2004.
  • Whittemore, Katie im Interview mit Aroa Moreno Durán. In: H for History Blog vom 8. Februar 2021

Aroa Moreno Durán: Die Tochter des Kommunisten. btb Verlag: München 2022, ISBN 978-3-442-75904-0

Johannes Meerwald: Spanische Häftlinge in Dachau | Presos españoles en Dachau

Un aporte a la representación histórica de una epopeya casi olvidada

Reseña de Knud Böhle (Spanienecho de 02.11.2022), traducción de Pascual Riesco Chueca (Spanienecho de 18.11.2022)

1. Introducción

Johannes Meerwald es el autor de la primera monografía en lengua alemana sobre los españoles encarcelados en el campo de concentración de Dachau. La obra ha sido publicada en octubre de 2022 por Wallstein Verlag, en la «Serie pequeña» del Instituto Fritz Bauer. El libro es una versión revisada de su tesis de máster, que recibió en 2021 el premio de investigación Stanislav Zámecník del Comité International de Dachau (CID). El estudio se basa en una ambiciosa exploración de los archivos españoles y alemanes, así como en el examen de la literatura científica secundaria, de las memorias publicadas por prisioneros españoles de Dachau, y por prisioneros de otras naciones que aportan datos sobre los presos españoles.

2. Una primera ojeada

Antes de entrar en detalles sobre la obra, conviene exponer brevemente, a partir del material aportado por Meerwald, las etapas de la odisea y los hechos históricos más destacables. Al menos 659 de los españoles que huyeron a Francia al final de la Guerra Civil fueron deportados al campo de concentración de Dachau (p. 105). Dachau era un campo de hombres. Para las pocas mujeres españolas que llegaron a Dachau, este campo constituyó tan solo una breve etapa, de camino hacia otro campo de concentración (cf. p. 50 y ss.). Un total de 130 españoles murieron en Dachau. A fines de abril de 1945, el campo de concentración fue liberado por las tropas estadounidenses (ver p. 107).

Da comienzo esta odisea con la salida de aproximadamente medio millón de mujeres, niños y hombres, huidos a Francia ante el avance victorioso de las tropas de Franco. Para sugerir la magnitud del éxodo puede señalarse que, a finales de 1939, todavía quedaban unos 200.000 exiliados españoles en suelo francés, muchos de ellos recluidos, en lamentables condiciones, en los campos de internamiento del sur de Francia (cf. p. 15). A los hombres capacitados para la lucha armada se les brindaba una oportunidad para salir de los campos, la de ponerse a disposición del ejército francés. Las opciones eran: incorporarse a la Legión Extranjera, a los RMVE (Régiments de Marche de Volontaires Étrangers), o a las CTE (Compagnies de Travailleurs Étrangers).

Los españoles presos en el campo de concentración de Dachau entre 1940 y 1943 eran en su mayoría prisioneros de guerra capturados a raíz de la derrota de Francia por la Wehrmacht alemana. La mayor parte de ellos había participado anteriormente, entre 1939 y 1940, en la defensa de la Tercera República francesa. Unos 50.000 españoles, se estima, fueron desplegados para reforzar la línea Maginot (ver p. 16).

En cuanto a los quinientos españoles, aproximadamente, que fueron deportados en 1944 a Dachau, en su mayoría pertenecen a la resistencia contra el régimen de Vichy y contra la ocupación alemana. Procedentes de cárceles francesas, campos de internamiento y campos de concentración franceses, fueron trasladados al campo de Dachau y su satélite Allach, para ser subsecuentemente usados como trabajadores forzados en la industria armamentística alemana (ver p. 40). Por supuesto, constituyen solo una pequeña fracción de las personas españolas que, activas en la Resistencia, terminaron deportadas en los campos nazis.

Tras la liberación de los campos de concentración en 1945, muchos de los españoles supervivientes regresaron nuevamente al exilio en Francia, ya que el régimen franquista no fue derrocado por los Aliados al final de la Segunda Guerra Mundial, siendo incluso cada vez más reconocido internacionalmente durante el transcurso de la Guerra Fría. Para la mayoría de los exprisioneros de los campos de concentración, regresar a España conllevaba un riesgo elevado de ser nuevamente perseguidos, encarcelados o incluso asesinados. Por su parte, el estado francés prestó «en general poca atención a la crítica situación de los supervivientes españoles» (p. 90). El apoyo estatal a los exprisioneros de los campos de concentración se limitó a quienes habían luchado previamente con el ejército francés. Los combatientes de la Resistencia que sobrevivieron al campo de concentración de Dachau se vieron excluidos de las subvenciones gubernamentales (p. 95). Para muchos, el exilio forzado solo terminó con la muerte del dictador en 1975. Entre tanto, ya han ido muriendo todos los españoles, testigos supervivientes del campo de concentración de Dachau (p. 109).

3. Algunos detalles y algunas cuestiones abiertas

3.1 Deportación al campo de concentración de Mauthausen y traslado de algunos prisioneros a Dachau

La pérdida de la guerra contra Alemania supuso a Francia más de un millón de prisioneros de guerra. La mayoría de ellos fueron destinados a trabajos forzados. Los prisioneros de guerra españoles, por su parte, fueron deportados al campo de concentración de Mauthausen-Gusen. Las condiciones del trabajo forzado, la mala alimentación, la violencia de los guardianes, encuadrados en las SS, y la práctica deliberada de asesinatos se confabularon para que pocos de ellos pudieran sobrevivir el internamiento. Hasta finales de 1941 habían sido llevados 7.200 españoles a este complejo de campos de concentración, de los cuales, casi dos terceras partes habían muerto a finales de 1943 (cf. p. 17 y ss.). Un número relativamente pequeño de prisioneros españoles fue trasladado desde Mauthausen-Gusen entre 1940 y 1943 al campo de Dachau.

Algunas preguntas en torno a este escenario, planteadas por Meerwald, no han sido completamente resueltas aún por la investigación. ¿Por qué los prisioneros de guerra españoles no fueron tratados como tales, según derecho de guerra, sino deportados a Mauthausen como apátridas? ¿Por qué todos los prisioneros de guerra españoles fueron deportados a Mauthausen? ¿Cuáles fueron los motivos del traslado de presos españoles desde Mauthausen a Dachau? Hay una hipótesis plausible para la primera pregunta: uno de los objetivos de Franco era la aniquilación de los españoles republicanos, tanto en el interior como en el extranjero; incluso tras la victoria en la Guerra Civil, el dictador no desistió de este propósito. A sus cálculos le convenía la deportación de prisioneros de guerra españoles a campos de concentración alemanes. En ese momento, la Alemania nazi todavía esperaba que España luchara a su lado en la Segunda Guerra Mundial. Pero la investigación actual no ha conseguido poner totalmente en claro cuál fue el acuerdo entre ambas dictaduras sobre cómo tratar a los españoles prisioneros en Alemania (cf. p. 17).

3.2 Trabajos forzados, disolución de los campos de concentración, y detención en Francia

En el apogeo de la guerra, el trabajo forzado fue adquiriendo cada vez más importancia para la industria armamentista alemana, y ello se reflejó también en los campos de concentración. Meerwald ve en Albert Speer la «fuerza impulsora tras el radical giro economicista del sistema de campos de concentración, iniciado en 1942» (p. 54). En el curso de esta reorientación, el «rojo español» (Rotspanier en alemán), políticamente peligroso, pasó a ser considerado un útil trabajador forzoso (ver p. 106). El interés por gestionar esta mano de obra conllevó ciertas mejoras en la manutención de los presos.

No pocos de los españoles residentes por entonces en Francia se negaban a enrolarse en las brigadas de trabajo del régimen de Vichy, los Groupements de travailleurs étrangers, o en la OT, la Organización Todt. Prefirieron pasar a la clandestinidad y participar activamente en la resistencia contra el régimen de Vichy y los ocupantes alemanes (ver p. 38 y ss.). En caso de ser capturados, generalmente eran enviados a campos y prisiones franceses.

En el curso de varias mortíferas expediciones, en 1944, fueron transportados en tren, junto a muchos otros presos, a Alemania. En el desplazamiento desde el campo de concentración francés Royallieu a Dachau, del 29 de junio de 1944, el tristemente famoso train de la mort, 984 de los 2.162 deportados (entre ellos, 65 españoles) encontraron la muerte (cf. pp. 43-45). Al deseo de racionalizar la economía de guerra se contraponía, manifiestamente, una inhumana voluntad aniquiladora. Ante un transporte de presos tal como es documentado por Meerwald, ciertamente cabe dudar de que su finalidad principal fuese el aprovisionamiento con trabajadores forzados de la industria bélica. Dado el ineluctable avance de los Aliados, parece haber pasado a un primer plano el objetivo de disolver los campos y prisiones, sin tener en cuenta el coste en vida humana.

3.3 Sobre las condiciones de supervivencia de los presos españoles en Dachau

Meerwald también explora las condiciones de supervivencia de los prisioneros españoles en Dachau. Tres factores mejoraron la situación: en primer lugar, el apoyo y solidaridad de los numerosos interbrigadistas ―voluntarios que habían luchado del lado de la Segunda República Española en la Guerra Civil en las Brigadas Internacionales― fue de excepcional importancia. Al igual que los españoles presos en Dachau, los brigadistas fueron catalogados como «españoles rojos». Para trazar una imagen completa de la situación de los españoles en Dachau, hubiera sido de gran interés contar con más información sobre el número y la composición política y social de los interbrigadistas recluidos en el campo, dada su capital importancia para los presos españoles.

En segundo lugar, los españoles lograron establecer una red secreta de comunicación y ayuda en el campo de concentración. El médico de presos Vicente Parra Bordetas fue de extraordinaria importancia para esta red, en su condición de médico, que le permitió salvar muchas vidas, y como cabeza de la red (ver p. 72).

En tercer lugar, «se esfumaron las diferencias» entre las distintas organizaciones políticas (comunistas estalinistas, marxistas antiestalinistas, socialistas, anarcosindicalistas) dentro del campo de concentración (ver p. 63). No está claro en este punto qué peso relativo tenían los diferentes grupos. Dado que la República Española fue apoyada no solo por fuerzas revolucionarias de izquierda, sino también por partidarios de la democracia burguesa y por militares leales, sería apropiado discutir hasta qué punto las posiciones republicanas no izquierdistas tuvieron presencia entre los presos de campos de concentración.

3.4 Exilio

Después de la reclusión, durante el exilio en Francia, la mencionada unidad se rompió de nuevo. Ello se refleja en la gran cantidad de asociaciones de sobrevivientes que se fundaron en el exilio. La FEDIP (Federación Española de Deportados e Internados Políticos) fue la asociación más potente. Los comunistas españoles crearon su propia asociación, que hubo de hacer frente a la línea oficial del PCE (Partido Comunista de España), desde el exilio en Moscú, que acusaba a los supervivientes de los campos de concentración de haber colaborado con los alemanes (cf. p. 94).

En contraste, presenta Meerwald un benigno pasaje de la historia del exilio, que tiene lugar en Múnich. No todos los presos españoles fueron a Francia tras su liberación. Hubo algunos que terminaron en Múnich. Allí residía en el Palacio Municipal de Nymphenburg la princesa española María de la Paz de Borbón y Borbón (casada con Luis Fernando de Baviera), de inclinaciones filantrópicas y caritativas. Algunos supervivientes españoles de Dachau acudieron a ella con una petición de socorro, que les fue concedida. A cambio, los «españoles rojos» repararon el palacio, dañado por las bombas, y «encontraron un nuevo hogar nada menos que en la residencia muniquesa de la familia Wittelsbach» (p. 85). Con la muerte de la infanta, a los 84 años, termina esta memorable historia el 3 de diciembre de 1946.

4. Resumen: contra el olvido

El libro llena un vacío en la investigación sobre los campos de concentración nazis y proporciona una pieza adicional de la historia acerca de las víctimas de la dictadura franquista, que sufrieron la fuga, los campos de internamiento, el trabajo forzado, el campo de Dachau y el exilio. El conocimiento de los hechos históricos y las anotaciones personales de los exprisioneros del campo de concentración se entrelazan en la obra de tal manera que se evita recluir a los prisioneros en un papel de meras víctimas. Por un lado, esto se consigue gracias a mencionar, siempre que es posible, los nombres de los presos y dar relieve a «las voces de los perseguidos» (p. 14) por medio de citas a propósito. A ello se suma el hecho de que se abarque toda la epopeya de los presos, incluyendo la historia antes y después del encarcelamiento en el campo de concentración. Todo ello contribuye a caracterizar a los presos como personas activas que hicieron una importante contribución a la defensa de la Tercera República francesa y a la resistencia contra las dictaduras que los oprimían.

Meerwald escribe con objetividad y detalle. Quizá justamente porque el autor prescinde del heroísmo y victimismo es por lo que esta historia nos sigue tocando hoy en día y haciendo aflorar algo no acabado ni resuelto. Traer a la memoria, con criterio histórico, un episodio casi olvidado del «siglo de los campos» (Zygmunt Bauman) es abrir vías de conexión con el presente. Esto es lo que consigue Meerwald con su estudio.


Johannes Meerwald: Spanische Häftlinge in Dachau. Bürgerkrieg, KZ-Haft und Exil. Reihe: Kleine Reihe zur Geschichte und Wirkung des Holocaust; Bd. 4. Wallstein Verlag: Göttingen 2022, ISBN 978-3-8353-5320-6 (Oktober 2022) [Presos españoles en Dachau. Guerra Civil, campo de concentración y exilio. Serie pequeña sobre la historia y efectos del holocausto. Vol. 4. Gotinga: Wallstein Verlag 2022, ISBN 978-3-8353-5320-6 (octubre de 2022)]

Johannes Meerwald: Spanische Häftlinge in Dachau. Bürgerkrieg, KZ-Haft und Exil

Ein Beitrag zur historischen Vergegenwärtigung einer fast vergessenen Odyssee

Rezension von Knud Böhle

1. Einleitung

Johannes Meerwald hat die erste deutschsprachige Monographie zu den im KZ Dachau inhaftierten Spaniern vorgelegt. Die Arbeit ist im Oktober 2022 im Wallstein Verlag, in der «Kleinen Reihe» des Fritz Bauer Instituts, erschienen. Das Buch ist die überarbeitete Fassung seiner Masterarbeit, die 2021 mit dem Stanislav Zámecník-Studienpreis des Comité International de Dachau (CID) ausgezeichnet worden war. Die Studie beruht auf intensiver Arbeit in den einschlägigen spanischen und deutschen Archiven, einer Auswertung der wissenschaftlichen Sekundärliteratur sowie der publizierten Erinnerungen der spanischen Häftlinge und anderer KZ-Häftlinge, die sich zu den Spaniern im KZ geäußert haben.

2. Ein erster Überblick

Bevor auf Details der Arbeit eingegangen wird, werden zunächst auf Basis des von Meerwald ausgebreiteten Materials die Etappen der Odyssee und die relevanten historischen Ereignisse in knapper Form angesprochen: Mindestens 659 der am Ende des spanischen Bürgerkriegs nach Frankreich geflohenen Spanier wurden in das KZ Dachau deportiert (S. 105). Dachau war ein Männerlager. Für die Spanierinnen, die nach Dachau kamen, war dieses KZ nur eine kurze Zwischenstation auf dem Weg in ein anderes KZ (vgl. S. 50f.). Insgesamt starben 130 Spanier im KZ Dachau. Ende April 1945 wurde das KZ von US-amerikanischen Truppen befreit (vgl. S. 107).

Am Anfang der Odyssee stand die Flucht von geschätzt einer halben Million Frauen, Kindern und Männern vor den im Bürgerkrieg siegreichen Truppen Francos nach Frankreich. Ende 1939 befanden sich, um die Größenordnung zu verdeutlichen, noch etwa 200.000 Spanierinnen und Spanier im französischen Exil ‒ viele davon waren unter erbärmlichen Bedingungen in Internierungslagern im Süden Frankreichs untergebracht (vgl. S. 15). Den wehrfähigen Männer eröffnete sich die Möglichkeit, sich der französischen Armee zur Verfügung zu stellen, um den Lagern zu entkommen. Die Optionen waren: Eintritt in die Fremdenlegion, in die RMVE (Régiments de Marche de Volontaires Étrangers) oder in die CTE (Compagnies de Travailleurs Étrangers).

Die Spanier, die zwischen 1940 und 1943 im KZ-Dachau inhaftiert wurden, gehörten überwiegend zu den Kriegsgefangen nach dem Sieg der Deutschen Wehrmacht über Frankreich. In der Mehrzahl hatten sie in den Jahren 1939 und 1940 zur Verteidigung der Dritten Französischen Republik beigetragen. An der Befestigung der Maginot-Linie kamen geschätzt 50.000 Spanier zum Einsatz (vgl. S. 16).

Die circa 500 Spanier, die 1944 nach Dachau deportiert wurden, sind in ihrer Mehrzahl dem Widerstand gegen das Vichy-Regime und gegen die deutsche Besatzung zuzurechnen. Sie wurden aus französischen Gefängnissen, Internierungslagern und französischen KZs in das KZ Dachau und das Außenlager Allach verschleppt, wo sie dann als Zwangsarbeiter für die deutsche Rüstungsindustrie eingesetzt wurden (vgl. S. 40). Sie machen selbstverständlich nur einen kleinen Teil der spanischen Frauen und Männer aus, die im Widerstand aktiv waren und in nationalsozialistische Konzentrationslager deportiert wurden.

Nach der Befreiung der Konzentrationslager 1945 schloss sich für viele der überlebenden Spanier erneut eine Zeit des Exils in Frankreich an, da das Franco-Regime von den Alliierten am Ende des II. Weltkriegs nicht gestürzt wurde und im Zuge des Kalten Krieges international sogar zunehmend aufgewertet wurde. Eine Rückkehr nach Spanien war für die meisten der ehemaligen KZ-Häftlinge mit einem hohen Risiko verbunden, erneut verfolgt, inhaftiert oder sogar ermordet zu werden. Der französische Staat seinerseits schenkte der «Notlage der spanischen Überlebenden insgesamt nur wenig Aufmerksamkeit» (S. 90). Die staatliche Unterstützung ehemaliger KZ-Häftlinge beschränkte sich auf die, die zuvor für die französische Armee tätig gewesen waren. Die Widerstandskämpfer, die das KZ Dachau überlebten, waren von staatlichen Zuwendungen ausgeschlossen (S. 95). Für viele endete das erzwungene Exil erst mit dem Tod des Diktators im Jahre 1975. Inzwischen sind alle spanischen Zeitzeugen, die das KZ Dachau überlebten, verstorben (S. 109).

3. Einige Details und einige offene Fragen

3.1 Verschleppung in das KZ Mauthausen und Verlegung einiger Häftlinge nach Dachau

Der gegen Deutschland verlorene Krieg bedeutete weit mehr als eine Million französische Kriegsgefangene. Die meisten davon wurden zur Zwangsarbeit herangezogen. Die spanischen Kriegsgefangenen hingegen wurden in den KZ-Komplex Mauthausen-Gusen deportiert. Die Bedingungen der Zwangsarbeit, die schlechte Versorgung, die Gewalttätigkeit der SS-Aufseher und gezielte Mordaktionen sind dafür verantwortlich, dass so wenige Menschen das Lager überlebten. Bis Ende 1941 wurden 7.200 Spanier in diesen KZ-Komplex verschleppt, von denen bis Ende 1943 beinahe zwei Drittel verstarben (vgl. S. 17f.). Eine vergleichsweise kleine Anzahl spanischer Häftlinge wurde zwischen 1940 und 1943 aus Mauthausen-Gusen in das KZ Dachau verlegt.

Einige Fragen in diesem Zusammenhang, die Meerwald anspricht, sind in der Forschung noch nicht ganz geklärt. Warum wurden die spanischen Kriegsgefangenen nicht entsprechend dem Kriegsgefangenenrecht behandelt, sondern als Staatenlose nach Mauthausen deportiert? Warum wurden alle spanischen Kriegsgefangenen nach Mauthausen deportiert? Was waren die Gründe, spanische Häftlinge von Mauthausen nach Dachau zu verlegen? Für die erste Frage gibt es eine plausible Annahme: Die Vernichtung republikanischer Spanier im Inland und im Ausland war ein Ziel Francos, das er auch nach dem Sieg im Bürgerkrieg weiter verfolgte. Die Verschleppung der spanischen Kriegsgefangenen in deutsche KZs entsprach diesem Interesse. Zu dem Zeitpunkt erwartete Nazi-Deutschland noch, Spanien würde an seiner Seite in den Zweiten Weltkrieg eintreten. Wie genau der Verständigungsprozess zwischen den Diktaturen über den Umgang mit den Spaniern in deutscher Kriegsgefangenschaft ablief, ist wissenschaftlich noch nicht gänzlich geklärt (vgl. S. 17.).

3.2 Zwangsarbeit und Auflösung der Lager und Gefängnisse in Frankreich

Auf dem Höhepunkt des Krieges wurde Zwangsarbeit für die deutsche Rüstungsindustrie immer wichtiger, und das hatte auch Auswirkungen auf die KZs. Meerwald sieht Albert Speer als «treibende Kraft hinter der seit 1942 radikal betriebenen Ökonomisierung des KZ-Systems» (S. 54). Im Zuge dieser Neuausrichtung wurde der politisch gefährliche «Rotspanier» zum nützlichen Zwangsarbeiter umgedeutet (vgl. S. 106). Das Interesse am Erhalt der Arbeitskraft brachte eine gewisse Verbesserung der Versorgung der Häftlinge mit sich.

Nicht wenige Spanierinnen und Spanier, die sich zu diesem Zeitpunkt in Frankreich aufhielten, wollten weder in den Arbeitsbrigaden des Vichy-Regimes, den Groupements de travailleurs étrangers, arbeiten, noch für die OT, die Organisation Todt. Sie zogen es vor, in den Untergrund zu gehen und im Widerstand gegen das Vichy-Regime und die deutschen Besatzer aktiv zu werden (vgl. S. 38f.). Wurden sie gefasst, kamen sie in der Regel in französische Lager und Gefängnisse.

In mehreren mörderischen Transporten wurden sie (mit vielen anderen) 1944 mit Zügen nach Deutschland verschleppt. Bei dem Transport aus dem französischen KZ Royallieu nach Dachau am 29.6.1944, dem traurig berühmten train de la mort, kamen von den 2.162 Deportierten (darunter 65 Spanier) 984 während des Transports um (vgl. S. 43-45). Der Rationalisierungswille der Kriegswirtschaft wurde offenkundig durch menschenverachtenden Vernichtungswillen konterkariert. Es kann bezweifelt werden, dass die bei Meerwald dokumentierten Transporte noch primär der Zufuhr von Zwangsarbeitern für die Rüstungsindustrie dienten. Angesichts des unabweisbaren Vorrückens der Alliierten war die Auflösung der Lager und Gefängnisse, ohne Rücksicht auf Menschenleben, womöglich zum vorrangigen Ziel geworden.

3.3 Zu den Überlebensbedingungen der spanischen Häftlinge in Dachau

Meerwald geht auch auf die Überlebensbedingungen der spanischen Häftlinge in Dachau ein. Drei Faktoren verbesserten die Lage: von außerordentlicher Bedeutung war erstens die Unterstützung und Solidarität der zahlreichen Interbrigadisten, also der Freiwilligen, die an der Seite der II. Spanischen Republik im Bürgerkrieg in den Internationalen Brigaden gekämpft hatten. Die Interbrigadisten wurden ebenso wie die Spanier im KZ Dachau als «Rotspanier» kategorisiert. Zusätzliche Informationen zur Anzahl sowie der politischen und sozialen Zusammensetzung der für die Spanier so wichtigen Interbrigadisten im KZ Dachau zu erhalten, wären für das Gesamtbild der Lage der Spanier im KZ Dachau durchaus interesssant gewesen.

Den Spaniern gelang es zweitens im KZ, ein geheimes Kommunikations- und Hilfsnetzwerk zu unterhalten. Der Häftlingsarzt Vicente Parra Bordetas war von außerordentlicher Bedeutung für dieses Netzwerk – als Arzt, der viele Leben retten konnte, und als Kopf des Netzwerks (vgl. S. 72).

Drittens «verflüchtigten sich die Differenzen» der unterschiedlichen politischen Organisationen (stalinistische Kommunisten, antistalinistische Marxisten, Sozialisten, Anarcho-Syndikalisten) im KZ (vgl. S. 63). Unklar bleibt an dieser Stelle, wie groß die einzelnen Gruppen jeweils waren. Da die spanische Republik nicht nur von revolutionären, linken Kräften verteidigt wurde, sondern auch von Anhängern bürgerlicher Positionen und von loyalen Militärs, wäre eine Erörterung der Frage, inwieweit auch nicht-linke republikanische Positionen unter den KZ-Häftlingen vertreten waren, durchaus sinnvoll.

3.4 Exil

Nach der Haft, im französischen Exil, löste sich die angesprochene Einigkeit wieder auf. Das spiegelt sich in der Vielzahl der Überlebendenverbände, die im Exil gegründet wurden. Die FEDIP (Federación Española de Deportados e Internados Políticos) war der stärkste der Verbände. Die spanischen Kommunisten gründeten einen eigenen Verband, der sich mit der Linie des PCE (Partido Comunista de España) im Moskauer Exil auseinandersetzen musste, die den Überlebenden der KZs unterstellte, mit den Deutschen kollaboriert zu haben (vgl. S. 94).

Eine dem gegenüber versöhnliche Exil-Geschichte, die Meerwald aufgreift, spielt in München. Nicht alle befreiten spanischen Häftlinge gingen nach Frankreich. Einige verschlug es auch nach München. Dort im Nymphenburger Stadtschloss residierte damals die philanthropisch und karitativ eingestellte spanische Prinzessin María de la Paz von Bourbón und zu Borbón (verheiratet mit Ludwig Ferdinand von Bayern). Einige spanische Überlebende des KZ Dachau gingen auf sie zu mit der Bitte um Unterstützung, die ihnen auch gewährt wurde. Im Gegenzug reparierten die «Rotspanier» das bombengeschädigte Stadtschloss und fanden «ausgerechnet in der Münchener Residenz der Wittelsbacher eine neue Heimat» (S. 85). Nach dem Tod der 84-jährigen Infantin am 3.12.1946 endet diese denkwürdige Geschichte (vgl. S. 84-86).

4. Fazit ‒ Gegen das Vergessen

Das Buch füllt eine Lücke in der Forschung zu den nationalsozialistischen Konzentrationslagern und liefert einen weiteren Mosaikstein für die historische Erinnerung an die Opfer der Franco-Diktatur, die Flucht, Internierungslager, Zwangsarbeit, KZ Dachau und Exil erlitten. Geschichtliches Faktenwissen und persönliche Aufzeichnungen der ehemaligen KZ-Häftlinge werden in der Arbeit so verwoben, dass einer Reduzierung der Häftlinge auf eine reine Opferrolle entgegengewirkt wird. Das gelingt zum einen dadurch, dass die Namen der Häftlinge nach Möglichkeit genannt werden und «den Stimmen der Verfolgten» (S. 14) über entsprechende Zitate Präsenz verschafft wird. Das gelingt zum anderen dadurch, dass die gesamte Odyssee betrachtet wird samt Vor- und Nachgeschichte der Haft im KZ. Das unterstützt die Charakterisierung der Häftlinge als handelnde Personen, die Erhebliches zur Verteidigung der III. Französischen Republik und im Widerstand gegen die sie bedrängenden Diktaturen geleistet haben.

Meerwald schreibt sachlich und detailreich. Vielleicht liegt es gerade daran, dass er auf Heroismus und Victimismo verzichtet, dass diese Geschichte heute noch berührt und als noch nicht abgegolten deutlich wird. Eine fast vergessene Episode aus dem «Jahrhundert der Lager» (Zygmunt Bauman) historisch zu vergegenwärtigen, bedeutet Anschlussmöglichkeiten in der Gegenwart zu eröffnen. Das leistet Meerwald mit der vorliegenden Studie.


Johannes Meerwald: Spanische Häftlinge in Dachau. Bürgerkrieg, KZ-Haft und Exil. Reihe: Kleine Reihe zur Geschichte und Wirkung des Holocaust; Bd. 4. Wallstein Verlag: Göttingen 2022, ISBN 978-3-8353-5320-6 (Oktober 2022)

Birgit Aschmann: Beziehungskrisen. Eine Emotionsgeschichte des katalanischen Separatismus ― Crisis de relaciones. Una historia emocional del separatismo catalán


Un libro de fácil comprensión sobre un problema difícil de comprender

Reseña de Knud Böhle (Spanienecho de 19.10.2021), traducción de Pascual Riesco Chueca (Spanienecho de 29.09.2022)

Entender a los catalanistas

Para quienes, de forma desprejuiciada, se interesan en Alemania por la política, no resulta fácil entender el nacionalismo catalán y su objetivo de fundar un nuevo estado nacional segregándose de España. Sobre la comprensión de lo foráneo pesa una dificultad añadida, el hecho de que en Alemania no existe actualmente ningún problema real de nacionalidades ni hay movimientos independentistas. De ahí la ausencia en Alemania de partidos políticos relevantes que pongan en cuestión los fundamentos de la constitución y, con ello, la estructura del estado. El texto publicado por la editorial Wallstein de la historiadora Birgit Aschmann, profesora en la Universidad Humboldt de Berlín, se propone hacer accesible a un público amplio el nacionalismo catalán y, específicamente, su radicalización como movimiento independentista a partir de aproximadamente 2010.

La increíble curva de crecimiento del separatismo catalán

En 1976, el primer año tras la muerte de Franco, solo un dos por ciento de los catalanes apoyaban la independencia (cf. p. 159). En el referéndum constitucional de 1978, que otorgó a nacionalidades y regiones el derecho a la autonomía, participó el 68 % de los catalanes y de ellos 90,5 % votaron a favor de la nueva constitución. Cuatro décadas más tarde, el panorama es radicalmente diferente: el presidente de gobierno de la comunidad autónoma de Cataluña, Carles Puigdemont, anunció el 10 de octubre de 2017: «Cataluña se constituye en un estado independiente en forma de república» (cf. p. 230). Es cierto que, segundos más tarde, esta declaración unilateral de independencia quedó suspendida. Pero el 27 de octubre del mismo año fue sometida a votación la declaración de independencia en el parlamento autonómico catalán, la Generalitat. La mayoría de los diputados, por entonces en manos de los separatistas, era favorable: del total de 135 diputados en el parlamento, 72 eran independentistas. En la votación celebrada el 27 de octubre, hubo 70 votos válidos pro independencia.

El proceso constitucional de un nuevo estado nacional, la República Catalana, previsto tras esta declaración unilateral de independencia, no llegó a activarse de facto. El mismo día, el gobierno catalán fue depuesto, el parlamento fue disuelto y se estableció una administración judicial basada en el artículo 155 de la constitución española. Paralelamente, se convocaron nuevas elecciones para la comunidad autónoma. Pocos días después se dictaron órdenes de detención para los principales protagonistas del movimiento independentista. Tras las elecciones del 21 de diciembre de 2017 hubo que esperar al 14 de mayo de 2018 para que se formara un nuevo gobierno en Cataluña y concluyera la administración judicial.

En aquellas fechas los partidos favorables a la independencia de Cataluña tenían una ajustada mayoría en el parlamento catalán. Ello no significa automáticamente que contaran con el respaldo de una mayoría de la población. El sistema de voto y la participación electoral deben ser tenidos en cuenta para interpretar los datos. En 2017, una mayoría separatista de escaños no se correspondía con una mayoría de votos.

A tenor de los resultados hubiera podido establecerse tras las últimas elecciones del 14 de febrero de 2021 una coalición de gobierno izquierdista, específicamente socialdemócrata. Pero ello iba contra los intereses de la mayoría separatista en el parlamento, que se aferraba al proyecto político de la independencia. En el seno de los partidos de gobierno coexistían entonces distintas opiniones sobre cómo acceder al objetivo de la independencia de Cataluña, a corto plazo o más bien a medio y largo plazo; y sobre la cuestión de si la declaración unilateral de independencia seguía siendo una opción política. Parecían existir también entre los nacionalistas catalanes separatistas no genuinos, para quienes la petición de independencia era un medio estratético para forzar al estado central a sentarse a la mesa, consiguiendo un estatus especial y ventajoso para Cataluña dentro del estado autonómico.

Desde el punto de vista jurídico se distingue a veces entre separación y secesión, consistiendo la primera en una aceptación por parte del estado central de la escisión (por ejemplo, a raíz de un referéndum legal), mientras que la segunda implica la no aceptación por el estado central de la división, como es el caso en la declaración unilateral de independencia de Cataluña en 2017. Por añadidura, un estado nuevo originado por el segundo tipo de escisión tendría comparativamente pocas oportunidades de conseguir el reconocimiento internacional.

El dinamismo del procés visto a través de la historia de las emociones

La pregunta central del libro es cómo pudo pasarse de un catalanismo político relativamente poco virulento, al menos hasta el año 2006, a este inverosímil robustecimiento del nacionalismo catalán. ¿Cómo pudo ocurrir que la construcción y profundización de la autonomía (autonomismo) dejara de ser el objetivo compartido por amplios sectores del catalanismo político, para ceder su lugar a un nuevo horizonte de expectativas, la separación de España y la fundación de un estado propio?

Para entender mejor la dinámica del procés, se esfuerza Aschmann en seguir los giros y mutaciones del catalanismo político desde sus comienzos hasta la actual situación a finales de 2020. Lo peculiar de su análisis, también si se compara con los numerosos estudios españoles acerca del procés, es la perspectiva de su investigación, centrada en la historia de las emociones (cf. pp. 15 y 160). Consecuentemente, su atención se dirige a fenómenos como la política emocional entendida como medio de dominación e instrumento de poder, a la lógica inherente a las emociones, y a la dialéctica entre construcción emocional de la comunidad y exclusión social. En la dinámica del proceso juegan un papel destacado las expectativas, decepciones, temores e ira, indignación y resentimientos.

El reciente nacionalismo catalán es percibido pues, no como un peculiar movimiento territorial, socialmente singular, sino que es puesto en el contexto más amplio de una cultura de las emociones que en las dos últimas décadas registra una apreciable transformación, caracterizada por una creciente intensificación emocional de política y sociedad. Esta transformación es entendida ―remitiendo al sociólogo An­dreas Reckwitz ― como signo de la modernidad tardía, vinculándola a fenómenos como el nacionalismo y populismo en auge, los movimientos sociales de la indignación, y la activación social en torno a cuestiones de identidad ―y en particular, también de identidades colectivas―. También desde otro punto de vista, el nacionalismo periférico catalán rehuye actuar en solitario, observando a otros nacionalismos periféricos y aspiraciones separatistas fuera de su territorio y manteniendo contacto con ellos. En España, la referencia principal es sin duda la trayectoria del País Vasco (cf. pp. 194 ss.).

El catalanismo desde sus comienzos en el siglo xix hasta el fin del franquismo

Tras la introducción, con la explicación del procedimiento y los interrogantes planteados, se procede a tratar la historia y, con ella, la historia emocional del catalanismo de forma cronológica en tres capítulos (véase al respecto el detalle del índice de contenidos en alemán). Es característico del siglo xix un regionalismo de doble identidad y la coexistencia de comunidades emocionales (capítulo II). El capítulo III describe la emergencia del nacionalismo catalán a partir de 1898 en el contexto de la historia de España y Cataluña hasta la muerte en 1975 de Franco. Este periodo comprende la monarquía hasta la dictadura de Primo de Rivera, la dictadura de Primo (1923-1930), la etapa de la segunda república y la guerra civil (1931-1939) y, por último, el largo tiempo de la dictadura de Franco, hasta 1975. Se explica cómo el nacionalismo centralista español durante ambas dictaduras no consiguió sofocar el nacionalismo periférico catalán, sino que incluso lo reforzó indirectamente. Aschmann habla de la dialéctica entre las exigencias autonómicas catalanas y el nacionalismo español (p. 68). Incluso hoy día puede detectarse una especie de acaloramiento nacionalista.

Es verdad que al comienzo de los años de la república se proclamó una república catalana «dentro de la Federación de Repúblicas Ibéricas» (1931), proclamación que fue retirada tres días más tarde; en 1934 se constituyó un estado catalán «dentro de la República Federal Española», abolido por la fuerza diez horas más tarde. Pero ninguno de los dos avances en la dirección federal llegaron a realizarse; fueron de corta duración y debidos a circunstancias históricas muy especiales. De hecho, durante la segunda república se alcanzó un estatuto de autonomía para Cataluña. A esta línea pudo darse continuidad en 1975.

Durante el franquismo se consolidó en el seno del catalanismo, según la autora, «la fuerza hegemónica del catalanismo católico», opuesto a la dictadura y unificador de los catalanes (p. 101). Es destacable también la creación de robustas organizaciones de la sociedad civil como Crist y Catalunya (1954) u Òmnium Cultural (1961) ya en tiempos de la dictadura (cf. pp. 103, 107).

El catalanismo en la democracia, 1975 a 2010: autonomismo y nation-building

En el periodo 1975-2009 (capítulo IV) tuvo lugar la aprobación de la constitución (1978) y la edificación del estado autonómico español (véase al respecto la discusión sobre derecho constitucional, reseñada en Spanienecho, en el libro de Aschmann y Waldhoff). En la comunidad autónoma de Cataluña gobernó entre 1980 y 2003 una coalición burguesa con Jordi Pujol como jefe de gobierno (presidente de la Generalitat). Hoy recibe esta era política la denominación de pujolismo, asociada a la profundización institucional de la autonomía (p. 128) en el sentido del nation-building (p. 133). Ello equivalía a una catalanización de la política lingüística, de la política mediática, de la política de educación y escuela, y, cuestión no menor, de la narrativa histórica.

Piedra angular de la revisión histórica fue la «narrativa victimista catalana», que, en su forma más abreviada se resume con las palabras de un independentista, «solo nos han dado palos» (cf. p. 187). Este punto de vista refleja el resentimiento que se nutre de repetidas derrotas (reales o imaginadas), persistentes experiencias de impotencia y la memoria activa de ello. Los rencores se combinan fácilmente con sentimientos de aversión. Para el movimiento independentista catalán fue decisiva la actualización del «resentimiento antiespañol catalán» (p. 190). Con tono moderado pero inconfundible señala Aschmann que también participaron en ello historiadores especializados: «la disposición a considerar como un hecho la opresión continuada por “España” era tanto mayor cuanto que los historiadores profesionales pusieron de su parte para hacer plausible esta tesis» (p. 187).

En 2003 sucedió a la alianza de partidos burgueses dirigidos por Pujol una coalición de izquierdas liderada por el socialista Pasqual Maragall, del PSC (Partit dels Socialistes de Catalunya). Un objetivo de este gobierno fue alcanzar un nuevo estatuto de autonomía para Cataluña en el que, entre otras cosas, Cataluña había de ser reconocida como «nación». Con ello, como expresa con cautela Asch­mann, «se tocaban ámbitos sumamente delicados de la constitución española» (p. 151).

Dado que no hubo examen preliminar sobre la constitucionalidad del estatuto de autonomía en proceso, este estatuto pudo ser aceptado en las Cortes españolas, aunque con considerables modificaciones del texto, y tras un referéndum favorable en Cataluña, entró en vigor en 2006. Seguidamente fue recurrido ante el Tribunal Constitucional por distintas instancias, destacadamente el principal partido de la oposición, el conservador Partido Popular. La decisión del alto tribunal se retrasó hasta 2010. Algunos artículos y disposiciones del estatuto fueron considerados contrarios a la Constitución. «El fracaso del intento de atribuir a Cataluña oficialmente el estatuto de “nación” fue el desencadenante de un giro político radical» (p. 160). A partir de entonces se constató un acelerado crecimiento del número de personas favorables a la independencia.

El catalanismo en democracia a partir de 2010: el procés, hijo de la indignación

Especialmente a partir de 2010 demostró la sociedad civil catalana su extraordinaria capacidad organizativa, su potencial movilizador y su llamativa creatividad. Un ingrediente fueron los «plebiscitos subversivos» (p. 168) entre 2009 y 2011, en los que casi el 60 % de los municipios catalanes votaron sobre si Cataluña debía convertirse en un «estado social, independiente y democrático en el seno de la Unión Europea» (cf. ibid.). Otro elemento fueron las manifestaciones masivas que se celebraron con ocasión del día nacional catalán, la Diada (11 de septiembre), y que pusieron en las calles, visiblemente, a cientos de miles y a veces más de un millón de personas. Aschmann subraya la significación de estas acciones performativas, colectivas, cargadas de emoción, en breve, del formar parte y contribuir activamente a ellas, para el sentimiento comunitario de los nacionalistas catalanes (p. 179). Era también inherente a la creatividad del movimiento el saber reforzar la capacidad de enganche entre sectores no separatistas de la población y de la vida pública. La exigencia del «derecho a decidir» (cf. p. 168) fue apoyada por una base más amplia que lo de los puros independentistas.

De igual importancia o incluso mayor si se contempla desde la perspectiva histórico emocional fue la transformación del emotional regime. Las dos principales organizaciones de la sociedad civil, Òmnium Cultural, encabezada por Muriel Casals, y la Assemblea Nacional Catalana (ANC), de nueva creación, con Carme Forcadell en la dirección, consiguieron, según Aschmann, revolucionar el emotional regime del movimiento y alumbrar una «revolución de las sonrisas» (revolució dels somriures). «No se trata en modo alguno de un pretendido comportamiento esencialmente “femenino”, sino de una estrategia deliberada de ambas mujeres para cosechar notables ganancias para el nacionalismo catalán en términos de simpatía en el interior y en el extranjero, aprovechando una específica gestión emocional. Ello exigía una rigurosa exclusión de emociones y prácticas agresivas» (p. 174).

Fue en 2012 cuando se hizo visible el giro decisivo desde el autonomismo al separatismo y se produjo la siguiente vuelta de tuerca independentista. En esta fase fue sintomática la novedosa colaboración de las organizaciones separatistas de la sociedad civil y el gobierno regional. El presidente Artur Mas y su partido habían apoyado hasta entonces la ampliación de los derechos y competencias de la comunidad autónoma. El fracaso en las negociaciones del gobierno regional en Madrid en torno a un nuevo acuerdo fiscal que consiguiera para Cataluña unas condiciones ventajosas, análogas a las que ya el País Vasco había conquistado (cf. p. 182), suscitó en Artur Mas un cambio de perspectiva y movió al cierre de filas con las fuerzas separatistas.

Escalada e implosión del procés

La nueva fase de escalada, minuciosamente descrita por Aschmann, prosiguió tras la Diada de 2012, cuando Artur Mas anunció «estructuras de estado para Cataluña», promovió en noviembre de 2012 con Diplocat un «servicio diplomático» para Cataluña y llamó a nuevas elecciones para fin de año, que debían tener carácter plebiscitario. En otras palabras: los votantes fueron llamados a votar por los partidos separatistas, para comisionar a esta facción el mandato de emprender nuevos pasos políticos hacia la secesión.

Bastan algunos sucintos indicios para evidenciar que el procés se encontraba ya por entonces en plena eclosión. Se iban emprendiendo más y más acciones difíciles o imposibles de armonizar con la constitución española: en 2013 proclamó el parlamento autonómico la soberanía del pueblo catalán; en 2014 tuvo lugar una consulta no vinculante (una especie de sucedáneo de referéndum de independencia); en 2015 se volvieron a celebrar elecciones de carácter plebiscitario; en junio de 2016 se decidió organizar ahora un referéndum vinculante sobre independencia; en septiembre de 2017 siguieron leyes preparatorias de la independencia; y en octubre de 2017 se llegó al referéndum y la proclamación de la república catalana.

A continuación, se produjo lo que ya arriba se ha indicado. Aschmann habla de una «virtual implosión silenciosa del procés» (p. 240). El hecho de que apenas hubiera violencia y que la intervención del estado central discurriera pacíficamente puede explicarse apelando al régimen emocional, al que iba aparejada de forma muy decisiva la no violencia, pero también a que los separatistas carecían de nociones precisas sobre los pasos y procedimientos ulteriores al momento de la declaración de independencia (cf. p. 241).

A ello se añade que también el gobierno central (tras su intervención violenta el día del referéndum del 2 de octubre) había aprendido que las fotos difundidas en los medios internacionales de policías dando golpes dañaban su imagen. Aschmann sugiere que las cosas pudieran haber sucedido de otro modo: «Era del todo desconocido qué hubiera pasado si en esta situación cargada de tensión se produjera el encontronazo entre elementos catalanes y españoles dispuestos a la violencia» (p. 242).

Resumen y observaciones finales

La autora proporciona en 250 páginas la mejor presentación hasta la fecha del catalanismo político desde sus comienzos hasta 2020 (para un público alemán). El tono es objetivo, la exposición concisa y el lenguaje pegadizo. La metodología elegida, basada en la historia emocional, demuestra cualidades como hilo conductor a lo largo del sucederse dinámico del procés. Parece también adecuada para llegar a un público amplio.

Como resultado, se ofrece una visión crítica, desde distintos ángulos, del movimiento independentista. Desde el punto de vista jurídico parecen problemáticas las vulneraciones separatistas del articulado de la constitución de 1978, así como el desacato de decisiones del tribunal constitucional. En cuanto a la objetividad, la reelaboración separatista de la narrativa de la historia hispanocatalana es problemática porque en muchos de sus puntos no puede comprobarse científicamente.

Han de añadirse dos notas críticas sobre la visión acerca de la democracia de los separatistas, que se consideraban a sí mismos ejemplarmente democráticos. Por un lado, Aschmann censura la falta de respeto de los separatistas hacia las reglas de juego del parlamento catalán (en particular durante la fase acalorada del procés, 2016 / 2017). Por otro lado, alude al déficit democrático del movimiento, que estriba en que los partidos separatistas, sobre la base de una exigua mayoría de escaños en el parlamento autonómico, se sentían autorizados a decidir unilateralmente en nombre de todos los catalanes (y todos los españoles) en una cuestión tan fundamental y tan decisiva para el futuro.

Un análisis histórico emocional, como el que aquí se dedica al procés, debe ser consciente del riesgo de atribuir especulativamente sentimientos que apenas pueden demostrarse empíricamente. Para el periodismo político, esto no es un problema, pero para la ciencia puede llegar a serlo. Un ejemplo: ¿qué sentimientos se apoderaron de Carles Puigdemont el día anterior al voto sobre la declaración de independencia del 27 de octubre de 2017? Según la autora «podrían haberse instalado en Puigdemont una confrontación entre miedos: el miedo a las consecuencias políticas, sociales y económicas de la independencia se enfrentaba al miedo ante el propio final de su carrera política y el desasosiego por la posible difamación de su persona» (p. 235). Ello es posible, pero lo desconocemos. Cabe añadir que la etiqueta de sentimiento elegida, «miedo», contiene también una componente de sugestión. En términos de enunciado (el miedo a las consecuencias de la independencia) podría también haberse elegido la expresión «sentimiento de responsabilidad», lo cual hubiera sonado diferente. Posiblemente, para tratar del procés y sus protagonistas, la responsabilidad sería la categoría políticamente más productiva.

Se puede dar por alcanzado el objetivo del estudio, de enfoque preciso, «analizar la lógica propia de las emociones, y consecuentemente entender lo sucedido, al menos retrospectivamente» (p. 15). Pero al mismo tiempo, ha sido la exitosa exploración de los mecanismos de escalada lo que despierta el deseo de comprender mejor y de otra manera aquello que caracteriza y motiva social, política y económicamente a las personas que se comprometieron con el movimiento independentista. Este desiderátum puede cifrarse para terminar en dos bloques de preguntas. Uno aborda el «resentimiento antiespañol»; el otro, los factores sociales que dieron un giro favorable a la causa catalanista.

En el libro se introduce el «resentimiento antiespañol» y el odio que se alimenta de él. Quedan en el aire las preguntas: ¿contra quién se dirige realmente este odio? ¿contra el gobierno central en Madrid en aquellas fechas? ¿contra cualquier gobierno en Madrid? ¿contra el sistema político? ¿contra los procedentes de otras partes de España que viven en Cataluña y que desean ser a la vez catalanes y españoles? ¿está confinado el resentimiento en los planos retórico-discursivos o se manifiesta en la vida cotidiana a través de prácticas en consonancia? ¿puede demostrarse la discriminación (presunta o real) de los no separatistas por los catalanistas en el día a día? Y, dicho de otra manera, ¿cómo se plasma en la vida cotidiana la opresión (presunta o real) de los catalanes, específicamente de los separatistas, a manos del estado central?

Este bloque de preguntas, que sondea la vida cotidiana de Cataluña, requiere investigaciones empíricas, así como el segundo bloque de preguntas, que apunta al sustrato social y los intereses de los agentes. ¿A qué círculos de personas seduce el separatismo, y a que intereses económicos va ligado? Aschmann da unas indicaciones iniciales sobre dónde es fuerte el movimiento independentista: algunos bastiones urbanos como Gerona en el nordeste catalán, y municipios del interior (cf. p. 169). Sería deseable dar pasos adicionales para describir la estructura del movimiento atendiendo a distribución de edades, nivel educativo, ingresos y posición social. ¿El catalanismo radical es más bien un fenómeno de clase media, o un movimiento transversal que se nutre de todas las capas sociales? ¿cuál es la caracterización social de los que no votan a los partidos separatistas o de los que se abstienen? ¿cuál es la actitud de las elites económicas y las familias catalanas hegemónicas ante el procés y cómo influyen sobre él? Tales cuestiones, es verdad, no recaen en principio en la órbita de la ciencia histórica, sino en la de otras ciencias sociales y el buen periodismo. Si ya existen investigaciones en esta línea en España, y en particular en Cataluña, sería de extraordinaria oportunidad dar a conocer también entre el público alemán sus resultados.

El procés no ha concluido. Lo que demuestra de forma impresionante el trabajo de Birgit Aschmann y lo que debe tenerse en cuenta para el futuro del conflicto es que pueden ocurrir muchas cosas y ni siquiera lo inverosímil puede ser descartado.


Birgit Aschmann: Beziehungskrisen. Eine Emotionsgeschichte des katalanischen Separatismus. Göttingen: Wallstein-Verlag 2021; ISBN 978-3-8353-3840-1

[Birgit Aschmann: Crisis de relaciones. Una historia emocional del separatismo catalán. Gotinga: Wallstein-Verlag 2021; ISBN 978-3-8353-3840-1]

El texto puede conseguirse en la editorial también como e-book en formato pdf.

Dieter Ingenschay: Eine andere Geschichte der spanischen Literatur

Gegen den Strich und gegen den Mainstream: neue Perspektiven, neue Einsichten

Rezension von Knud Böhle

1. Was zum Autor und seinem Buch eingangs zu sagen ist

Die vorliegende Geschichte der spanischen Literatur ist ein sehr persönliches Buch geworden. In gewisser Weise bietet es eine Summa der Lese-, Lehr- und Lebenserfahrungen eines Literaturwis­senschaftlers, der mehr als 50 Jahre zur spanischen Literatur geforscht und gelehrt hat. Zuletzt, von 1995 bis zu seiner Emeritierung 2017, lehrte er spanischsprachige Literaturwissenschaft an der Humboldt-Universität Berlin. Mehrere Jahre war er zudem Präsident des Deutschen Hispanistenver­bandes. Viele spanische Autoren und Autorinnen lernte er persönlich kennen, darunter Juan Goyti­solo, «der kreativste Autor des 20./frühen 21. Jahrhunderts» (S. 336), und die hoch geschätzte, 2021 verstorbene Erfolgsautorin Almudena Grandes. Auf beide kommt Ingenschay mehrfach aus­führlich zu sprechen.

Die Grundstimmung des Buches ähnelt atmosphärisch einem Kamingespräch, bei dem ein erfahre­ner Hispanist seine Ansichten und Einsichten in nicht zu strenger Form, darum Anekdotisches und Privates einflechtend, weitergeben möchte. Susanne Zepp, derzeit Vorsitzende des Deutschen Hispanistenverbandes, spricht in ihrem kurzen Vorwort vom «biographisch-reflexiven Ansatz» des Au­tors (S. V). Angesprochen fühlen dürfen sich alle Leserinnen und Leser jedweden Geschlechts, die sich für die Literatur Spaniens – auch jenseits von «Höhenkamm-Literatur» (S. 4) und Main­stream – interessieren.

Auf der persönlichen Website des Verfassers ist zu erfahren, dass er sich in seinen Forschungen be­sonders mit zeitgenössischer Literatur, dem Themenfeld Gender Studies/ Gay Studies/ LGBTIQ+ Studies, dem Thema Großstadtliteratur sowie theaterästhetischen Problemen befasst hat.  Als Hochschullehrer ist er selbstverständlich auch bestens mit der Barockliteratur des «goldenen Zeitalters» vertraut. Das spezialisierte Fachwissen kommt in seiner Literaturgeschichte entsprechend stark zum Tragen.

2. Was den Ansatz des Buches und seine Struktur ausmacht

Eine auf Vollständigkeit abzielende Geschichte der spanischen Literatur vorlegen zu wollen, zumal als Einzelperson, wäre ein vermessenes Unterfangen. Daraus hatte Hans Ulrich Gumbrecht, übri­gens einer der Gutachter der Dissertation von Ingenschay, bereits 1990 die Konsequenz gezogen, und bewusst «Eine Geschichte der spanischen Literatur» vorgelegt. Der Vorteil einer solchen Ein­schränkung liegt auf der Hand: die eigenen Vorlieben, Forschungsperspektiven und Interessensc­hwerpunkte, also das wovon er oder sie am meisten versteht, können in den Vordergrund rücken. Der Nachteil, der dafür in Kauf zu nehmen ist, liegt zwangsläufig bei einem Verlust an Systematik und Abdeckungsgrad. Etwa 30 Jahre nach der Literaturgeschichte von Gumbrecht, und wieder kurz vor einer Buchmesse mit Spanien als Ehrengast und entsprechendem Schwerpunkt, wurde nun «Eine andere Geschichte der spani­schen Literatur» veröffentlicht.

In der Einleitung verdeutlicht der Verfasser sein besonderes Interesse an der Überschreitung (Transgression). Ihm ist daran gelegen, die konventionellen Perspektiven, Herangehensweisen und Interpretationsmuster zu hinterfragen und Alternativen anzubieten:

Die allgemeinste Formel, welche die Kapitel eint, ist die der Transgression, einer Trans­gression, die oft von einer Lektüre «gegen den Strich» ausgeht, nicht nur gegen den Strich des literarischen Höhenkamms, sondern insgesamt gegen den Strich herkömmlicher Betrachtungsweisen der spanischen Literatur (S. 3).

Ingenschay präzisiert weiter, worauf es ihm ankommt:

Es kann natürlich nicht darum gehen, historische Achsen oder Entwicklungslinien zu leugnen, sondern darum, unentdeckte Bezüge aufzuzeigen, subjektive Sichtweisen vorzuschlagen und andere Prioritäten, alternative Verbindungslinien als die des chronologischen Verlaufs zu un­terstreichen, etwa die der transgressiven Artikulation ästhetischer Sachverhalte, die zentrale Rolle der Fragen von Gender und Macht, oder die Interdependenz von Politik und literarischem Diskurs (S. 10).

Die zehn Kapitel (siehe die Hauptüberschriften in Tabelle 1) können für sich stehend als Essays ge­lesen werden. Erst über das Netz an übergreifenden Bezügen jedoch, wird daraus eine Literaturge­schichte.


  1. Ein Land voller Poesie. Lyrik vor und nach und während der «Generation von 1927» Cervantes und die Transgressionen
  2. Krisen und Chancen: von 1898 zu 2010
  3. Der Bürgerkrieg und seine Traumata. Historisches Gedächtnis und Erinnerungspraxis
  4. Von Madrid zum Himmel? Madrid-Literatur zwischen madrileñismo und Gesellschafts­kritik (Pérez Galdós, Cela, Grandes)
  5. Begehren und Aufbegehren. Literarische Dokumente des Transgressiven
  6. Lorca und die Missverständnisse
  7. Verunsicherte Geschlechterordnung und zweifelhafte (Mannes)-Ehre im Barockdrama (Calderón de la Barca, Lope de Vega, Tirso de Molina)
  8. Literatur aus und in den autonomen Regionen – zur Diversität der spanischen Literatur und zur Frage nach dem Ort jüdisch-spanischen Schreibens heute
  9. LGBTIQ+-Themen in der spanischen Literatur
  • Literaturverzeichnis
  • Namensregister

Tabelle 1: Oberste Ebene des Inhaltsverzeichnises.
Bei der Deutschen Bibliothek ist das detaillierte Inhaltsverzeichnis abrufbar:
https://d-nb.info/1249017742/04


Die sich durchziehenden Fäden werden über Autoren, intertextuelle Bezüge und Themen zu einem Netz gespannt. Beispielsweise werden Werke von Almudena Grandes in mehreren Kapiteln erörtert: in Kap. 6, in dem es um Begehren und Aufbegehren in der von Frauen geschriebenen Literatur geht, in Kap. 5 zur Madrid-Literatur und in Kap. 4, das die Bürgerkriegsliteratur behandelt. Von Juan Goytisolo kommt im Bürger­kriegskapitel ein Werk zur Sprache und in Kap. 10 zur LGBQTI+-Lite­ratur ein anderes.

Ein intertextueller Pfad geht z.B. von dem in Spanien bekannten, katholisch-mystisch-erotisch ge­prägten Barockgedicht des Johannes vom Kreuz (1542-1591) «En una noche oscura…» aus.

In ei­ner dunklen Nacht / mit sehnsuchtsvollem Bangen in Liebe entflammt / o glückliches Geschick! / ging ich hinaus, unbemerkt / da mein Haus schon in Ruhe dalag. […] O Nacht, die du vereintest / Geliebten mit Geliebter / Geliebte in den Geliebten verwandelt! […] (vgl. S. 36).

Dieser Pfad führt zunächst weiter zu einer parodistisch homoerotischen Variante des Gedichts von Jaime Gil de Biedma. Diese war 1983 im Kontext der movida entstanden, also jener zum Teil schrillen kulturellen Explosion Spani­ens nach Francos Tod. Bei Juan Goytisolo findet sich der Ausgangsstoff wenige Jahre später wieder in dem Roman «Die Reise zum Vogel Simurgh» (dt. 2012, Orig.: Las virtudes del pájaro solitario, 1988). Die Zei­ten haben sich geändert. AIDS kursiert. Im Licht von Eros und Thanatos und im Geiste von San Juan de la Cruz hat Goytisolo den Stoff neu durch- und umgearbeitet. Thematisch geht es bei Ingen­schay immer wieder, von Cervantes bis zur Gegenwart, um sexuelles und insbe­sondere um nicht-heterosexuelles Begehren.

Im Rückblick auf die 10 Kapitel des Buches insgesamt, lassen sich zwei Hauptachsen unterschei­den. Die erste Achse dreht sich um das Aufbegehren gegen das Konforme, gegen die herrschenden gesellschaftliche Normen. Die Auf­merksamkeit gilt sexuellem Begehren, Transgressionen und gen­der trouble. Es geht komplementär aber auch um den gesellschaftlichen Umgang mit Abweichung­en von der Norm, und das bedeutet im besten Fall die Anerkennung von Diversit­ät. Am «Don Quijote» des Miguel de Cervantes wird die humanistische Toleranz dann konkret auf­gezeigt.

Diversität in einem weiten Sinne verstanden als das Einbeziehen des von der dominanten Kultur Ausgegrenzten bedeutet für die vorliegende Literaturgeschichte unter anderem, dass Literatur von Frauen stark vertreten ist (namentlich im Kap. 6 mit Emilia Pardo Bazáns, Carmen de Burgos, Al­mudena Grandes, Najat El Hachmi, Rosa Montero). Im LGBTIQ+Kapitel (Kap. 10) sind es dann insbesondere Werke nicht-heterosexueller Autoren, die vorgestellt werden (Juan Goytisolo, Álvaro Pombo, Eduardo Mendicutti, Luis Antonio de Villena, Terenci Moix, Luisgé Martín). In diesem Ka­pitel findet auch die so genannte dekadente Literatur der Jahrhundertwende ihren Platz.

Diversität zeigt sich auf einer anderen Ebene darin, dass die Literaturen Kataloniens, des Basken­landes und Galiziens sowie die sephardische Literatur extra behandelt werden (Kap. 9). Sephardi­sche Literatur meint hier sowohl die Werke, die in der sephardischen Diaspora entstanden als auch spanische Literatur mit jüdischer Thematik (z.B. die historischen Romane von Carme Riera zur Ver­treibung der Juden aus Spanien) und schließlich auch die Arbeiten aktueller spanischer Autoren mit sephardischem Hintergrund.

Bei der zweiten Achse geht es um die Verarbeitung von politisch-gesellschaftlichen Krisen und Trau­mata in der spanischen Literatur (Kap. 3 und 4). Ingenschay geht auf die Krise nach dem Ver­lust der Kolonien 1898 (Kuba und Philippinen) und den zugehörigen Diskurs der «Generation von 98» (la Generación de 98) ein. Aber auch das literarische Echo der jüngeren Krisen, Katastrophen und Konflikte nach dem Ende der Franco-Diktatur wird aufgegriffen (versuchter Staatsstreich vom 23. Februar 1981, islamistisches Attentat auf die Madrider Vorortzüge am 11. März 2004 und die Fi­nanz- und Bankenkrise mit ihren sozialen Folgen ab 2008).

Dem Bürgerkrieg und seinen Traumata wird ein eigenes Kapitel gewidmet, das von den Jahren des Bürgerkriegs (1936-1939) über Exil und «inneres Exil» im Franquismus bis in unsere Tage reicht. Den Boom der neueren spanischen Bürgerkriegsliteratur sieht Ingenschay zwischen 1985 und 2010, mit einem Höhepunkt ab dem Jahr 2000 mit mehr als 100 Buchtiteln (vgl. S. 141f.). In den jüngeren Publikationen wird das Themenfeld Krieg und Diktatur häufig vor dem Hintergrund der politischen Debatte um die Vergangenheitsbewältigung bearbeitet, und die dabei entstehenden Werke werden selbst Teil des Streits um das historische Gedächtnis und eine angemessene Erinnerungspolitik.

3. Was diese Geschichte der spanischen Literatur so gut lesbar macht

Die andere spanische Literaturgeschichte ist außerordentlich gut lesbar. Dafür gibt es eine Reihe an Gründen. Erstens schreibt Ingenschay allgemeinverständlich und findet oft prägnante Formulierun­gen, etwa wenn er vermerkt: «Das Thema des gender trouble, des cross-dressing, der bärtigen Frau­en und der allzu sanften Männer hat im spanischen Barock Konjunktur» (S. 318).

Es gelingt ihm, zahlreiche (gefühlt mehr als 100) komplexe Werke auf wenigen Seiten, manchmal in nur wenigen Absätzen, zu resümieren und auf den Punkt zu bringen, an dem die Interpretation ansetzen kann. Weil so viele Titel besprochen werden, kann das Buch auch als anregender Literatur(ver)führer dienen. Berücksichtigt werden häufig AutorInnen, deren Werke ins Deutsche übersetzt wur­den. Für ein deutsches Publikum ist es ein nützlicher Service, dass die deutschsprachi­gen Ausgaben im Literaturverzeichnis ausgewiesen sind. Um hier einige der in Deutschland be­kannteren noch lebenden AutorInnen aufzurufen, mit deren Werken sich das Buch befasst: Fernando Aramburu, Bernardo Atxaga, Najat El Hachmi, Rosa Montero, Antonio Muñoz Molina, Carme Rie­ra, Manuel Rivas, Isaac Rosa.

Was die AutorInnen angeht, werden häufig biografische Details und Anekdotisches eingearbeitet. Als kleines Beispiel sei eine Passage über Álvaro Retana (1890–1970) gewählt, der ein herausra­gender Vertreter der dekadenten Literatur Spaniens war.

Sich selbst bezeichnete der Autor, der gern einen rosafarben bestickten Umhang trug, gelegent­lich als den «schönsten Romancier der Welt» (el novelista más guapo del mundo). Auch er stand im Bürgerkrieg dezidiert auf republikanischer Seite (und schaffte sich einen seidenen Blaumann an, um sich ein arbeiter-affines outfit zu geben). Prompt wurde er (wegen des Besitzes katholi­scher Kultgegenstände) verhaftet und verurteilt, und nur Papst Pius XII., Hochhuths notorischer «Stellvertreter», konnte eine Umwandlung der Todesstrafe in einen Haftaufenthalt bewirken, der bis 1948 dauerte (S. 379).

Dass Ingenschay persönliche Erfahrungen und Begegnungen, angenehmer und weniger an­genehmer Art, mit Schriftsteller*innen und Fachkollegen einfließen lässt, ist ein weiteres Stilmittel.

Ein anderes belebendes Element ist die hin und wieder bewusst kontrastierende Auswahl der be­sprochenen Werke. So wird z.B. im Zusammenhang mit dem Staatsstreichversuch vom 23. Februar 1981 einmal das Geschehen aus dem Erleben eines Transvestiten heraus beschrieben, der sich vor der Rückkehr der Diktatur fürchtet (Eduardo Mendicutti: Una mala noche la tiene cualquiera, 1982). Dem wird eine dokumentarisch-fiktionale Darstellung entgegengesetzt, bei der führende Po­litiker der transición die Hauptpersonen sind (Javier Cercas: Anatomía de un instante, 2009; dt. Anatomie eines Augenblicks, 2009). Ein zweites Beispiel stammt aus dem Abschnitt über die kata­lanische Literatur: Eine Dreiecks- bzw. Ehebruchgeschichte von Montserrat Roig, bei der eine aus Andalu­sien stammende Frau eines katalanischen Metzgers sich in einen katalanistischen Aktivisten ver­liebt, wird kontrastiert mit einem Roman von Juan Marsé, in dem eine Katalanin mit katalani­schem Gatten, diesen mit einem Andalusier betrügt (vgl. S. 341).

Der deutschen Leserschaft entgegenkommend werden zwei Deutsche mit starkem Spanienbezug über zwei kleine Exkurse ins Spiel gebracht. Ingenschay zeigt, dass der Versuch über die Juke­box von Peter Handke eine veritable Hommage an den Dichter Antonio Machado enthält. Ein zweiter Exkurs greift den Streit um Enrique Beck auf, den über viele Jahre allein autorisierten Übersetzer Lorcas ins Deutsche (ab 1946), dessen Übertragungen häufig kritisiert wurden, wie etwa in dem Hans-Magnus Enzensberger zugeschriebenem Urteil deutlich wird: «Lorca sei in der Beck’schen Version eine ‹Art Zigeunerba­ron aus Granada›» (vgl. S. 286).

Nebenher wird auch noch hispanistisches Grundwissen vermittelt. Das nötige Fachvokabluar wird im jeweiligen Kontext knapp erläutert (einschlägig: gruegería, tremendismo, esperpento, costum­brismo, madrileñismo, Krausismo, Generación del 98, Generación del 27). Bei den Werkinterpretat­ionen geht Ingenschay häufig von anerkannten Interpretationen anderer Hispanisten aus und stellt diesen seine Sicht entgegen, ‒ aber ohne sich dabei zu sehr auf seine Meinung zu ver­steifen, und ohne die Leserinnen und Leser zu sehr in Fachkontroversen oder Theorienstreit hinein­zuziehen.

4. Exemplarische Befunde aus vier Kapiteln zeigen, was diese Literaturgeschichte leisten kann

Aus der Fülle der in den zehn Kapiteln gebotenen Informationen und Befunde werden in diesem Abschnitt nur einige wenige Beispiele herausgezogen und kurz besprochen: aus dem Kapitel über Cervantes (Kap. 2) werden Einsichten zu den «Ex­emplarischen Novellen» vorgestellt, aus dem Ka­pitel über das Drama im Barock (Kap. 8) werden Erkenntnisse zum «Ehrbegriff» wiedergegeben, aus dem Kapitel zu Federico Garcia Lorca (Kap. 7) werden Hinweise auf dessen Innovativität als Lyriker und Bühnendichter aufgegriffen und bei dem Kapitel zur Madrid-Literatur (Kap. 5) wird das Augenmerk auf den jeweiligen Einbezug der Stadt Madrid in den Romanen vom Realismus bis zur Postmoderne gelegt.

4.1 Zu den «Exemplarischen Novellen»

Im Kapitel über Cervantes, das dankenswerterweise alle Werke anspricht und keineswegs nur den Quijote, zeigt die Analyse der «Exemplarischen Novellen», wie ergiebig eine Lektüre gegen den Strich sein kann. Liest man nämlich diese Erzählungen genauer, so findet man «[…] nicht nur etwas ‹Unmoralisches› in jeder von ihnen, sondern nahezu eine Orgie der Transgressionen, der Tabuver­letzungen, Elemente allesamt, die ich – vor der Folie der zeitgenössischen Werteskalen – als uner­hört klassifizieren musste» (S. 92). Das Attribut exemplarisch diente folglich nur dazu, «den für die Gattung, besonders bei Boccaccio, konstitutiven, sexuell konnotierten Skandal hinter einer Fassade moralischer Vorbildlichkeit zu verstecken» (S. 94). Ingenschay sieht hier eine «zentrale diskursive Strategie» des Autors. Offen bleibt, inwieweit es damals gängige Praxis war, den Anschein der poli­tisch-moralischen Korrektheit zu wahren, um sich dann gewisse Freiheiten herausnehmen zu kön­nen.

4.2 Zum Konzept der Ehre im Barockdrama

Zum Konzept der Ehre im Barockdrama bietet Ingenschay, gestützt auf einschlägige neuere For­schungsarbeiten, überraschende Einsichten. Meistens gilt, dass Männer sich gegenüber Frauen so ziemlich alles erlauben können, ohne Kritik oder Strafe befürchten zu müssen. So wird etwa in dem, üblicherweise Tirso de Molina zugeschriebenem Don-Juan Drama von 1619 «Don Juan oder der Verführer von Sevilla und der steinerne Gast» dem Don Juan nicht der Garaus gemacht, wegen sei­nes verwerflichen Umgangs mit Frauen («… und das größte / Vergnügen, das ich kenne / ist, eine Frau zu verführen / und sie ohne Ehre zurückzu­lassen», zitiert auf S. 331). Es ist am Ende das Ver­gehen der Gotteslästerei, das den Himmel einschreiten lässt und Don Juan mit dem Tod bestraft (vgl. ebd.).

Zeitgleich taucht in dem berühmten Stück von Lope de Vega «Fuente Oveju­na» (1619; dt.: Das Dorf Fuente Ovejuna / Sein ist Schein) ein erstaunlicher Fall auf, in dem ein Adliger sich nicht mehr alles erlauben kann. Eine junge Frau wird durch den adligen Komtur des Ortes bedrängt. Durch eine flammende Rede an die Männer des Dorfes erreicht sie, dass der adlige Frauenschänder gelyncht wird. In Vergegenwär­tigung des zeitgeschichtlichen Hintergrunds verschiebt sich die Sicht auf diese emanzipiert wirken­de weibliche Protagonistin. Es wird gezeigt, dass insbesondere nach dem Trien­ter Konzil die Frage der Ehre mit der limpieza de sangre (der Reinheit des Blutes) kurzge­schlossen wurde. Dadurch wur­de eine Konstellation möglich, bei der die Leute vom Lande als christliche Altspanier ihre Ehre auf Blutreinheit gründen und gleichzeitig dem Adel seine mögliche Mischung mit jüdischem oder maurischem Blut vorhalten konnten. «So geht es in Fuente Ovejuna in zeitgenössischer Perspektive nicht primär um Fragen von Emanzipation und Frauenehre in einem heutigen Sinne, sondern um eine Darstellung der Folgen des neu institutionalisierten Antisemitis­mus und der Islamfeindlichkeit im Anschluss an die Zwangskonversion oder Vertreibung der Juden nach 1492» (S. 324).

4.3 Zu Garcia Lorca und seinem Werk

Das Kapitel über Federico Garcia Lorca (1898-1936) ist nicht zuletzt deshalb lohnend, weil es Ord­nung schafft. Es behan­delt die gesamte Lyrik und die Theaterproduktion und umfasst sowohl die zu Lebzeiten als auch die posthum veröffentlichten oder auf die Bühne gebrachten Werke. Gerade die späten, selten auf­geführten Werke haben «allesamt stark experimentellen Charakter» und zeigen, «dass Lorca im Kontext der ästhetischen Wandlungsprozesse der späten 1920er Jahre eine grundle­gende Erneue­rung der zeitgenössischen Dramatik anstrebte» (S. 283). Im Bereich der Lyrik sieht In­genschay die 220 Verse lange Klage auf den Torero, Weltmann, Dandy und Schriftsteller Ignacio Sánchez Mejías, den Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, «in ihrer spezifischen Mischung traditio­neller lyrischer Figu­ren und innovativer, idiosynkratischer Elemente als Summa der lyrischen Pra­xis Lorcas» (S. 292). Leben und Werk Lorcas werden außerdem auch mit Blick auf die Homosexua­lität des Autors analy­siert: die mal offenere, mal versteckte Präsenz der Homosexualität in den Tex­ten, die Schwierigkeit Lorcas, seine Homosexualität zu leben und die Schwierigkeiten seines dama­ligen Um­feldes, aber auch der Nachwelt der Erben, Rechteverwerter und der spanischen Gesell­schaft, offen mit der Homosexualität des Dichters umzugehen – ohne ihn im anderen Extrem gleich zur «schwulen Ikone» (vgl. S. 299ff.) hochzustilisieren.

4.4 Zur Entwicklung des Madrid-Romans

Das Kapitel über die Madrid-Literatur ist nicht nur das längste und das facettenreichste, es ist auch besonders gut durchkomponiert. Man sieht die Entwicklung der Stadt Madrid förmlich in der Lite­ratur nachvollzogen. Benito Pérez Galdós, dem Realismus zugerechnet, steht am Anfang, und er steht gleichzeitig auch für den co­stumbrismo vieler Madrid-Romane, also mit Ingenschay für die «Literalisierung des stets etwas provinziell anmu­tenden städtischen Alltagslebens mit seinen Sitten und Gebräuchen» (S. 185). Das Überschreiten der Grenzen von Stadtvierteln wird für die Personen des Romans (aufgezeigt z.B. an dem Roman «Fortunata y Jacinta» aus dem Jahre 1887) ein Über­schreiten sozialer Grenzen.

Der moderne Großstadtroman im engeren Sinn, «La colmena», stammt von Camilo José Cela und wurde zuerst 1951 in Argentinien und dann 1955 auch in Spanien veröffent­licht (dt.: Der Bienen­stock, 1964). Ingenschay betrachtet diesen Roman als den «‹Null­punkt› der modernen Aneignung Madrids» mit der charakteristischen Vereinzelung und Anonymität ihrer Bewohner.

In einer späteren Phase verlagert sich die Aufmerksamkeit dann zunehmend vom Zentrum in die Peripherie der Armenviertel. In dem 1961 erschienenen fulminanten Roman «Tiempo de silencio» von Luis Martín-Santos (dt.: Schweigen über Madrid, 1991) werden Zentrum und Peripherie bereits in Beziehung gesetzt. In späteren Romanen wie «Madrid 650» (1985) von Francisco Umbral domi­niert dann die Peripherie. Umbral hat sich in diesem Roman «von einer Stadtsemiotik, die auf die Zentralität eines innerstädti­schen Kerns setzt, verabschiedet» (S. 650).

Im Madrid-Roman «Ciudad rayada» (1998, «Die Stadt mit den Streifen») von José Ángel Mañas trifft man einen neumodernen madrileñismo an. Dem madrileñista «bedeutet die Hauptstadt nicht nur Lebensmittel­punkt, sondern Quelle der Inspiration und Objekt der Bewunderung» (S. 200). Protagonist ist ein junger Student, der vom Drogen­handel lebt. «Die Stadt dient ihm als ästhetische Inspiration, zumal er sich in seiner Freizeit Technomusik widmet. In seine Stücke hinein mischt er den Sound, der das postmoderne Madrid am bes­ten repräsentiert: den Lärm der Stadtautobahn M 30. Dies lässt sich als heimliches Leitmo­tiv der postmodernen Anverwandlung Madrids bezeich­nen» (S. 218).

Von einem begrünten Abraumhügel im Süden Madrids schaut der Student mit seiner Freundin auf die Stadt:

Es war, als ob das ein großer Bienenkorb von Irren wäre, und wir oben drauf wären und die Welt kontrollierten […] Die Wolken sahen lila aus, und die letzten Sonnenstrahlen äh­nelten den Lasern in der Disko­thek. Wir sahen das Planetarium von Atocha, und die M 30, schon erleuchtet… (Ausschnitt aus dem Zitat bei Ingenschay, S. 219).

Ingenschay reflektiert daran anschließend «die Unterschiede zwischen der Bienenstock-Metapher bei Galdós, Cela und Mañas» (S. 219), und das macht den Wandel von Stadt und Lebensgefühl noch einmal deutlich: «Während Galdós (in seinem Roman Misericordia) eine Zeile aufgereihter Wohnungen in einem armen Viertel nahe der Ronda de Toledo konkret als ‹Bienenstock› bezeich­net, drückt Cela mit dieser Metapher die ‹essenzielle› Entfremdung der verlorenen ‹Bienen› aus – in seinem Roman laufen alle Menschen gesenkten Hauptes. Mañas dagegen bedient sich des Tricks der erhabenen Perspektive, um sich Madrid hedonistisch anzuverwandeln. Mañas reinterpretiert die Bienen-Metapher also ästhetisch, unter Beimischung einer ordentlichen Prise postmoderner Stadter­fahrung» (S. 219).

5. Anmerkungen zur Behandlung der Krisenliteratur bei Ingenschay

Ohne «Mut zur Lücke» (S. 3) hätte die andere Geschichte der spanischen Literatur gar nicht ge­schrieben werden können. Das schließt nicht aus, dass manche Leserin und mancher Leser, die eine oder andere Lücke bedauerlich findet. Auf solche Lücken wird im Folgenden aufmerksam gemacht. Außerdem wird hinterfragt, in wieweit der selbst gesetzte Anspruch, «die Interdependenz von Poli­tik und literarischem Diskurs» (S. 10) aufzuklären, in den Kapiteln, die sich mit den Krisen, Kata­strophen und Traumata der spanischen Ge­schichte befassen, eingelöst wird.

5.1 Krisendiskurs in Spanien Anfang des 20. Jahrhunderts nach dem Verlust der Kolonien

Nach dem Verlust der Kolonien, Kubas und der Philippinen, 1898 im spanisch-US-amerikanischen Krieg war eine Krisenstimmung entstanden, die intellektuell verarbeitet wurde. Dieser Kontext wird gut und ausführlich beschrieben. Dazu gehört auch die Genese der «Generation der 98er», zu der meis­tens die prominenten Schriftsteller Miguel de Unamuno, Enrique de Mesa, Ramiro de Maeztu, Azorín, Antonio Machado, Pío Baroja und Ramón del Valle-Inclán und nicht zuletzt Ángel Ganivet (als Vorläufer) gerechnet werden. Ingenschay steht auf der Seite der Literaturwissenschaftler, die in der Rede von der Generati­on der 98er eine Zuschreibung von außen sehen, ein Label unter dem man sehr unterschiedlich den­kende und schreibende Personen «zwangsvereint» (vgl. S. 111) hat, die sich nicht einmal selbst als Gruppe verstanden.

Unabhängig davon, ob das nun eine Gruppe war oder nicht, kann doch davon ausgegangen werden, dass im ersten Drittel des 20. Jahrhunderts ein langfristig wirkmächtiges Narrativ entstand, des­sen Kern «das kollektive Lamentieren angesichts einer ‹nationalen Katastrophe›» (S. 110) war. Dieser Diskurs wird jedoch in dieser Literaturgeschichte nicht weiter durch Werkanalysen untermauert. Das mag damit zu tun haben, dass der stark auf die Interpretation einzelner erzählerischer Werke ausgerichtete Ansatz Ingenschays die Essayistik, die typische Form für die literarische Reflexion von Ge­schichte und Politik, von Krisen und Katastrophen, weitgehend ausspart. Überraschend ist eher, dass die Romane von Azorín, Unamuno und Pio Baroja, die konkret vorgestellt werden, offen­kundig ausgesucht wurden, weil sie literarisch interessant sind. Die Chance, die Wechselbeziehung von Belletristik und öffentlich-politischem Diskurs anhand exemplarischer Werke zu klären, wird so vergeben.

Vermisst wird auch ein Hinweis darauf, dass das pessimistische, nationalistische, die spani­sche Identität suchende, jeglicher Diversität abholde Narrativ jener Jahre schon damals von liberal und plu­ralistisch denkenden Zeitgenossen wie dem Schriftsteller und Politiker Manuel Azaña durchschaut und kritisiert wurde (vgl. dazu etwa den Essay von Juan Goytisolo «El lucernario. La pasión crítica de Manuel Azaña», 2004). Insgesamt hätte etwas mehr Aufmerksamkeit für die literarische Produk­tion liberaler, linksliberaler und linker Schriftsteller dem Kapitel gut getan.

5.2 Krisendiskurs Anfang des 21. Jahrhunderts

Bei den Krisenerfahrungen nach 1975 und ihrem Niederschlag in der Literatur widmet Ingenschay sich der Literatur zum versuchten Staatsstreich vom 23. Februar 1981, dem islamistischen Anschlag auf die Madrider Vorortzüge vom 11. März 2004 und der Krise nach 2008, in der vielfältige wirt­schaftliche (Bankenkrise, Immobilienkrise, Arbeitslosigkeit …) und politische Probleme (Parteien­system, Korruption, Katalonienkrise, Vergangenheitsbewältigung …) zusammenkamen.

Die fetten Jahre sind vorbei und «es entsteht eine wuchernde Literatur der Kri­se» (S. 132). Rafael Chirbes wird dabei zu Recht als «der Wegbereiter und Hauptvertreter des Krisenromans» (S. 133) herausgestellt. Zu den Krisenerfahrungen gehört auch der sich verschärfende Katalonien­konflikt, der bei Ingenschay leider nicht verhandelt wird, obwohl es nicht wenige Romane gibt, die den kata­lanischen Nationalismus befeuern oder hoch reflektiert sich des komplexen Verhältnisses zwischen Spanien und Katalonien angenommen haben.

5.3 Boom der Bürgerkriegsliteratur

Auch bei der Behandlung der unüberschaubaren Bürgerkriegsliteratur vom Beginn des Krieges bis heute, ist der Mut zur Lücke unvermeidlich. Das gilt umso mehr als Ingenschay den Bezugsrahmen weit fasst. Außer der Literatur zum Bürgerkrieg im engeren Sinn (1936-1939) bezieht er auch die zu den ersten zwei Jahrzehnten der Franco-Diktatur (und des Widerstands dagegen) mit ein. Letztlich schließt er sogar alle Literatur mit ein, die mit der historischen Erinnerung an den Bürgerkrieg zu tun hat, auch wenn ihre Handlung in der Gegenwart angesiedelt ist. Für die Struktur des Kapitels ist die Entstehungszeit entscheidend: (1) Bürgerkriegsliteratur, die während des Krie­ges entstand, (2) Literatur, die während des Franquismus im Exil oder im «inneren Exil» bei waltender Zen­sur ver­fasst wurde und (3) die Werke, die nach Francos Tod verfasst wurden ‒ bis zur Jahrtausendwende (3a) und die des Booms danach (3b).

Bezogen auf «die Interdependenz von Politik und literarischem Diskurs» (S. 10) ist die Unterscheidung in die Romane, die bis Ende der 1990er Jahre geschrieben wurden (Phase 3a) und die des Booms ab 2000 interessant. In den Romanen der Phase 3a ist bestenfalls und «eher zaghaft eine Revision des historischen Gedächtnisses» anzutreffen (vgl. S. 164), während die Diskussionslage in der Phase 3b durch weitreichende und lautstarke Forderungen nach einer systematischen Aufarbei­tung der Vergangenheit gekennzeichnet ist.

Bei der Behandlung der Boom-Literatur nach 2000 bespricht Ingenschay wieder verschiedene Wer­ke ausführlich. Der Roman von Javier Cercas (*1962) «Soldados de Salamina» von 2001 (dt.: Sol­daten von Salamis, 2002) gehört dazu (vgl. S. 166-172; ausführliche Inhaltsangabe in der Wikipedia). Bis 2007 wurden über eine Million Exemplare davon in Spanien verkauft (vgl. S. 165). Ohne hier ins Detail zu gehen, lässt sich festhalten, dass man es, um es einmal so zu nennen, mit einem «invertierten Schlussstrich-Roman» zu tun hat. Besiegte, Gegner oder Opfer des Franquismus sind in diesen Romanen bereit, die Vergangenheit ruhen zu lassen. Kritik an der mangelnden politischen Aufarbeitung der Vergangenheit in der Demokratie wird nur sehr leise vorgebracht.

Ingenschay unterzieht den Roman einer harschen Kritik und entdeckt in dem Werk «Skan­dalöses», «Schräges» und «Frauenfeindliches». Die Kritik ist eine doppelte: der Roman wird als schlecht und dazu politisch fragwüdig, sein Autor als unzureichend sensibilisiert für Fragen des historischen Gedächtnisses eingeschätzt (vgl. S. 169). Das Merkwürdige und Frappierende ist, dass Ingenschay ausgerechnet einen Roman als Musterbeispiel der Boom-Phase nach 2000 ausgewählt hat, der offenbar noch gänzlich unberührt von der neuen Diskussionslage verfasst wurde. Er ist von daher völlig ungeeignet, das Neue der Literatur in der Phase 3b zu belegen.

Mehrere Entwicklungen, um das kurz zu erläutern, haben zu dem unbestreitbaren Wandel der Erinnerungskultur beige­tragen (vgl. grundlegend dazu die höchst lesenswerte Studie von Walther. L. Bernecker und Sören Brinkmann: Kampf der Erinnerungen. Nettersheim 2008). Die Geschichtswissenschaft lieferte zunehmend Evidenz für das ungeheure Ausmaß der Re­pression im franquistischen Unrechtsregime; die «Gesellschaft zur Wiedererlangung des histori­schen Gedächtnisses» und andere Initiativen zeigten mit der Entdeckung der zahlreichen anonymen Massengräber aus der Franco-Diktatur, dass die Vergangenheit keineswegs abgeschlossen war. Nachdem die Sozialistische Arbeiterpartei (PSOE – Partido Socialista Obrero Español) die Regie­rungsmacht an die Volkspartei (PP – Partido Popular) hatte abgeben müssen, die ab dem Jahr 2000 mit absoluter Mehrheit regierte, begann die Linke verstärkt die Kontinuität des Franquismus in Ge­stalt des PP und in den staatlichen Institutionen zu kritisieren. In der Auseinandersetzung mit dem politischen Gegner wurde nun auch der Erinnerungspolitik und der Aufarbeitung der Vergangenheit ein größerer Stellenwert beigemessen. Nach Wiedererlangung der Regierungsmacht durch den PSOE, mit dem Ministerpräsidenten José Luis Zapatero an der Spitze, wurde das «Gesetz zur Wiedererlangung des historischen Gedächtnisses» (Ley de la memoria histórica) im Jahr 2007 ver­abschiedet.

«Invertierte Schlussstrich-Romane», so die Vermutung des Rezensenten, waren Phänomene des Übergangs. Das Narrativ von der vorbildlichen Demokratisierung nach 1975 kam langsam an sein Ende, der neue Krisendiskurs nahm erst allmählich Fahrt auf. Der sich verändernde politisch-öffentliche Diskurs nach dem Jahr 2000 und die veränderte politische Gesamtlage in Spanien nach 2008, lassen in der Tat keine «invertierten Schlussstrich-Romane» mehr erwarten. Erklärungsbedürftig bleibt, warum Romane dieses Typs so spät auftauchen – erst über 20 Jahre nach der Verabschiedung der demokratischen Verfassung Spaniens im Jahr 1978. Das könnte so gedeutet werden, dass sie eine provisorische Form darstellen, das politisch gewollte Schweigen der ersten zwanzig Jahre nach Francos Tod zu überwinden bei gleichzeitiger Aufweichung des dichotomen «Zwei-Spanien-Motivs» (rechts-links, gut-böse, Verlierer-Sieger, Täter-Opfer). Sicher ist, dass in diesen Roma­nen nicht über die Vergangenheit ge­schwiegen wird. Ebenso sicher ist aber auch, dass sie die Vergangenheit noch nicht vom Standpunkt der verallgemeinerten Krise, zu der auch die verschleppte Vergangenheitsbewältigung gehört, betrachten.

Eine letzte Anmerkung zu diesem Kapitel: Ein Strang der Bürgerkriegsliteratur, der sich von den 30iger Jahren bis heute nachzeichnen ließe, wird leider nicht berücksichtigt. Es geht um die Anti-Kriegs-Literatur, die sich weniger für die Kriegsparteien und mehr für die Sinnlosigkeit, Grau­samkeit und Entmenschlichung, die Krieg be­deutet, interessiert. Darunter finden sich nicht wenige beeindruckende Arbeiten, die auch ins Deutsche übersetzt vorliegen (z.B. Manuel Chaves Nogales 1937: A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España; dt.: ¡Blut und Feuer! Helden, Bestien und Märtyrer im Spani­schen Bürgerkrieg 2022; Joan Sales: Incerta Glòria, katalanisches Original 1956 noch unter Zen­surbedingungen, endgültige Fassung 1971; dt.: Flüchtiger Glanz, 2015; Mercè Rodoreda: Quanta, quanta guerra, katalanisches Original 1980; dt. Weil Krieg ist, 2007) oder Alber­to Méndez: 2004: Los girasoles ciegos; dt.: Die blinden Sonnenblumen, 2005).

6. Fazit

Wer sich für die spanische Kultur, die spanische Literatur und ihre Geschichte interessiert, wird von diesem Buch nicht enttäuscht. Es bietet einen Gang durch 1000 Jahre spanischer Literaturprodukti­on und weckt dabei Interesse an einer Vielzahl von Werken und AutorInnen. Es macht andere Ge­schichten der spanischen Literatur zwar nicht überflüssig, zeigt aber neue Perspektiven der Betrachtung und Interpretation auf, holt vergessene oder verdrängte Teile der Literaturproduktion ans Licht und erweitert so das sichtbare Spektrum. Das Interesse an den Grenzüberschreitungen geht bei Ingenschay einher mit dem, wenn man so will cervantinischem Leitbild einer inklusiven Gesellschaft und der Anerkennung von Diversität. Der Schreibstil ist publikumsorientiert, klar und didaktisch durchdacht. Dass der Text auch kostenlos elektronisch zur Verfügung steht, ist ein weite­res Plus.

Dieter Ingenschay: Eine andere Geschichte der spanischen Literatur: Von Cervantes bis zur Ge­genwart. Berlin, Boston: De Gruyter 2022; https://doi.org/10.1515/9783110747171

Nicola Veith: Spanische Aufklärung und südwestdeutsche Migration | La Ilustración española y la emigración del Suroeste alemán

Un análisis completo y lúcido del proceso migratorio desde el Sacro Imperio Romano Germánico hacia Andalucía a finales del siglo xviii

Reseña de Knud Böhle (Spanienecho de 26.11.2020), traducción de Pascual Riesco Chueca (Spanienecho de 07.07.2022)

1. El despotismo ilustrado y el proyecto español de colonización (1767-1835)

Estamos en 1767, tiempo de despotismo ilustrado en Europa: José II ocupa desde marzo de 1764 el pináculo del Sacro Imperio Romano, Federico el Grande rige Prusia, Catalina la Grande lo hace en Rusia y, en España, tiene la corona el rey borbón Carlos III. Han penetrado en España las ideas de la Ilustración y el pensamiento fisiocrático. Ilustrados como Campomanes, Aranda y Olavide ocupan puestos destacados de la Administración. Dentro del corpus ideológico que inspira a los políticos reformistas figuran nociones como el intervencionismo estatal, la mejora de la agricultura, una agenda activa de poblamiento y proyectos de prestigio.

En el seno de este conjunto de ideas ha de situarse el establecimiento de colonos extranjeros ―la colonización― en tierras baldías, como ocurrió en los casos de Prusia, Rusia, y a menor escala también en España desde 1767. Ese mismo año se dicta la supresión y expulsión de los jesuitas. La institución inquisitorial, por el contrario, seguirá en pie. Otra particularidad española es el bandolerismo, que compromete el tráfico de mercaderías de ultramar desde los puertos andaluces hacia Madrid. De ahí que un objetivo de los proyectos de colonización sea hacer más seguros ciertos tramos del Camino Real. En El manuscrito encontrado en Zaragoza, la célebre novela publicada en 1804 por el conde Jan Potocki, se dice al respecto en el mismo comienzo del texto: «El conde de Olavídez no había establecido aún colonias de extranjeros en Sierra Morena; esta elevada cadena que separa Andalucía de la Mancha no estaba entonces habitada sino por contrabandistas, por bandidos, y por algunos gitanos…» (ed. Minotauro, 1996, p. 31).

Ya había habido, desde comienzos del siglo xviii, propuestas de poblamiento de esta área mediante inmigrantes extranjeros; pero el paso decisivo se produce en abril de 1767, cuando el rey de España contrata con el bávaro Johann Kaspar Thürriegel la fijación de 6.000 colonos, un aflujo que ha de publicitarse y canalizarse hacia España. El contrato contiene especificaciones precisas sobre el origen, la adscripción religiosa, la estructura de edades y las cualificaciones exigibles a los colonos solicitados. En julio de 1767 se redactan los reglamentos que deberán aplicarse en las comarcas de asentamiento, en el marco de un Fuero de Población, que detalla los derechos particulares de las colonias. Ya en agosto de 1767 acuden a España los primeros emigrantes del Sudoeste del Sacro Imperio Romano Germánico. Los terrenos asignados inicialmente están en Sierra Morena, si bien a partir de 1768 se agregan áreas más occidentales de Andalucía.

Leyenda: Las colonias se establecen en las áreas en verde claro; los cuatro reinos que aquí se muestran vienen a coincidir con la extensión actual de la Comunidad Autónoma Andaluza. Fuente: Wikipedia

De manera oficial, el proyecto llevará desde 1768 el nombre de Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y de Andalucía. Muchos de los lugares fundados entonces ex novo han subsistido. Entre los más conocidos están La Carolina (Jaén), La Carlota (Córdoba) y La Luisiana (Sevilla). Con la extinción en 1835 de los últimos reglamentos especiales y los subsidios estatales para los territorios colonizados se da por concluido el proyecto. Ciertamente, los años iniciales son cruciales para la investigación histórica de este proceso migratorio.

2. La complejidad del tema y su encuadre científico

Nicola Veith aborda esta materia en su tesis (Universidad Johann-Gutenberg de Maguncia, en el área de las ciencias históricas y culturales) por el camino más exigente, optando por analizar y reconstruir el proceso migratorio sobre la base de la literatura científica y un trabajo archivístico intenso, que implica el estudio de fuentes y materiales tanto españoles como alemanes (véase una panorámica sobre las fuentes en las pp. 22-28).

Como primera consideración, el proceso migratorio es presentado de forma global. Ello significa que, en primer lugar, se investigan las circunstancias de la emigración desde el Sacro Imperio Romano Germánico (nación alemana) y las rutas y recorridos del viaje hacia el territorio de asentamiento. Solo entonces se trata el asentamiento de colonos y la historia subsiguiente del desarrollo de las nuevas poblaciones, así como la integración de los inmigrantes. Dentro del esquema del trabajo, ello se corresponde con la organización tripartita siguiente. Parte I: antecedentes de la emigración a España del siglo xviii; parte II: desarrollo de la emigración a España entre 1767 y 1769; parte III: asentamiento e integración de los colonos.

En el marco de esta estructura se consideran detalladamente, en primer lugar, los aspectos legales, políticos, organizativos y financieros. En segundo lugar, se tratan con minuciosidad tanto las condiciones de vida en los lugares de origen, que incitaron a emigrar a los colonos, como la realidad social en las nuevas poblaciones y la cotidianía que fue fraguándose en ellos. Para describir con ejemplar precisión los mundos de origen se centra la mirada en el Palatinado Electoral, el marquesado de Baden-Durlach y la región suaba. Casi involuntariamente viene a la mente que estas historias de emigración habrían merecido un cineasta de la talla de Edgar Reitz (cf. Heimat – La otra tierra (2013), una película acerca de una familia pobre de la región de Hunsrück en 1842, que sueña con empezar una nueva vida en Brasil).

La complejidad del tema al que se enfrenta Nicola Veith es grande. Han de quedar fuera las simplificaciones imprudentes, y son de rigor ciertas distinciones indispensables. Por citar el ejemplo más destacado: si centramos la atención en el origen de los inmigrantes, se hace visible el sentido de tales distingos. Es cierto que la mayoría de los colonos eran del sudoeste alemán, campesinos y menestrales alsacianos y lorenos. Pero a ellos pronto se añaden otros colonos de las diversas regiones germanoparlantes del Sacro Imperio, Países Bajos y Suiza, así como otros de lengua francesa, oriundos de Suiza y Francia, además de italianos (p. 354). En la síntesis sostiene Nicola Veith una hipótesis de interés: el etiquetado del conjunto de los colonos como «alemanes» debilitó sus identidades regionales y territoriales (en tanto que palatinos, badenenses, etc.), pero fue precisamente esto lo que, al propiciar una identidad común como alemanes, facilitó la integración en las colonias (cf. pp. 361, 399).

Para obtener una imagen fiel de conjunto de las colonias de inmigrantes es preciso incorporar al cuadro múltiples facetas diferentes: cuestiones de forma de los asentamientos, arquitectura, características del suelo, administración colonial, estructuras familiares, relaciones vecinales, cuidados médicos, asistencia espiritual, organización del tiempo libre y otras, que esta reseña no puede cubrir. La sección de contenidos, de seis páginas, disponible en línea (en alemán) como pdf, ofrece una visión de la diversidad de aspectos tratados en la tesis.

3. Contradicciones, reveses y conflictos del proyecto colonizador

Uno de los méritos del trabajo reside en haber identificado y analizado los conflictos implícitos al proyecto y las contradicciones y dificultades que afloraron tras su puesta en marcha; ello pone las bases para sentar una valoración crítica del conjunto de la operación. Seguidamente nos ocuparemos brevemente de algunos aspectos cruciales.

El propio reclutamiento de colonos se oponía a la prohibición de emigrar vigente en el siglo xviii en el Sacro Imperio (véase p. 72). La emigración era por tanto ilegal y se producía por lo común de forma clandestina (p. 105). En particular, el empeño con que los estados de origen intentaban retener a sus más cualificados labradores y artesanos iba radicalmente en contra del deseo de captar precisamente a este círculo de personas para prestigiar el proyecto de colonización. Ello significaba, a efectos prácticos, que muchos de los emigrantes que partieron hacia España no poseían la cualificación requerida.

Era también contradictoria la mezcla de tendencias ilustradas y absolutistas, característica de la praxis agroeconómica en las colonias (véanse pp. 214-253). Del lado progresista de dicha agronomía pueden dar muestra la prioridad otorgada al cultivo, la ganadería y la artesanía como fundamentos económicos, la escolarización obligatoria, y el papel más activo asignado a las mujeres. Pero, en el lado negativo, puede citarse la «desmedida intervención estatal» (p. 30), que se aprecia por ejemplo en los repartos de lotes con extensión homogénea, sin tener en cuenta la desigual calidad del suelo; o en la insistencia en cultivar cereales pese a las características desfavorables para ello del terreno, lo cual retrasó la plantación de otras labranzas más provechosas (p. 403). También pesa en el lado negativo el hecho de que los colonos, en los primeros años, no tenían ninguna opción de cogestionar la producción (p. 192). Nicola Veith alude a una administración cuasimilitar de las colonias (p. 398). «La inactividad se consideraba delito» (p. 404), un hecho que se castigaba con el uso del grillete durante el trabajo o incluso con prisión. Por añadidura se consentía poca vida social, lo que se sumaba al carácter disperso de las aldeas y la prohibición de visitar los lugares más populosos durante la semana. No obstante, y visto en contraste con el latifundismo, el tipo predominante de aprovechamiento en Andalucía, basado en la gran propiedad, explotador y poco productivo, este intento, altamente subvencionado, de crear una «clase media campesina» (p. 406), puede considerarse sin duda progresista.

Entre los fallos onerosos de los responsables del proyecto, explicitados en detalle por la autora del estudio, estaba la deficiente preparación ante las exigencias de la colonización primera. De modo que, recién llegados los primeros colonos en el final del verano y el otoño de 1767, los terrenos no se encontraban a la sazón laboreados ni apenas existían alojamientos (p. 172). Incluso en casos en que habían aparecido casas en las tierras de labor, los responsables del proyecto dispusieron que los colonos habían de realojarse en barracones situados en las cabezas de colonia, en vez de permanecer cerca de sus parcelas. Ello favoreció la aparición de epidemias, y «puede conjeturarse que a la altura de 1770 había fallecido la mitad de los colonos» (p. 405). En esta estimación entran ciertamente empleados de las colonias, trabajadores manuales que ayudaron en la construcción de casas, soldados y colonos españoles. Por añadidura, la situación debe de haber sido muy diversa según lugares.

Mediante el refuerzo con españoles procedentes de Cataluña y Valencia, y luego de otras regiones más pobres del país, se pudo compensar esta sangría. Parece que ya en 1771 el número de españoles en las colonias se había igualado con el de extranjeros (pp. 369-372), con lo que se alteró sustancialmente el carácter del proyecto inicialmente concebido.

La pertenencia y el cumplimiento religioso supusieron otro punto espinoso. Para empezar, solo se debía captar a católicos, pero esta restricción fue ocultada en lo que pudo por el reclutador Thürriegel. De ahí que el deficiente control de los emigrantes a España dio lugar a numerosas falsas conversiones, y en algunos casos, incluso a la expulsión de protestantes. Fue también problemático el cuidado pastoral, que con arreglo al Fuero de Población habría de hacerse en los años iniciales usando la lengua madre (p. 258). Ahora bien, la dirección colonial no había tenido en cuenta la necesaria procuración de sacerdotes, y solo en 1769 pudo cubrir la demanda mediante frailes capuchinos germanoparlantes, en un total de dieciocho, como muestra Nicola Veith. Por lo visto, los frailes no se limitaron a cuestiones de asistencia espiritual, sino que se enfrentaron a la administración colonial en defensa de los pobladores germanoparlantes (p. 262). A medida que a partir de 1770 fueron admitidos más y más colonos españoles en detrimento de las costumbres alemanas, fue agudizándose el conflicto. Ello llevó incluso a que el capuchino Romualdo Baumann en 1774 denunciara ante la Inquisición al dirigente del proyecto colonial, Pablo de Olavide, como hereje, pues «portaba en su interior las semillas del pensamiento protestante, y se expresaba en contra de los dogmas de la Iglesia» (p. 270). Siguió a ello el proceso y la condena de Olavide, seguramente no solo por la denuncia del padre Romualdo. Pero también los capuchinos debieron a partir de entonces abandonar las colonias y el suelo español.

4. ¿Fracasó el proyecto colonial o fue un éxito?

Preguntémonos finalmente, a la luz de la tesis, acerca del éxito o el fracaso del proyecto. En todo caso fue exitoso el reclutamiento y Thürriegel superó (según sus propios datos) la meta fijada, con 7.775 pobladores, cifra que le permitía saldar cuentas, a razón de 326 reales por persona admitida (p. 151).

Pero desde el punto de vista de la idea inicial del proyecto primigenio, que aspiraba a fijar una economía agraria avanzada y ejemplar regida en exclusiva por extranjeros capacitados, es inevitable hablar de un fracaso.

Si se contemplan las colonias a partir de 1770, en una evolución en que participaron colonos extranjeros y españoles, se desprende una imagen más halagüeña. Según una de las fuentes citadas, la población creció desde las 6.585 personas de 1770 a 11.857 en 1833 (pp. 386, 389). A ello se suma un crecimiento positivo en lo económico. También puede hablarse de una historia de éxito en lo tocante a integración, pues los inmigrantes extranjeros, en el curso de unas pocas décadas, se integraron casi del todo en la sociedad española. De ahí el aserto de Nicola Veith, según el cual muchas «biografías de emigrantes muestran que, en repetidas ocasiones, el trayecto desde la miseria en su país de origen hasta la condición de propietario rural en España había sido coronado con éxito» (p. 406).

5. Resumen

La tesis proporciona una contribución importante a un capítulo descuidado y casi olvidado (al menos en Alemania) de la historia hispano-alemana. La autora ha investigado profundamente las fuentes, tanto en archivos alemanes como españoles; y es preciso destacar el rigor de su enfoque global y orientado al proceso. Ello le permite examinar con detalle el mundo de origen y las circunstancias de la migración, las rutas e itinerarios de viaje hacia las comarcas de asentamiento seleccionadas por el Estado español y el desarrollo del proyecto de colonización entre 1767 y 1835. Este estudio aporta también lecciones para el presente, pues de él se desprenden valiosos indicios e intuiciones para el análisis de procesos migratorios en curso y proyectos contemporáneos relacionados con la captación de trabajadores extranjeros.


Nicola Veith: Spanische Aufklärung und südwestdeutsche Migration. Auswandererkolonien des 18. Jahrhunderts in Andalusien. Kaiserslautern: Bezirksverband Pfalz, Inst. f. pfälz. Geschichte und Volkskunde 2020, ISBN: 978-3-927754-97-3

[Nicola Veith: La Ilustración española y la emigración del Suroeste alemán. Colonias de emigrantes del siglo xviii en Andalucía. Kaiserslautern: Bezirksverband Pfalz, Inst. f. pfälz. Geschichte und Volkskunde 2020, ISBN: 978-3-927754-97-3]

Manuel Chaves Nogales: Ifni, Spaniens letztes koloniales Abenteuer

Reportage eines Meistererzählers, der dabei war

Rezension von Knud Böhle

Worum es geht

Der kupido Verlag hat sich vorgenommen, die Werke von Manuel Chaves Nogales (*Sevilla, August 1897, †London, Mai 1944) in einer auf sechzehn Bände angelegten deutschsprachigen Ausgabe herauszugeben. Das vorliegende Buch »Ifni, Spaniens letztes koloniales Abenteuer«, ist als Band 2 der Abteilung 1: Reportagen und Journale angezeigt. Ungeachtet dieser Zählung, handelt es sich um den ersten Band der Werkausgabe, der das Licht der Öffentlichkeit erblickt hat. Die Abteilung 2 soll das erzählerische Werk umfassen.

In dem Buch werden zwei Reportagen erstmals auf Deutsch veröffentlicht, die mit der spanischen Kolonialpolitik in Nordwestafrika zur Zeit der Zweiten Republik (1931-1939) zu tun haben. Ursprünglich waren die Reportagen als Artikelfolgen, mit zahlreichen Fotos angereichert, im Jahr 1934 in der Madrider Tageszeitung AHORA erschienen. Sie adressierte die republikanische bürgerliche Mitte und erzielte eine Auflage von mehr als 100.000 Exemplaren. Manuel Chaves war Stellvertretender Direktor der besagten Zeitung. Als Publizist und Journalist war er damals prominent und hoch geschätzt. Er gehört zu den großen, lange Zeit weitgehend vergessenen, spanischen Autoren. Erst in den 90er Jahren des letzten Jahrhunderts wurde er neu entdeckt. Heute ist er in Spanien weithin bekannt und berühmt. Seine Werke, die in unterschiedlichen Einzelausgaben und in zwei Gesamtausgaben auf dem Markt sind, werden gelesen und diskutiert.

In Deutschland ist der Autor noch kaum bekannt. Erst seit April 2022 findet sich ein Eintrag in der deutschen Wikipedia zu seinem Leben und Werk. Manuel Chaves gehört zur Extraklasse der »rasenden Reporter«, bei denen sich hoher Informationsgehalt mit außergewöhnlicher literarischer Qualität verbinden. Sein Stil ist geprägt von großer Klarheit der Sprache, Anschaulichkeit und originellen Vergleichen. Es schwingen mit: Witz, Augenzwinkern, Ironie und Understatement. Gelegentlich werden auch bloß Klischees bedient. Gleichzeitig sind die Reportagen durchzogen von spürbarer Empathie für Menschen, die das Schicksal gebeutelt hat. Die in der vorliegenden Besprechung verwendeten Zitate bieten Kostproben seines Stils.

In der ersten Reportage geht es um einen Fall bösartiger Desinformation. Monarchistisch und militaristisch gesinnte Kreise hatten das Gerücht verbreitet, es gäbe noch spanische Kriegsgefangene des Rif-Kriegs (1921-1926) in Marokko, die es zu befreien gelte. Die zweite, wesentlich umfangreichere Reportage handelt von der unblutigen und kampflosen Inbesitznahme der kleinen spanischen Kolonie namens Ifni.

Die erste Reportage wurde im Januar 1934 gedruckt, die zweite erschien in 13 Folgen in den Monaten April und Mai. Die beiden Reportagen aus Marokko sind nur lose verbunden. Die folgende Karte zeigt die kolonialen Besitzungen Spaniens und Frankreichs zu der Zeit.

Abb.1: Spanische Kolonial- und Protektoratsgebiete in Nordwestafrika, Ifni als kleine Enklave in Französisch-Marokko. Quelle: Wikimedia Commons

Zur Reportage über die »Gefangenen« des Rif-Krieges

In der Reportage vom Januar 1934 (9.-13.1.1934) sehen wir Manuel Chaves als investigativen Journalisten am Werk, der durch seine Recherchen ein immer wieder aufgewärmtes Gerücht als gezielte Desinformation entlarven will. Das Gerücht besagte, dass es noch immer um die 300 spanische Kriegsgefangene vor allem aus der Schlacht bei Annual gäbe, die es zu befreien gelte. Die Schlacht lag 1934 bereits mehr als 10 Jahre zurück. Damals, 1921, hatten sich im Norden Marokkos die Rif-Kabylen unter Abd el-Krim gegen die spanischen Kolonialherren erhoben und in jener Schlacht die spanische Armee verheerend geschlagen (ausführlicher dazu Reiner Tosstorff).

Seine Recherchen, die er in mehreren Artikeln an seine Zeitung kabelte, kamen zu dem Ergebnis, dass es in Marokko zwar eine ganze Reihe von Spaniern gab, die aus den unterschiedlichsten Gründen unter den Mauren lebten, etwa weil sie Abenteurer waren, den Kriegsdienst vermeiden wollten, aus dem spanischen Heer desertiert waren oder ihre Heimat aus wirtschaftlicher Not verlassen hatten, aber keine Gefangenen.

Die Spanier die wir »retten« können, werden überwiegend freiwillige Auswanderer sein, Abenteurer, Entwurzelte, Leute, die ihre Heimat verloren haben, Herumirrende, die ihr Schicksal in die Hand nahmen, ihr Glück fanden und sich irgendeinem Stamm im Inland anschlossen – völlig zwanglos. Sie heimzubringen würde ihnen übel mitspielen, sie wollen nicht »gerettet« werden (S. 29).

Das Schüren von Hoffnungen bei denen, die noch Angehörige und Freunde vermissten, wurde als zynisches Manöver bloßgestellt. Man darf vermuten, dass mit dieser Kampagne die republikanischen Regierungen von rechten militaristischen Kräften unter Druck gesetzt werden sollten, vielleicht auch mit dem impliziten Vorwurf, dass der Republik das Schicksal seiner Soldaten nicht genug am Herzen liege. Jedenfalls war das Thema offenbar so virulent, dass sich nicht zuletzt aufgrund der Recherchen von Manuel Chaves das spanische Parlament (Cortes) damit beschäftigen musste.

Für die deutschen Leser dürfte der Reiz dieser Reportage, geschrieben für ein spanisches Publikum in einem bestimmten historischen Moment, wohl kaum in ihrem ursprünglichen Zweck, der Entlarvung einer bestimmten Desinformationskampagne aus dem antirepublikanischem Spektrum, liegen. Gefallen mag indes, wie der Autor die Ergebnisse seiner Recherchen temperamentvoll und scharfzüngig, mit Witz und Ironie ausbreitet und dabei die Absurdität des Gerüchts aufzeigen kann. Inhaltlich interessant sind noch heute die Einblicke in die unterschiedlichen Motive, die viele Spanier bewogen hatten, sich nach Marokko aufzumachen und dort niederzulassen.

Zur Reportage über die Besetzung von Ifni

Im April 1934, und damit beginnt die zweite Reportage, reist Manuel Chaves in Begleitung von zwei Piloten und einem Fotografen erneut nach Marokko, um von der Besetzung Ifnis zu berichten.

Kurz zur Vorgeschichte: Spanische Anrechte auf die Enklaven Ceuta, Melilla und Ifni gehen bis in die Zeit der Katholischen Könige zurück. 1859/60, nach dem Spanisch-Marokkanischen Krieg, wurden die spanischen Ansprüche erneuert. Marokko sprach Spanien im Vertrag von Wad-Ras unter anderem auch ein kleines, vage definiertes Gebiet zu, das sich später als Ifni konkretisieren sollte. In den Abkommen der Jahre 1904 und 1911 zwischen Frankreich und Spanien über die Aufteilung Marokkos, wurde dieser Anspruch Spaniens bestätigt. Versuche, Ifni einzunehmen, die alle scheiterten, gab es schon 1911, 1919 und 1925. Ein weiterer Versuch, der ebenfalls scheiterte, und der von Manuel Chaves kurz erwähnt wird, fand 1933, also schon zur Zeit der Zweiten Republik statt. Auf der Karte (Abb.1 ) sieht man die kleine spanische Enklave in Marokko – umgeben von Französisch-Marokko. Die Fläche Ifnis war als 60 Kilometer langer und 25 Kilometer breiter Streifen Land festgelegt worden. Ein zentrales Motiv für die Besetzung lässt sich im Druck der Kolonialmacht Frankreich auf Spanien finden. Frankreich wollte Ifni nicht länger als unkontrolliertes Gebiete dulden, das von einheimischen Aufständischen als Rückzugsraum genutzt werden konnte. Auf spanischer Seite dürften außerdem Erwartungen steigender wirtschaftlicher und strategischer Bedeutung Westafrikas und nostalgische Träume einer absteigenden Kolonialmacht eine Rolle gespielt haben.

Zurück zur Reportage: Nach einem Zwischenstopp in Casablanca verliert das Flugzeug im Nebel die Orientierung und muss in der Gegend von Agadir notlanden, wobei das Fahrwerk zu Bruch geht. Nach der Bruchlandung kommen den Spaniern französische Soldaten zu Hilfe, die das Flugzeug abtransportieren. Manuel Chaves bleibt in Agadir, das zu Französisch-Marokko gehört, und versucht dort, die Weiterreise nach Ifni zu organisieren.

Er nutzt den erzwungenen Zwischenstopp einerseits dazu, die Frage nach den Kriegsgefangenen noch einmal vor Ort zu stellen. Soldaten spanischer Herkunft im französischen Militärdienst, mit denen er ins Gespräch kommt, versichern ihm, dass es auch auf französischem Gebiet keine spanischen Kriegsgefangenen gebe.

Zum anderen nutzt er den Aufenthalt, um Überlegungen über die feinen und weniger feinen Unterschiede zwischen französischer und spanischer Kolonialismuspraxis anzustellen. Dabei kann er auch die Frage, was die Spanier, die es nach Marokko verschlagen hatte, eigentlich dort machten, weiter erörtern. Er hält fest, dass sich die Franzosen bei ihrer Kolonisierung auf die Verwaltung der eroberten Gebiete beschränken, und fragt dann:

An wem bleibt also die Arbeit hängen? An den Spaniern, diesen unglückseligen Männern aus Oran, den genügsamen Andalusiern, den kühnen Levantinern, die sich – von der Heimat vergessen – auf den Routen Afrikas die Füße wund laufen und eine bewundernswerte Kolonisationsarbeit leisten, die ganz Frankreich mit Stolz erfüllt.
[…]
Ihrer Unternehmungslust verdanken viele Tausend spanische Schmiede, Schreiner und Maler die Arbeit, die wir ihnen nicht geben konnten, zudem schätzen die französischen Arbeitsvermittler ihre Fähigkeiten (S.68f.).

Nach dem Zwischenaufenthalt in Agadir, begibt sich Manuel Chaves auf schnellstem Weg nach Ifni. Da der Seeweg nach Ifni zu gefährlich und der Landweg durch französisches Gebiet noch nicht freigegeben ist, nimmt er schließlich ein Flugzeug, das ihn nach Kap Juby bringt, und von dort lässt er sich von einer Militärmaschine nach Ifni fliegen. Am 20. oder 21. April 1934 dürfte er dort eingetroffen sein. Die eigentliche Besitznahme des Territoriums hatte schon am 5. April begonnen.

Da sich die Landung der spanischen Truppen, die sich auf zwei Kriegsschiffen befanden, an der zerklüfteten Küste als schwierig erwiesen hatte, bestand die Einheit, die Ifni in Besitz nahm, einzig aus dem Oberst Oswaldo Capaz, seinem Adjutanten, dem Leutnant Emilio Lorenzi, und einem Matrosen. Sie wurden am Strand von etwa hundert Einheimischen erwartet, die sie in die Siedlung Sidi Ifni begleiteten (»drei oder vier Häuser, wenn man diese Schutzwälle ohne Dach denn Häuser nennen kann«, S. 70), und zu einem Begrüßungsessen eingeladen. Zu den Aktivitäten der ersten Tage der Inbesitznahme gehörte auch, die Steine von einem Platz am Rande der Siedlung wegzuräumen, um eine Landebahn für Flugzeuge zu schaffen. Ein Kabyle wird von Oberst Capaz zum »Chef des Aerodroms« (S. 73, 76) ernannt. Andere Kabylen werden zu Soldaten Spaniens erkoren, die dem Oberst direkt zugeordnet sind.

Da Manuel Chaves in dieser Phase der Besetzung Ifnis selbst nicht dabei war, verarbeitet er für die Schilderung der ersten Tage, das was er von Leutnant Lorenzi erfährt. Vielen Lesern wird es allerdings so vorkommen, als erführen sie alles aus erster Hand.

Als Manuel Chaves in Ifni ankommt, kann er beobachten, wie 70 kriegstüchtige Männer ausgewählt und zu einer einheimischen Schutztruppe geformt werden. Der Oberst motiviert diese »Bauerntruppe« (S. 93) damit, dass sie keine spanischen Söldner seien, sondern spanische Bürger, die fortan als »Guardia Civil« für den Schutz der Bevölkerung von Ifni zu sorgen hätten (S. 92f.).

Manuel Chaves ist von der Tatkraft des charismatischen Oberst außerordentlich angetan und vergleicht ihn mit Robinson:

Und Capaz, man muss es erwähnen, auch wenn es ihm nicht gefallen dürfte, hat sich mit der Kolonialisierung Ifnis so ans Werk gemacht, wie Robinson auf den Juan-Fernández-Inseln (S. 73).

In der Absicht, die Kolonisierung mitzuerleben, schließt sich Manuel Chaves mit Erlaubnis des Oberst der Truppe an, die den Auftrag hat, den südlichen Teil der Enklave zu besetzen. Nachdem die Kolonne an der Grenze zur französischen Zone Posten eingerichtet und die Flagge der spanischen Republik auf einigen der verfallenen Festungen gehisst hat, ist die Eroberung von Ifni abgeschlossen, »ohne dass ein einziger Schuss erforderlich gewesen wäre« (S. 97), und vor allem ohne die Unterstützung des größten Teils der Truppen, die nach wie vor nicht anlanden können und auf den beiden Kriegsschiffen vor der Küste festsitzen.

In der Hoffnung, dass die Spanier in Zukunft die Überfälle der Nomaden aus der Wüste verhindern würden, sind die Mitglieder der sesshaften Berberstämme bereit, ihre Gewehre abzuliefern. Auch die Nomaden müssen ihre Waffen künftig an der Grenze abgeben und bekommen sie erst bei der Rückkehr in die Wüste wieder ausgehändigt. Durch das Gewaltmonopol der Spanier, das klingt als Erwartung ebenfalls an, sollten sich auch Blutfehden zwischen den Stämmen besser einhegen lassen. Da Ifni spanisches Territorium ist, erhalten seine Bewohner auch die spanische Staatsbürgerschaft (in welchem Grad auch immer). Aus diesen Gründen können die sesshaften Stämme der Aït-ben-Amara, die auf dem Gebiet Ifnis siedeln, der Kolonialherrschaft offenbar etwas abgewinnen.

Abb. 2: Oswaldo Capaz, Manuel Chaves und möglicherweise Emilio Lorenzi in Ifni neben den von der einheimischen Bevölkerung abgegebenen Gewehren. Foto: Contreras, der für AHORA tätige Fotograf. Quelle: Webseite des spanischen Senders lasexta mit einem Beitrag vom 8.12.2020 über Chaves Nogales. In dem hier besprochenen Buch wird das Foto über zwei Seiten präsentiert, S. 106-107.

Manuel Chaves führt Gespräche, beobachtet und beschreibt dann in kleinen Geschichten mit anekdotischem Appeal Bräuche der Einheimischen, Formen der Gastfreundschaft, die politische Organisation der Kabylen, ihre Wirtschaftsweise, die Stellung der Frau, die Spannungen mit den Franzosen im Grenzgebiet, das Verhältnis der sesshaften Stämme zu den Nomaden; und immer wieder erzählt er auch von berührenden Schicksalen wie dem der »Bettler der Wüste«, wie der folgende Auszug exemplarisch zeigt.

Im Grenzgebiet von Ifni, die Soldaten haben ihr Nachtlager bereits aufgeschlagen, treibt ihn die Neugier in die Pilgerherberge:

Dort in einer Ecke sehr zusammenkauernd, in einer festen Umarmung eng umschlungen, lagern drei Männer, drei danteske Figuren, drei Ausgeburten eines Albtraums: Ein Greis, ein Mann und ein Kind, dürr wie ein Skelett, fast nackt, mit Gesichtszügen, welche Hunger und Unbarmherzigkeit zu Fratzen verzerrt haben, auf ewig leidend; einer von ihnen, der Mann, ist mit Blindheit geschlagen, mit dieser entsetzlichen Blindheit offener und beweglicher Augen; die anderen haben Augen wie Halluzinierende.

Sie sind »Bettler der Wüste«, werde ich informiert […] Ein wenig Fakir, ein wenig Bettler, und immer Geschichtenerzähler in einer Person, kreuzen diese erstaunlichen Kreaturen, die die menschlichen Bedürfnisse auf ein Minimum reduziert haben, von Norden nach Süden und von Osten nach Westen überall in der Wüste auf, ganz unempfindlich gegen alles, gegen die Sonne, sogar den Hunger, Durst und Kälte. Irgendwann sterben sie einfach, und Dünen werden ihre ausgedörrten Knochen überspülen wie Wellen (S. 100f.).

Das Ziel der Reise des Journalisten geht aber über das Sammeln von Geschichten hinaus. Er will sich ein Urteil über die Besetzung Ifnis und die kolonialen Besitzungen Spaniens in Afrika bilden. Offensichtlich hatte sich Spanien ja erst, nachdem es seine umfangreichen überseeischen Besitzungen verloren hatte, dem lange verschmähten »kolonialen Überrest« in der Sahara zugewendet. Wie Manuel Chaves gleich eingangs seiner Zeitungsreportage süffisant anmerkt, verhält es sich dabei wie mit den wertvollen Dingen einer reichen Familie, die ausrangiert auf dem Dachboden verstauben bis die Familie verarmt und sich fragt, ob die Kinder nicht noch irgendetwas von diesem alten Gerümpel brauchen oder wenigstens versilbern könnten.

Und die Republik, dieses aufrechte Geschlecht der Mittelklasse, die sich den Luxus vergessener Kostbarkeiten auf dem Dachboden nicht leisten kann, findet nun diesen kolonialen Überrest
[…]
Das Leben ist hart; man muss aus allem seinen Nutzen ziehen und den unbrauchbaren Rest versilbern. Diese Abwägung, ob abgelegtes altes Gerümpel zu verwerten oder zu liquidieren ist, ist der wirkliche Kern unserer letzten kolonialen Unternehmung, die wir mit der Besetzung Ifnis in Angriff genommen haben. Die umsichtigen Gegner kolonialer Abenteuer mögen sich bitte nicht gleich aufregen (S. 59).

In den folgenden Wochen überzeugt sich der Journalist in den Gesprächen mit den Kaïds der Berberstämme davon, wie bereits angeführt, dass die Bewohner von Ifni die Anwesenheit der Spanier durchaus begrüßten. Und er kommt zu dem Ergebnis:

Ich weiß nur, dass wir, indem wir Spaniens Symbol gehisst haben, hier ein weit sichtbares Signal des Friedens gesetzt und die Hoffnung auf Wohlstand unter diesen armen, hungrigen Bauern Ifnis geweckt haben. Und das ist gut so (S. 110).

Es wäre falsch, Manuel Chaves deshalb gleich in die Ecke des paternalistischen Kolonialisten zu stellen. Seine Einstellung zum spanischen Kolonialismus und der Kolonialpolitik der Republik ist komplexer und ohne Frage ambivalent. Es versteht sich, dass er nicht zur anti-kolonialistischen politischen Linken gehört und nicht prinzipiell gegen jede Kolonialpolitik ist. Was er konkret in Ifni als Möglichkeit gesehen hat, hat ihm offenkundig gefallen.

Er bleibt jedoch weiterhin skeptisch und zweifelt stark daran, dass die spanische Politik und die spanische Administration in der Lage und willens wären, die Voraussetzungen einer auskömmlichen Entwicklung in ihrem Kolonialgebiet auf Dauer zu stellen. Ein Erfordenis für die Versorgung der Enklave wäre etwa die Einrichtung einer regelmäßigen und zuverlässigen Flugverbindung zwischen Spanien und der Kolonie; ein anderes Erfordernis wäre der Bau eines Hafens, was aufgrund der widrigen Bedingungen an dieser Küste extrem teuer wäre.

Er reflektiert außerdem, dass das Wohl und Wehe von Ifni mit der Befriedung der Westsahara zusammenhängt. Eine dauerhafte Befriedung dieses Gebiets würde aus seiner Sicht nur zu erreichten sein, wenn den Spaniern die »Unterwerfung der Nomadenfürsten« (S. 118) in der Westsahara gelänge. Dazu wäre es vorab nötig, eine Landverbindung durch französisches Protektoratsgebiet von Ifni nach Kap Juby herzustellen. Das wiederum setzte aber voraus, dass zuvor die Franzosen die Nomaden und Aufständischen in diesem Gebiet unter ihre Kontrolle brächten. Angesichts der zahlreichen Hindernisse und Unwägbarkeiten, bleibt es für Manuel Chaves weiterhin eine politische Option, sich von den kolonialen Unternehmungen in Marokko ganz zu verabschieden.

Die Antwort auf die Ausgangsfrage vom Beginn seiner Reise, nach dem Nutzen der Besetzung Ifnis für die spanische Republik, fällt am Ende wenig überzeugend aus. Auf seiner Expedition ins Innere der Kolonie hat er fruchtbare Landstriche gesehen, und verbindet damit Chancen gewinnbringender Kolonialisierung (S. 114). Diese »Flecken fruchtbarer Erde für Spanien zu retten« sei das einzige »wofür sich der ganze kolonialistische Aufwand, Ifni zu besetzen, vielleicht lohnt« (S. 114). Eine gründliche Erörterung anderer möglicher Vorteile der Kolonialisierung findet nicht statt. Nur hier und da scheinen, verstreut über die 13 Teile der Reportage, andere Zwecke und Nutzenaspekte auf (z.B. Bodenschätze, Fischereirechte, Absicherung der Kanarischen Inseln, Bedeutung für die Luftfahrt, für das Transportwesen oder der militärische Nutzen). Für diese Zurückhaltung mag sein Status als quasi embedded journalist, der für eine regierungsnahe Tageszeitung schreibt, eine gewisse Rolle gespielt haben. Vielmehr aber dürfte es mit einer unausgesprochenen Maxime seines Schreibens zu tun haben: nur über das zu schreiben, was er selbst gesehen und erlebt hat, und sich zu verbieten, es im Licht von Theorien, Ideologien und Strategien zu deuten. Augenzeugenschaft als Leitprinzip der Reportage und die darauf fußende Unmittelbarkeit der Berichterstattung tragen maßgeblich zur anhaltenden Frische dieses über 85 Jahre alten Textes bei.

Vorzüge und Mängel der Edition

Die Übersetzung trifft den richtigen Ton, und die Buchgestaltung würde, ohne wenn und aber, einen vorderen Platz unter den »schönsten Deutschen Büchern« verdienen. Da stimmt alles: von der Papierqualität, über den türkisen Halbleineneinband, das leuchtend blaue Lesebändchen, den Satz bis zum Layout mit ansprechender Integration des Fotomaterials.

Wenn der Verlag nur auf ein Publikum von intimen Kennern spanischer Geschichte und Literatur aus wäre, könnte die Besprechung hier mit einem Dank enden. Wäre das Ziel jedoch, ein breiteres deutsches Publikum zu erreichen, wäre ein historisch informierender und orientierenden Text wünschenswert, der Kontexte herstellte und erläuterte, was die Lektüre dieser alten Zeitungsreportagen heute inhaltlich noch lohnt. Die hochgestochene »Einführung zur ersten deutschen Ausgabe« (S. 7-15) des Frank Henseleit – Verleger, Herausgeber und Übersetzer des Buches –, leistet dies nicht. Zur Person des Manuel Chaves Nogales erfährt man zwar einiges, aber zum Kontext der zentralen Reportage, der Besetzung Ifnis, praktisch nichts. Es findet sich nicht einmal eine Karte des spanischen Kolonialgebiets in Nordwestafrika, der man Lage und Ausdehnung Ifnis entnehmen könnte.

Eine Frage, die sich heutigen Lesern und Leserinnen bei der Lektüre aufdrängt, ist zweifelsohne, was aus Ifni nach der Besetzung 1934 wurde. Diese Frage mag mit einschließen, was aus den Personen wurde, mit denen Manuel Chaves in Marokko zu tun hatte. Eine historisch gut informierte Einleitung (oder ein entsprechendes Nachwort) hätte deshalb nicht nur die Vorgeschichte der Besetzung von Ifni anzusprechen, sondern die Geschichte Ifnis von der Besetzung bis zur Gegenwart wenigstens in Umrissen aufzuzeigen.

Ein erstes Kapitel der Geschichte Ifnis als spanischer Kolonie nach 1934 weist auf das Ende der Zweiten Republik. Der von den in Afrika stationierten spanischen hohen Militärs, den Africanistas, maßgeblich organisierte Putsch gegen die Republik, und der vom Einsatz des Afrika-Heers (nach Schätzungen 80.000 Soldaten) maßgeblich beeinflusste Sieg Francos im Spanischen Bürgerkrieg (1936-1939), gehören in dieses Kapitel.

In einem weiteren Kapitel wäre von der schleppenden Dekolonisierung Marokkos nach 1945 zu sprechen. 1957/58 kam es zum Ifni-Krieg, der im April 1958 durch ein Abkommen zwischen Spanien und Marokko beendet wurde. Der Kap Juby Streifen wurde damals unabhängig, die Kolonie Ifni wurde auf die Stadtregion Sidi Ifni reduziert. Die verkleinerte Kolonie und die Westsahara blieben jedoch weiter unter Spaniens Kontrolle. Ifni erhielt 1958 den Status einer spanischen Provinz. Das Franco-Regime begann nun in einer Art Angstblüte, wie das letzte Austreiben einer absterbenden Pflanze genannt wird, massiv in Ifni zu investieren. Erst auf internationalen Druck hin (UN-Resolution 1514 von 1960, UN-Resolution 2072 von 1965) trat Spanien Ifni am 30. Juni 1969 schließlich an Marokko ab. Bis zum Rückzug der Spanier aus der Westsahara dauerte es noch bis 1976. Der Konflikt um die Westsahara zwischen Marokko und den Sahrauis ist bekanntlich noch immer nicht gelöst. Die UNO sieht die Westsahara weiterhin als »nicht entkolonialisiertes Gebiet«.

Diese Wandlungen Ifnis und des spanischen Kolonialgebiets in Nordwestafrika zu kennen, verändert den Blick auf die Reportage über Ifni, das 1934 fast wie eine koloniale Idylle anmutete, und ist wichtig, um einen Gegenwartsbezug herzustellen.

Es gibt noch eine zweite Ebene, auf der eine historische Einbettung oder Kontextualisierung der Reportage der Lektüre zugute käme. Die Reportagen von Manuel Chaves sind inzwischen selbst historische Quellen und wären es wert, vom Stand der heutigen Geschichtswissenschaft aus beurteilt und erläutert zu werden. Stimmt alles, was uns der Reporter erzählt? Welche Informationen über die Besetzung Ifnis, über die Historiker heute verfügen, standen ihm damals noch nicht zur Verfügung? Welche Informationen ließ er bewusst außen vor, weil sie nicht zu seiner Art Reportage passten? Welches zum Verständnis von Anspielungen und Sottisen nötige Wissen konnte er 1934 bei seinen spanischen Lesern und Leserinnen voraussetzen?

Kurzum: Je mehr die Leser über die spanischen Kolonialpolitik und -geschichte erführen und je mehr sie an Informationen über die Vorgeschichte, die Besetzung und die weitere Entwicklung der kleinen Kolonie Ifni erhielten, um so lohnender dürfte die Lektüre der Reportage sein, und umso deutlicher würde auch die besondere Qualität des Meistererzählers Manuel Chaves Nogales hervortreten, der dabei war.

Literaturhinweise

Spanische Ausgaben der Reportagen

  • Manuel Chaves Nogales: Ifni, la última aventura colonial española. Almuzara: Córdoba 2012 [Diese Ausgabe basiert auf dem Text der 2001 veröffentlichten Werkausgabe, Band 1].
  • Manuel Chaves Nogales: Los desaparecidos en la catástrofe de Annual. In: Obra Completa, Band III (1931-1936), hrsg. v. Ignacio F. Garmendia, Barcelona: Libros del Asteroide, S. 433-449
  • Manuel Chaves Nogales: Nuestra última empresa colonial. In: Obra Completa, Band III (1931-1936), hrsg. v. Ignacio F. Garmendia, Barcelona: Libros del Asteroide, S. 451-525
  • Online: Die Biblioteca Digital Memoria de Madrid ist ein Onlineangebot, das es ermöglicht, die Originalreportagen von Chaves Nogales samt Bildmaterial wie sie in der Zeitung AHORA abgedruckt wurden, faksimiliert abzurufen. [zuletzt überprüft am 22.04.2022]

Geschichtliches zu Ifni und den spanischen Kolonien in Nordwestafrika

  • De Madariaga, María Rosa: Los moros que trajo Franco. Alianza Editorial: Madrid 2015
  • De la Mata, Javier Ramiro: Los prisioneros españoles cautivos de Abd-el-Krim: Un legado del desastre de Annual. In: Anales de Historia Contemporánea, Vol. 18 (2002), S. 343-354. Online verfügbar: [zuletzt überprüft am 22.04.2022]
  • Doppelbauer, Max: Sidi Ifni. Spanische Kolonie vom 6. April 1934 bis 30. Juni 1969. In: europa ethnica, 2014, Bd. 71, S. 36-39
  • Hart, Montgomery David: The Ait Ba ‚Amran of Ifni: an ethnographic survey. In: Revue de l’Occident musulman et de la Méditerranée, n°15-16, 1973. Mélanges Le Tourneau. II., 1973, S. 61-74. Online verfügbar: [zuletzt überprüft am 22.04.2022]
  • Martínez-Milán, Jesús: Sidi Ifni en el contexto del colonialismo español en el sur de Marruecos, 1912-1956. Hespéris tamuda / Université Mohammed V., Faculté des lettres et des sciences humaines. XLVI, 2011, S. 39-64. Online verfügbar: [zuletzt überprüft am 22.04.2022]
  • Quintana-Navarro, Francisco: La ocupación de Ifni (1934): Acotaciones a un capítulo de la política africanista de la 2ª República. In: Víctor Morales Lezcano (coord.): II Aula Canarias y el Noroeste de África. Madrid, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1988, S. 97-124. Online verfügbar: [zuletzt überprüft am 22.04.2022]
  • Tosstorff, Reiner: Aufstand der Rifkabylen gegen die spanische Kolonialherrschaft. Ein Gespräch mit Reiner Tosstorff von Armin Osmanovic, Rosa Luxemburg Stiftung, 2021. Online verfügbar: [zuletzt überprüft am 22.04.2022]

Manuel Chaves Nogales: Ifni, Spaniens letztes koloniale Abenteuer. Köln: Kupido Verlag 2021, ISBN 978-3-96675-035-6

Harald Bodenschatz y Max Welch Guerra (eds.): Städtebau als Kreuzzug Francos | El urbanismo como cruzada de Franco

Acerca de un pilar del franquismo: el urbanismo en España, instrumento deliberadamente orquestado de dominación política

Reseña de Knud Böhle (Spanienecho de 25.06.2021), traducción de Pascual Riesco Chueca (Spanienecho de 11.04.2022)

1. Introducción

Uwe Altrock (Universidad de Kassel), Harald Bodenschatz (TU Berlin y Bauhaus-Universität Wei­mar), Jean-François Lejeune (Universidad de Miami), Piero Sassi (coordinador; Bauhaus-Universi­tät Weimar) y Max Welch Guerra (Bauhaus-Universität Weimar) son los autores de un volumen de gran formato (30 cm x 24 cm), complementado con 570 figuras, en que se contempla el urbanismo de los primeros veinte años de la dictadura de Franco (1938–1959).

Los prestigiosos autores abarcan conjuntamente un amplio espectro de especialidades, entre las cuales destacan arquitectura, historia de la arquitectura, ordenación urbana y del territorio, así como ciencia política, planificación y sociología de la arquitectura. El presente estudio suma su aportación a la investigación sobre el urbanismo de las dictaduras europeas. En años recientes, han aparecido trabajos en la misma línea, aplicados a Alemania, Unión Soviética, Italia y Portugal.

El volumen, que combina texto e imágenes, resulta imponente por la mera abundancia de su material gráfico, de expresivas leyendas. Para su compilación, se acudió a numerosas fuentes, entre ellas las colecciones de los autores. Además de fotos de solares, edificios, ciudades y estatuas, se incluyen vistas panorámicas, planos, esbozos, folletos, carteles, fotogramas de películas y otros materiales. Pero las pretensiones de la obra superan con creces, como es evidente, los límites de un simple libro de ilustraciones.

2. Ambiciones del estudio

Dos postulados ocupan un lugar central para la especificación y alcance del presente estudio. La primera hipótesis sostiene que los protagonistas de la dictadura franquista vieron desde el primer momento que el urbanismo era «un medio efectivo de dominación» (pp. 27, 342), que supieron explotar «con objetivos políticos» (p. 29). La segunda hipótesis defiende que durante los primeros veinte años de la dictadura existió «una política propia y diferenciada de urbanismo» (p. 31), mientras que, a partir de 1960, el régimen se adaptó a las directrices del «movimiento moderno de posguerra en Europa Occidental» (p. 344). Esta doble teorización faculta a los autores para desvelar las formas y funciones del urbanismo en su relación cambiante con la configuración política, ideológica y social de esta fase del franquismo.

La presente reseña se centrará principalmente en la primera hipótesis. En cuanto a la segunda, no podrá abordarse aquí su evaluación crítica, que exigiría una comprensión especializada de las scientific communities dedicadas al urbanismo. Existe material gráfico adicional en las páginas de internet de la editorial, que permite a la vez adquirir una impresión general sobre la configuración del libro.

Es importante para situar y encuadrar la presente publicación señalar que fue concebida «teniendo en mente el público germanoparlante». Ello implica, entre otras cosas, que en varios pasajes se tienden puentes al urbanismo alemán, tales como la referencia al influjo de destacados arquitectos alemanes, por ejemplo, Hermann Jansen, Paul Bonatz y Otto Bartning. Hay que tener presente como trasfondo general un «un activo intercambio hispanoalemán iniciado hace años entre profesionales del gremio» (p. 79).

Por otra parte, los autores optan por un acercamiento temático que se aparta del habitual en España, al que se describe como «centrado en los arquitectos» (p. 37). En contraste con ello, se insiste aquí en lo urbanístico, que es encuadrado en el marco de la ordenación urbana que se hacía en Europa en las dictaduras europeas que habían conquistado el poder al comienzo del franquismo.

3. Estructuración del estudio

El volumen está cuidadosamente compuesto y didácticamente organizado. Como obertura inicial, se dispone una serie de veinte páginas con fotografías, en las que se despliegan a modo de ejemplo los fenómenos principales del urbanismo, que serán tratados luego. Al final del libro se ofrece también un tramo ilustrado, que se dedica principalmente a recordar la historia y a describir la política contemporánea de relación con el legado construido. El capítulo que se añade al primer cuerpo de fotos tiene carácter introductorio: resume la dictadura franquista, y revisa el estado de la investigación y las premisas del libro.

El capítulo siguiente puede entenderse como una introducción avanzada, con elementos auxiliares para un público alemán. Mediante la comparación de dos grandes exposiciones celebradas en Madrid en 1942 ―«Arquitectura Moderna Alemana», «Trabajos de la Dirección General de Arquitectura»―, se muestran las respectivas orientaciones de la propaganda urbanística y otros objetivos asignados al urbanismo. A la Alemania nazi no le ha llegado aún la derrota de Estalingrado ni la destrucción de sus ciudades; mientras que, en España, ya se trata de reconstruir los paisajes urbanos devastados por la guerra, ampliar la oferta de viviendas y ―objetivo sin duda no secundario― glorificar mediante obras la victoria.

Los capítulos subsiguientes amplian y detallan el material: los temas abordados, por su variedad, podrían sorprender si nos atenemos rutinariamente a las palabras claves franquismo-urbanismo. Se investigan en efecto ocho campos de acción urbanística, que mencionaremos en esquema: (1) la reconstrucción de lugares devastados por la guerra; (2) la renovación y ampliación del centro de Madrid y la reconfiguración de su región metropolitana; (3) la reurbanización de la ciudad vieja y la construcción de la ciudad industrial en Barcelona y su área; (4) las «Universidades laborales: ciudades universitarias de nuevo cuño»; (5) la renovación de los cascos antiguos; (6) la colonización del interior: pueblos de nueva planta, infraestructura hidráulica; (7) el urbanismo de las colonias españolas en el África noroccidental; (8) el Valle de los Caídos, «pieza clave del urbanismo franquista» (pp. 322 ss.).

Sobre las universidades laborales cabe indicar que no se trataba de universidades ni de escuelas profesionales en el sentido habitual en Alemania, sino de «instituciones totales», como diría el sociólogo Erving Goffman. En ellas se conjugaba el internado, el adoctrinamiento ideológico por la Falange y la Iglesia, con el bachillerato y la formación profesional, para la instrucción de gente fiel al régimen. Inicialmente, algunas instalaciones, aspirando a la autarquía, incluían medios para la producción agrícola.

En la mayoría de los capítulos se perfilan los rasgos característicos del urbanismo acudiendo a ejemplos destacados, que se eligen con vistas a exhibir la diversidad constructiva en juego. Así, en lo tocante a reconstrucciones, se investiga con cuidado el caso de las ciudades de Brunete, Guernica y Belchite, destruidas durante la guerra. En cuanto a las universidades laborales, de los 21 ejemplos disponibles del tipo, son dos, las de Gijón y Córdoba, los que serán objeto de una atención más detallada, sin excluir el resto. En el capítulo de la renovación de cascos viejos se recogen los ejemplos de Zaragoza, Salamanca, Santander, Santillana del Mar y Granada.

El capítulo final reúne en unas pocas páginas (pp. 340-351) las enseñanzas principales derivadas de los capítulos anteriores, más bien descriptivos; este contenido queda integrado en una panorámica de conjunto sobre las formas y funciones del urbanismo en el primer franquismo (1939-1959). Los ocho anejos consiguen aligerar el texto principal y adecuarlo para una lectura más relajada. Se ofrecen datos biográfios sobre los expertos en el urbanismo de este periodo citados en el texto; se presentan los decretos, reglamentos y leyes de ordenación urbanística; se relacionan los archivos y colecciones de los que procede el material gráfico; como cabe esperar, hay una bibliografía y un registro onomástico. En el último anejo se ofrecen semblanzas de los redactores del estudio. Puede consultarse un detallado índice de contenidos del libro en la página de la Biblioteca Nacional Alemana.

4. Destinatarios del estudio

En esquema cabe discernir cuatro grupos destinatarios o campos de interés a los que el libro interesará. Por un lado, arquitectos, historiadores de la arquitectura, planificadores urbanos, expertos en ordenación territorial: a todos ellos les despertará interés este pasaje, poco atendido en muchas de sus facetas, de la historia del urbanismo europeo. Particularmente, los capítulos sobre la reconstrucción de posguerra, las universidades laborales, la colonización del interior, y el urbanismo de los territorios de colonias en África noroccidental dirigen la atención a campos temáticos que la investigación ha venido desatendiendo hasta ahora.

El libro es también de sumo interés para especialistas en historia contemporánea y otros científicos sociales que analizan el franquismo en tanto que sistema de dominación. El tema del urbanismo en su uso como mecanismo de poder abre puertas a una dimensión generalmente poco abordada. Por otro lado, el libro ofrece ingredientes para una discusión tan actual como la de la memoria histórica en España. Se trata de plantear en su conjunto el debate sobre qué hacer con el legado constructivo de la dictadura (con opciones tan diversas como la demolición, la transformación, la reconstrucción, el olvido, la represión, la reinterpretación o la glorificación, cf. p. 38): un debate que alcanza al completo legado de Franco y no solo al conocido y polémico Valle de los Caídos.

Por último, el libro ofrece materiales inesperados a potenciales turistas por los campos y ciudades españolas interesados por el urbanismo. Pocos sabrán que el célebre Barrio Gótico de Barcelona, tal como se ofrece hoy día al visitante, fue configurado esencialmente durante la primera mitad de la dictarura; o que el arquitecto Otto Bartning, conocido por sus vínculos con la Werkbund y la Bauhaus alemanas, construyó en Barcelona una iglesia para la comunidad evangélica alemana, de simpatías pronazis; o que el complejo eclesiástico erigido en Zaragoza en 1945 San Antonio de Padua, con iglesia, convento y torre-mausoleo esconde una historia singular. En la torre descansan los restos mortales de unos 3.000 italianos que lucharon contra la República durante la guerra civil; pero, por añadidura, la torre fue y sigue siendo un frecuentado lugar de bodas italianas (cf. p. 353). Asimismo, el detallado capítulo sobre la historia urbana de Madrid y Zaragoza, o el recorrido por los nuevos pueblos de colonización, podrían inspirar a ciertos turistas con curiosidad por estos aspectos. Por supuesto, constituyen un nítido estímulo para la visita al lugar las informaciones sobre la reconstrucción de Guernica / Gernika, así como la infausta historia previa, incluida la destrucción de la ciudad ―con significativa participación alemana a manos de la Legión Cóndor―, y la secuela de monumentos conmemorativos por el lado español y alemán.

5. Rasgos del primer franquismo (1938-1959)

Para adentrarse en el urbanismo del franquismo primero (1938-1959), conviene conocer algunas características de la dictadura. Este fondo informativo es presentado por los autores, de forma concisa, en la introducción. Se expondrán aquí algunos rasgos de esta etapa, siguiendo en lo esencial el esquema de los autores.

No cabe duda de que la dictadura se apoyó en el poder del ejército, la iglesia, los monárquicos y la Falange, contando con la benevolencia de los terratenientes y la oligarquía industrial y financiera (p. 31). La dictadura pretendía ser algo más que una restauración. Desde finales del siglo xix la necesaria reforma de España era enfocada, específicamente en lo económico, bajo el prisma del regeneracionismo. Tal conciencia del problema fue compartida por el franquismo y todos los régimenes anteriores del siglo xx. En el franquismo inicial fue la Falange, cuyo inspirador principal era el fascismo italiano, la que imprimió un sello más marcado sobre la política de desarrollo.

La dictadura, surgida del golpe militar y la guerra civil, impuso una despiadada distinción entre vencedores y vencidos hasta finales de los años 50, perpetuando sus campos. No solo estaban los derrotados y estigmatizados perdedores republicanos, por un lado, y los condecorados vencedores, por el otro, incluyendo un séquito de actores convencidos y ventajistas directos. Había también muchas personas que, en un clima de carencias materiales y represión, procuraban asegurarse el pan de cada día o mejorar su situación. De ahí que no escasearan quienes se veían obligados a aceptar las ofertas de integración social provenientes del lado vencedor. Es el caso de no pocos arquitectos. Pero el vasallaje y lealtad exigidos por el régimen no eran necesariamente incompatibles con cierto rechazo hacia la dictadura. Como se indica en otra reseña de Spanienecho, «había mucho antifranquismo dentro del franquismo», fórmula que también cabe aplicar a algunos arquitectos (véase a propósito de ello la referencia en este estudio a las distancias que el colegio de arquitectos de Catalonia mantuvo con respecto a la dictadura de Franco, en p. 192).

En el plano ideológico dominaron durante esta etapa, hasta 1959, el nacionalsindicalismo y el nacionalcatolicismo. Sin entrar en detalles, ambas corrientes compartían un enfático nacionalismo, un pensamiento ordenancista, antiparlamentario, jerárquico y estamental, una exaltación del esplendor histórico pasado y del ámbito rural (por oposición a la ciudad). Compartían asimismo la radicalidad maniquea de sus modos de pensar y obrar, tanto durante la guerra como en las dos décadas subsiguientes.

El discurso nacionalsindicalista esta intensamente impregnado de ideas fascistas. Ello conllevaba cierto reconocimiento de la cuestión social, los intereses de los trabajadores (leales) y la necesidad de una intervención económica del estado, con predilección por los grandes proyectos, en los que se aunaba una explotación premoderna de la masa trabajadora con un afán de reforma infraestructural. Por su lado, el nacionalcatolicismo era un fundamentalismo orientado al pasado, cuya voluntad era revertir la separación entre iglesia y estado, estableciendo un estado confesional, cosa que el primer franquismo logró de hecho conseguir.

En la esfera lingüística tuvo especial vigencia un surtido metafórico de carácter católico y reaccionario: la guerra civil se convirtió en cruzada, el dictador fue investido de gracia divina, y a los adversarios se les satanizó con baldones como anticristo, antipatria y antiespaña. En esta construcción ideológica de la historia, por poner un ejemplo relevante para el urbanismo, la explotación mediante trabajos forzados se mutó en «redención de penas por el trabajo». La corporación que gobernaba el trabajo forzado, que se encontraba integrada en el Ministerio de Justicia, recibía el pomposo nombre (desde 1942, cf. p. 327) de Patronato Cen­tral de Nuestra Señora de la Merced para la Redención de las Pen­as por el Trabajo. Después de 1945, al terminar la guerra mundial e iniciarse la Guerra Fría, dejaron de ser presentables ―sobre todo en la esfera internacional― los nacionalsocialistas y su ideología, pero conservaron en el interior, durante largos años, un considerable influjo sobre la política salarial, así como la de desarrollo y poblamiento.

6. Problemas urbanísticos y soluciones ideológicamente saturadas

Afrontaba el urbanismo de esta época, amén de imposiciones ideológicas, también una serie de contundentes problemas, documentados con cifras por los autores.

La reconstrucción de ciudades destruidas se extendía a unos doscientos lugares (pp. 72, 348). Al final de la guerra civil, al menos 192 localidades estaban destruidas en más de un 60 % (p. 48). La obra hidráulica para regulación de caudales fluviales en aras a la agricultura, se percibía como una prioridad. La colonización del territorio, con mejoras infraestructurales, orientadas en particular a la agricultura de regadío, era la respuesta. El programa de colonización rural llevó a establecer unas doscientas aldeas de nueva planta hasta 1959; tras 1960, les siguieron otras 95 (pp. 296, 302). Si el regadío y la producción eléctrica se entienden como evidentes resultados de la mejora infraestructural, puede servir de indicador útil el número de presas construidas. En 1939 había 180 embalses; en los años 1943-1954 se añadieron cien nuevos embalses; y en los siguientes años 1955-1970, otros 276 (pp. 255 ss.).

Otro problema colosal era la escasez de vivienda en las grandes ciudades, evidenciado por los abundantes asentamientos chabolistas. Tan solo en Madrid, había al comienzo de los años 50 treinta barrios de chabolas, donde vivían unas 400.000 personas (p. 153). El problema fue resuelto de forma insatisfactoria: en vez de atajarlo de forma global, se impulsó la construcción de viviendas y pueblos para círculos que se aspiraba a vincular al régimen. La construcción de viviendas y asentamientos rurales se aplicó como instrumento de dominio, para recompensar a los seguidores del dictador, premiando su lealtad hacia el régimen con ventajas en la adquisición de viviendas o tierras.

Otra misión del urbanismo era la constitución de una «infraestructura de la opresión», en lo cual los autores se refieren expresamente a Madrid (pp. 166 ss.) y Barcelona (pp. 204 ss.). Se trata de prisiones, campos de concentración, sitios para ejecuciones. Se usaron cárceles preexistentes, se erigieron prisiones del tipo más moderno, se reutilizaron otros edificios disponibles para fines represores, se abusó de los cementerios como lugar de ajusticiamiento.

Es una función del urbanismo, presumiblemente en todas las dictaduras, la creación de lugares de memoria. Entre los lugares más conocidos de la España franquista destacan el Valle de los Caídos al noroeste de Madrid, el Arco de la Victoria en la capital y el Alcázar de Toledo, reconstruido. Pero también el modo en que las ciudades destruidas durante la guerra fueron reconstruidas y exhibidas desempeñaba, junto con la propia reconstrucción, un papel propagandístico. Los autores detallan este punto a la luz de tres legendarios escenarios de batalla de la guerra civil (Brunete, Belchite y Guernica).

Tales reconstrucciones tenían abundante carga ideológica, reflejando una visión del mundo dirigida al pasado. Evocaciones de la grandeza de un pasado imperial; predilección por el marco rural; centralismo madrileño; lugares de memoria agrupados en torno a la capital (p. 161); preferencia por la Plaza Mayor, ámbito en que organizaciones estatales como la Falange y sus sindicatos, la policía, el ayuntamiento y la iglesia ocupaban un lugar de preferencia. Ha de advertirse que apenas hubo un proyecto urbanístico en el franquismo que no tuviera su iglesia, con independencia de que se tratase de universidades laborales, barrios de vivienda o pueblos de colonización. La política social, orientada al pasado, inspiró también una «renovación conservacionista de los cascos antiguos» (p. 345) en pequeñas y medianas ciudades.

Existía incluso un estilo preferido por la Falange, el escurialismo, tendencia evocadora de la arquitectura del Escorial, con un severo aire neoclásico (p. 212). La universidad laboral de Gijón es uno de los ejemplos más conocidos de ello. Pero el escurialismo era solo una de las variantes dentro de un abanico de estilos constructivos disponibles. Cabe añadir que el régimen aspiraba a lucir su propia versión del movimiento moderno, como se desprende de la edificación de rascacielos en Madrid, el urbanismo industrial barcelonés o la creación de aeropuertos modernos y enormes estadios de fútbol.

7. Límites del influjo de la Falange sobre el urbanismo

A propósito de la diversidad de estilos arquitectónicos viene una tesis de los autores, de extraordinario interés, acerca del papel de arquitectos y urbanistas durante el franquismo. Entre los arquitectos del régimen había decididos seguidores de Franco, junto a otros que se agarraban a la oportunidad de ejercer su profesión: «el franquismo consiguió movilizar a su favor, tempranamente y de forma visible, el quehacer técnico y la creatividad configuradora de los arquitectos españoles» (p. 344). Ello permitió a una administración dominada por falangistas «compensar la falta de competencia técnica de sus cuadros» (p. 345). De resultas de ello, se produjo una multiplicidad de lenguajes formales y estilos, acompañada de una elevada calidad técnina, lo que se aprecia de forma palmaria en las universidades laborales y pueblos de colonización. A través de los arquitectos se estableció de paso una continuidad con planes y proyectos preexistentes, que no eran franquistas en origen, sino que ―como es el caso de los planes de Madrid y Barcelona―, contaban con una larga historia anterior. Otra causa de la diversidad urbanística reside en el hecho de que estos urbanistas conocían el debate internacional y, al mismo tiempo, se dejaban inspirar por las producciones de otras dictaduras. En su conjunto, los autores ven en el urbanismo de esta época, «tanto en la ciudad como en el campo, una variante tradicional del movimiento moderno, que también caracterizó a la Italia fascista o a la Unión Soviética de Stalin» (p. 346).

Como muestra el análisis de los autores, la dominación franquista se caracteriza también por el hecho de que incluso en casos en que los falangistas querían plasmar urbanísticamente sus aspiraciones sociales, el resultado final era el reparto con ventajas entre los ya acomodados. Un primer ejemplo: existía una normativa estatal de construcción de viviendas de alquiler para las clases medias, de la que también las empresas privadas, con estímulos fiscales, se aprovechaban (p. 145). El régimen abordó el alza de los alquileres imponiendo topes, y más tarde prohibiendo nuevas subidas. Como consecuencia, la construcción de casas de alquiler dejó de ser atractiva para las empresas privadas, lo que llevó a que estas viviendas fueran retiradas del mercado de alquiler y se vendieron a clientes acomodados. Un segundo ejemplo: entre 1939 y 1975 se pusieron en riego 1.635.000 hectáreas de tierra por iniciativa y financiación estatal. Los pobladores de las aldeas de colonización se repartieron tan solo 149.358 hectáreas (p. 249). «Los principales beneficiarios no fueron los colonos, sino los terratenientes, cuyas fincas registraron una colosal revalorización» (íbid), estimable en 1.200 hasta 2.000 % con respecto a los valores de la preguerra.

8. Tres observaciones críticas y un deseo

Presuponen los autores un «cuerpo crítico de lectores» (p. 39). Mencionemos aquí cuatro aspectos, que más que ofrecer crítica de fondo, pretenden matizar y solicitar alguna aclaración. Las tres observaciones intentan sondear algunas enjundiosas afirmaciones de los autores. En primer lugar, el título principal del libro, «el urbanismo como cruzada de Franco»; seguidamente, el título del capítulo final de síntesis, «el urbanismo bajo Franco. La continuación de la guerra civil española por otras vías». Por último, se discute otra afirmación central: «el urbanismo […] permite clasificar al régimen como una dictadura abiertamente represiva y desarrollista, de economía estatal» (p. 341). El deseo se orienta a la ampliación de una sección, la de «Infraestructura de la opresión». El lector que no tenga especial interés en minuciosas controversias sobre palabras y conceptos, puede saltarse esta parte de la reseña y acudir directamente a las conclusiones.

(1) El título principal del libro, «el urbanismo como cruzada de Franco», es desconcertante, pues los autores no explican de qué modo ha de entenderse. Para un lector alemán, la referencia inmediata sería a las cruzadas medievales. En el contexto de la dictadura franquista, el concepto de cruzada tiene una inequívoca procedencia, el nacionalcatolicismo; se usó para santificar la pugna de los rebeldes contra la Segunda República y la victoria en la guerra civil. Cruzada, en este contexto ideológico, es sinónimo de guerra civil. Tras la cruzada da comienzo una nueva etapa, que ni los mismos protagonistas y propagandistas de la dictadura siguieron denominando con ese nombre. Por seguir la terminología de los Servicios de Arquitectura de la Falange, de 1939, tras la cruzada venía «el inmenso problema de la reconstrucción de España» (cf. p. 340). Tras la victoria militar tocaba asegurarse el control. Iba con ello indudablemente, como indican los autores, la tarea de hacer visible el nuevo poder en todo el territorio por medio del urbanismo, a través de nuevos nombres de calles, placas conmemorativas, monumentos a la victoria, edificios religiosos, reconstrucción de ciudades en ruinas, embalses, pueblos de nueva planta, universidades laborales y otras iniciativas. De ahí que un título que diera expresión directa a esta voluntad de consolidar por la vía urbanística el dominio dictatorial hubiera sido tal vez más adecuado.

(2) El capítulo final de síntesis lleva el título «El urbanismo bajo Franco. La continuación de la guerra civil española por otras vías» (p. 340); tal encabezamiento es sin duda impactante, pero no refleja los principales resultados del estudio. La posguerra española se vio marcada por una masiva pobreza, persecución política, terror de estado, asesinato en masa, explotación por trabajos forzados, así como otras modalidades de marginación y exclusion social de los antiguos adversarios. Pero, de hecho, tales crímenes y tan innumerables vulneraciones de los derechos humanos durante el franquismo de estos años no se producían ya en el marco de una guerra, es decir, en una situación en que dos campos opuestos se enfrentan en la batalla. No era este el caso, y ello agrava aún más los crímenes. La metáfora elegida, a pesar de su intención drástica, se queda corta ante la realidad.

Desde el punto de vista de la sociología del control, tras 1939 se pretendió sobre todo asegurar el poder y dotar de cotidianía el dominio carismático de Franco, en interés de sus seguidores; ampliar la base social del régimen; integrar nuevos ámbitos sociales, cruciales para estabilizar la dominación. En este título de cuya oportunidad dudamos, no se hace manifiesta la relación mutua entre represión e integración social. La visible represión hacia quienes había combatido del lado de la República, dio lugar también a una intensa presión adaptativa y conformista sobre el resto de la población. Esta combinación de miedo a represalias y perspectivas de oportunidad para mejorar la vida fue puesta en juego por el régimen para ensanchar su base social.

El urbanismo es el ejemplo señero de cómo la represión y las ofertas de integración iban juntas en la práctica dictatorial. Por un lado, se observa la erección de una «infraestructura de la opresión», la utilización masiva de trabajadores forzados para la construcción o la mejora de equipamientos urbanos y rurales, la expulsión de los mejores espacios y tierras habitables, la intensa pobreza en todo el país, que se evidencia en los múltiples barrios de miseria y en una construcción antisocial de viviendas. Por el otro lado, la dictadura se esforzaba en servir a sus seguidores y multiplicarlos: ello principia por la reconstrucción modernizadoras de ciudades destruidas, y la edificación de vivienda urbana de calidad para la burocracia del nuevo estado y las capas medias a quienes se intentaba persuadir. También en la colonización interior, con sus numerosas aldeas de nueva planta para la población rural deseosa de integrarse, así como la creación de universidades laborales para la generación de elites procedentes de orígenes modestos. Resulta en último término sorprendente, con cuánta deliberación y precisión política supieron las elites aprovechar las variadas funciones del urbanismo para consolidar su posición dominante. Este es un importante resultado de los autores, que no logra quedar plasmado en el título, con su referencia a «la continuación de la guerra civil española por otras vías».

(3) Cabe también discutir el concepto de «dictadura desarrollista», aplicado por los autores a la caracterización de esta fase temprana del periodo: «el urbanismo […] permite clasificar al régimen como una neta dictadura desarrollista y represiva, de economía estatal» (p. 341). Por un lado, puede argüirse que, desde los años del regeneracionismo, todos los gobiernos españoles hubieron de confrontar el problema de un desarrollo retrasado. Asimismo, ha de advertirse que, si bien es cierto que la idea del desarrollo era central en el discurso de la Falange, pero las realidades del franquismo imponían otras prioridades, como exponen los autores a la luz de dos ejemplos: el fracaso del modelo público de vivienda de alquiler a beneficio de los promotores privados, y la política de regadíos, cuyos frutos recayeron sobre todo en los terratenientes. En tercer lugar, solo en el área del urbanismo fue posible conseguir resultados cualitativamente valiosos, partiendo de unos métodos poco tecnificados, materiales tradicionales y modos de edificar (sin acero ni cemento), pero disponiendo de buenos arquitectos, mucha mano de obra y trabajadores forzados. Este modelo low-tech no era exportable a otros sectores, que exigían más estrictos requisitos técnicos y de cualificación para la producción y capacidad de concurrencia. A partir de los éxitos en urbanismo y construcción de infraestructuras no debe extrapolarse al desarrollo conjunto de la economía, por lo que no el régimen no puede ser descrito globalmente como dictadura desarrollista. Por decirlo de otra manera, solo en el sector urbanístico, impregnado de las nociones de política de desarrollo de la Falange, cabía esperar cierto éxito del modelo de una neta dictadura desarrollista y represiva de economía estatal. Los logros del sector urbanístico no son suficientes, según nuestro modo de ver, para clasificar globalmente al régimen como dictadura desarrollista.

Puede afirmarse aún más: la productividad de la agricultura y la industria en la etapa inicial del franquismo fue muy baja o casi inexistente. El modelo económico en su conjunto fracasó. La economía, dirigida por el Estado, llegó en 1956 a una crisis que ponía en peligro el sistema; de ella solo se pudo salir gracias a una nueva política, liberal en lo económico, con renovado personal político, plan de estabilización, mudanza ideológica, integración en la economía mundial, inversión extranjera, emigración de trabajadores… (sobre la magnitud de la crísis, véase Anna Catharina Hofmann: Fran­cos Moderne. Technokratie und Diktatur in Spanien 1956-1973. Göttingen 2019: Wallstein Verlag). Por ello, la literatura suele aludir al franquismo en términos de dictadura desarrollista solo a partir de 1959, aunque dejando en suspenso si con ello se entiende la autodescripción, es decir, la nueva ideología legitimadora del desarrollismo, o si se admite que el tardofranquismo fue politológicamente y con arreglo a la sociología del poder lo que propiamente puede describirse como dictadura desarrollista.

En cuarto y último lugar: llama poderosamente la atención que en el libro también se aborde la infraestructura de construcción destinada a la represión, así como la importancia del trabajo forzado para la construcción urbana, especialmente en los capítulos sobre Madrid, Barcelona y el Valle de los Caídos. Este nudo temático podría desarrollarse más, entrando en detalles sobre la erección y uso de los numerosos campos de concentración (estimados en 194, p. 166). Aunque los estudiosos de las ciudades puedan alegar que esto escapa a su campo de atención, sería de gran utilidad para apreciar en su conjunto el mundo de la vivienda en el franquismo inicial el disponer de información adicional sobre los abundantes refugios y barrios de chabolas, así como la política al respecto.

9. Resumen

La consulta, lectura y estudio de la obra puede recomendarse, no solo a quienes se ocupan científicamente del urbanismo y el desarrollo social español, sino también a un público más amplio. Su estilo es factual y sobrio, la composición bien pensada, y la revisión editorial debe haber sido extraordinariamente laboriosa. Este detallado estudio es una rica fuente, de la que puede obtenerse una copiosa información sobre el urbanismo español entre 1938 y 1959, en sus diversas facetas y funciones; se abarcan cuidadosamente, de hecho, temas generalmente marginados, como la colonización interior o las universidades laborales. En los diversos campos de acción urbanística se describe cómo el urbanismo se usó como herramienta de dominio por el franquismo. La convincente imbricación entre urbanismo y modos de control es uno de los principales logros de la obra. Ha de destacarse también que los autores elaboran y explican la pluralidad de estilos constructivos y modelos urbanos presentes. En esta diversidad ocupan un lugar destacado arquitectos ajenos al estilo predilecto de la Falange, los cuales pudieron anudar su praxis con el urbanismo anterior a Franco, y que, al mismo tiempo, conocían y apreciaban la discusión especializada internacional y las tendencias urbanísticas de otras dictaduras europeas. Finalmente ha de destacarse una vez más que los autores ligan el estudio de la historia del urbanismo con una cuestión de actualidad: qué hacer o qué debería hacerse con el legado constructivo del franquismo.

Queda desear muchos lectores a este libro, y sería de esperar que, entre los germanohablantes, así como en el mundo profesional español y otros ámbitos lectores, alcance resonancia y sea apliamente discutido. En las listas de los mejores libros especializados se habrá ganado este estudio un lugar de honor.


Harald Bodenschatz und Max Welch Guerra (Hrsg.):
Städtebau als Kreuzzug Francos. Wiederaufbau und
Erneuerung unter der Diktatur in Spanien 1938–1959
.
Berlin: DOM Publishers 2021, ISBN: 978-3-86922-527-2

Birgit Aschmann: Beziehungskrisen. Eine Emotionsgeschichte des katalanischen Separatismus

Ein gut verständliches Buch über einen schwer verständlichen Prozess

Rezension von Knud Böhle

Katalanisten verstehen

Für den unvoreingenommenen politisch Interessierten in Deutschland ist der katalanische Nationa­lismus und sein Ziel, einen neuen Nationalstaat durch Abspaltung von Spanien zu gründen, nicht ohne Weiteres nachzuvollziehen. Das Fremdverstehen ist dadurch erschwert, dass es in Deutschland derzeit kein nennenswertes Nationalitätenproblem und keine Unabhängigkeitsbewegung gibt. Dazu kommt, dass es auch keine relevante politische Partei gibt, die das Grundgesetz und mithin die fö­derale Struktur der Bundesrepublik oder die Staatsform grundsätzlich in Frage stellte. Die im Wall­stein Verlag erschienene Schrift der an der Humboldt Universität lehrenden Historikerin Birgit Asch­mann verspricht, den katalanischen Nationalismus und besonders seine Radikalisierung als Unab­hängigkeitsbewegung, etwa seit 2010, einer breiteren Öffentlichkeit zu erschließen.

Die unglaubliche Wachstumskurve des katalanischen Separatismus

1976, im ersten Jahr nach Francos Tod, sprachen sich nur zwei Prozent der Katalanen für die Unabhängigkeit aus (vgl. S. 159). Im Referendum über die Verfassung von 1978, die das Recht auf Autonomie der Nationalitäten und Regionen festschrieb, stimmten (bei einer Wahlbeteiligung von 68 Prozent) 90,5 Prozent der Katalanen für diese Verfassung. Vier Jahrzehnte später zeigte sich ein völlig verändertes Bild: Der Präsident der Regierung der autonomen Region Katalonien Carles Puigdemont verkündete am 10. Oktober 2017: «Katalonien konstituiert sich als unabhängiger Staat in Form einer Republik» (vgl. S. 230). Sekunden später wurde diese einseitige Unabhängigkeitserklärung zwar ausgesetzt. Aber am 27. Oktober 2017 wurde dann über die Unabhängigkeitserklärung im katalanischen Regionalparlament, der Generalitat, abgestimmt. Die zu dem Zeitpunkt pro-separatistische Mehrheit der Abgeordneten stimmte dafür. Von den 135 Abgeordneten des katalanischen Parlaments galten 72 als Unabhängigkeitsbefürworter. Bei der Abstimmung am 27. Oktober wurden 70 gültige Stimmen pro Unabhängigkeit abgegeben.

Der nach dieser einseitigen Unabhängigkeitserklärung vorgesehene Konstitutionsprozess eines neuen Nationalstaats, der katalani­schen Republik, kam de facto nicht in Gang. Noch am selben Tag wurde die katalanische Regierung abgesetzt, das Parlament aufgelöst, und eine Zwangsverwaltung gemäß § 155 der spanischen Verfas­sung trat in Kraft. Außerdem wurden Neuwahlen in der autonomen Region anberaumt. Haftbefehle gegen hochrangige Protagonisten der Unabhängig­keitsbewegung wurden wenige Tage später erlassen. Nach der Wahl am 21. Dezember 2017 dauerte es bis zum 14. Mai 2018 bis eine neue Regierung in Katalonien gebildet wurde und die Zwangsverwaltung endete.

Damals wie heute haben die Parteien, die für eine Unabhängigkeit Kataloniens eintreten, eine knap­pe Sitzmehrheit im katalanischen Parlament. Das bedeutet nicht automatisch, dass sie die Mehrheit der Bevölkerung hinter sich haben. Das Wahlsystem und die Wahlbeteiligung wären für eine korrekte Beurteilung einzubeziehen. Im Jahr 2017 entsprach die Mehrheit der Sitze der separatistischen Parteien keiner Mehrheit der abgegebenen Stimmen.

Rechnerisch wäre nach der letzten Wahl (14. Februar 2021) eine linke (sinngemäß: sozialdemokratische) Koalitionsregierung möglich gewesen. Dem stand jedoch das In­teresse der separatistischen Mehrheit im Parlament entgegen, die am politischen Projekt der Unabhängigkeit fest­hielt. Innerhalb der Regierungsparteien gibt es derzeit unterschiedliche Auffassungen, ob das Ziel, die Unabhängigkeit Kataloniens zu erreichen, kurzfristig oder eher mittel- bis langfris­tig anzusetzen ist, und ob eine einseitige Unabhängigkeitserklärung weiterhin als politische Option gesehen wird. Es dürfte unter den nationalistischen Katalanen außerdem auch unechte Separatisten geben, denen die Unabhängigkeitsforderung als strategisch einzusetzendes Mit­tel dient, um den Zentralstaat an den Verhandlungstisch zu zwingen und einen vorteilhaften Sonderstatus für Katalonien im föderalen spanischen Staatsgebilde zu erstreiten.

Juristisch wird manchmal zwischen Separation und Sezession unterschieden, wo­bei erstere eine Zustimmung des Gesamtstaats zur Abspaltung (etwa auf Basis eines legalen Referen­dums) voraussetzt, während die letztere die Nicht-Zustimmung des Gesamtstaates zur Abspaltung, wie bei der einseitigen Unabhängigkeitserklärung 2017 in Katalonien, in Kauf nimmt. Ein aus einer solchen Abspaltung hervorgehender Neustaat dürfte vergleichsweise geringe Chancen haben, inter­national anerkannt zu werden.

Fragestellung der Analyse und emotionsgeschichtlicher Ansatz

Die zentrale Frage des Buches ist, wie es von der relativ geringen Virulenz des politischen Katala­nismus zumindest bis zum Jahr 2006 zu diesem unwahrscheinlichen Erstarken des katalanischen Nationalismus kommen konnte. Wie konnte es dazu kommen, dass nicht mehr der Ausbau und die Vertiefung der regionalen Autonomie (Autonomismus) das Ziel weiter Teile des politischen Katalanismus blieb, son­dern die Abspaltung von Spanien und die Gründung eines eigenen Staates zum neuen Erwartungs­horizont wurde?

Um die Dynamik des Prozesses (el Procès) besser zu verstehen, verfolgt Aschmann die Wendungen und Wandlungen des politischen Katalanismus von seinen Anfängen bis zur aktuel­len Lage Ende 2020. Das Besondere an der Darstellung, auch im Unterschied zu zahlreichen spanischen Analysen des Procès, ist die emotionsgeschichtliche Perspektive ihrer Untersuchung (vgl. S. 15 und S. 160). Das Augenmerk wird folglich auf Phänomene wie die Emotionspolitik als Herrschaftsmittel und Machtinstrument, auf die Eigenlogik von Emotionen und die Dialektik von emotionaler Gemeinschaftsbildung und sozialer Ausgrenzung gelegt. Erwartungen, Enttäuschungen, Ängste und Wut, Empörung und Ressentiments spielen für die Dynamik des Prozesses eine große Rol­le.

Der jüngere katalanische Nationalismus wird dabei nicht als regional einzigartige, singuläre soziale Bewegung verstanden, sondern in den größeren Kontext einer in den letzten zwei Jahrzehnten weit­hin beob­achtbaren veränderten Emotionskultur gestellt, die eine stärkere Emotionalisierung von Po­litik und Gesellschaft auszeichnet. Diese Veränderung wird – mit Verweis auf den Soziologen An­dreas Reckwitz ­– als Signum der Spätmoderne begriffen, und an Phänomenen wie erstarkendem Na­tionalismus und Populismus, neuen sozialen Bewegungen der Empörung und sozialen Bewegungen entlang von Identitätsfragen – eben auch von kollektiven Identitäten – festgemacht. Auch in anderer Hinsicht operiert der periphere Nationalismus Kataloniens nicht isoliert, sondern beobachtet andere periphere Nationalismen und separatistische Bestrebungen außerhalb des Landes und ist mit diesen in Kontakt. In Spanien sind die Entwicklungen im Baskenland unbestritten die wichtigste Referenz (vgl. S. 194f.).

Katalanismus von den Anfängen im 19. Jahrhundert bis zum Ende des Franquismus

Im Anschluss an die Einleitung, die Ansatz und Fragestellungen der Arbeit erläutert, wird die Ge­schichte und mithin auch die Emotionsgeschichte des Katalanismus chronologisch in drei Kapiteln abgehandelt (vgl. dazu im Detail das Inhaltsverzeichnis). Für das 19. Jahrhundert wird als kennzeichnend ein Regionalismus mit doppelten Identitäten und die Ko­existenz emotionaler Gemeinschaften herausgearbeitet (Kapitel II). Das folgende Kapitel (III) be­schreibt die Formierung des katalanischen Nationalismus ab 1898 im Kontext der spanisch-katala­nischen Geschichte bis zum Tode Francos 1975. Der Zeitraum umfasst die Monarchie bis zur Dikta­tur Pri­mo de Riveras, die Diktatur Primos (1923-1930), die Zeit der Zweiten Republik und des Bür­gerkriegs (1931-1939) und schließlich die lange Zeit der Franco-Diktatur (bis 1975). Es wird aufge­zeigt, dass der zentralistische spanische Nationalismus während der beiden Diktaturen den periphe­ren katalanischen Nationalismus nicht ausschalten konnte, sondern indirekt sogar eher bestärkte. Aschmann spricht von der «Dialektik von katalanischen Autonomieansprüchen und spanischem Nationalismus» (S. 68). Eine Art nationalistisches Hochschaukeln ist auch heute zu beobachten.

In den Jahren der Republik wurde zwar gleich anfangs eine kata­lanische Republik «in der Föderation iberischer Republiken» (1931) proklamiert (und nach drei Ta­gen wieder zurückgenommen) und 1934 ein katalanischer Staat «innerhalb der föderalen spanischen Republik» ausgerufen (und zehn Stunden später gewaltsam abgeschafft). Aber beide Vorstöße in Rich­tung Föderation realisierten sich nicht, waren nicht von Dauer und sehr spezifischen historischen Um­ständen geschuldet. Tatsächlich erreicht wurde während der Zweiten Republik ein Autonomiestatut für Katalonien. Dar­an konnte nach 1975 angeknüpft werden.

Während des Franquismus entwickelte sich innerhalb des Katalanismus, so die Autorin, der gegen die Diktatur gerichtete und die Katalanen einigende «katholische Katalanismus zur hegemonialen Kraft» (S. 101). Bemerkenswert ist auch die Schaffung starker zivilgesellschaftlicher Organisatio­nen wie Crist y Catalunya (1954) oder Òmnium Cultural (1961) bereits unter der Diktatur (vgl. S. 103, S. 107).

Katalanismus in der Demokratie 1975 bis 2010: Autonomismus und nation-building

In die Zeit von 1975 bis 2009 (Kapitel IV) fielen die Verfassungsgebung (1978) und der Aufbau des spanischen Autonomiestaats (vgl. zu den verfassungsrechtlichen Dis­kussionen das im Spaniene­cho besprochene Buch von Aschmann und Waldhoff). In der autonomen Gemeinschaft Katalonien regierte von 1980 bis 2003 eine bürgerliche Koalition mit Jordi Pujol als Regierungschef (Präsident der Generalitat). Als Pujolismo wird diese politischen Ära heute bezeichnet, die im Zeichen des institutionellen Ausbaus der Autonomie (S. 128) im Sinne eines nation-building (S. 133) stand. Das meint eine Katalanisie­rung der Sprachpolitik, der Me­dienpolitik, der Bildungs- und Schulpolitik, und nicht zuletzt des Geschichtsnarrativs.

Zentraler Baustein der Geschichtsrevision wurde das «katalanistische Opfernarrativ», das in seiner kürzesten Form aus dem Mund eines Unabhängigkeitsbefürworters lautet «Wir haben immer nur in die Fresse gekriegt» (vgl. S. 187). Diese Sicht spiegelt das Ressentiment, das sich aus (realen oder vermeintlichen) wiederholten Niederlagen und dauerhaften Ohnmachtserfahrun­gen und der Er­innerung daran speist. Ressentiments verbinden sich leicht mit aversiven Gefühlen. Für die katalani­sche Unabhängigkeitsbewegung spielte die Aktualisierung des «katalanisch antispanischen Ressen­timents» (S. 190) eine zentrale Rolle. Gemäßigt im Ton, aber unmissverständlich bemerkt Aschmann, dass sich auch Fachhistoriker daran beteiligten: «Die Bereitschaft, die kontinuierliche Unterdrückung durch ‹Spanien› für eine Tatsache zu halten, war umso größer, als professionelle Historiker das ihre dazu beitrugen, die The­sen zu plausibilisieren» (S. 187).

Im Jahr 2003 wurde das bürgerliche Parteienbündnis unter der Führung Pujols von einer linken Koa­lition unter dem Sozialisten Pasqual Maragall von der PSC (Partit dels Socialistes de Catalunya) abgelöst. Ein Ziel dieser Regierung war es, ein neues Autonomiestatut für Katalonien zu erwirken, in dem un­ter anderem Katalonien als «Nation» anerkannt werden sollte. Damit waren, wie Asch­mann es vorsichtig formuliert «überaus heikle Bereiche der spanischen Verfassung tangiert» (S. 151).

Da es keine Vorprüfung der Verfassungsmäßigkeit des auf den Weg gebrachten Autonomiestatuts gab, konnte das Statut, wenngleich mit erheblichen Veränderungen am Text, im spanischen Parla­ment angenommen werden, und nach einem positivem Referendum in Katalonien auch 2006 in Kraft treten. Nicht zuletzt von der konservativen Volkspartei (Partido Popular), die zu der Zeit in der Opposition war, wurde danach noch gegen das Statut vor dem Verfassungsgericht geklagt. Die höchstrichterliche Entscheidung zog sich bis 2010 hin. Einige Passagen des Statuts waren dem­nach nicht verfassungs­konform. «Das Scheitern des Versuches, Katalonien offiziell den Sta­tus einer ‹Nation› zuzuschreiben, bildete den Ausgangspunkt einer politischen Kehrtwende» (S. 160). Von da an war ein schneller Anstieg der Zahl der Unabhän­gigkeitsbefürworter zu verzeichnen.

Katalanismus in der Demokratie ab 2010: der Procés als Kind der Empörung

Vor allem ab 2010 stellte die katalanische Zivilgesellschaft ihre außerordentliche Organisationsfä­higkeit, ihr Mobilisierungspotenzial und ihre beeindruckende Kreativität unter Beweis. Ein Element waren die «subversiven Urnengänge» (S. 168) zwischen 2009 und 2011, bei denen fast 60 Prozent aller katalanischen Gemeinden darüber abstimmten, ob Katalonien ein «unabhängiger und demokrati­scher Sozialstaat innerhalb der Europäischen Union» werden sollte (vgl. ebd.). Ein anderes Element waren die Massendemonstrationen, die jeweils am Nationalfeiertag der Katalanen, der Diada, am 11. September stattfanden, und offenkundig Hunderttausende, bisweilen sogar mehr als eine Million Menschen auf die Straße brachten. Aschmann unterstreicht die Bedeutung dieser kollekti­ven emotionsgeladenen performativen Aktionen, also das aktive Dabeisein und Mittun, für das Ge­meinschaftsgefühl der katalanischen Nationalisten (S. 179). Zur Kreativität der Bewegung gehörte es auch, die Anschlussfähigkeit für nicht separatistische Teile der Bevölkerung und der Öffentlich­keit zu erhöhen. Die Forderung auf das «Recht zu entscheiden» (vgl. S. 168) wurde nicht nur von Unabhängigkeitsbefürwortern unterstützt.

Genauso wichtig, oder sogar noch wichtiger aus emotionshistorischer Perspektive war eine Trans­formation des emotional regime. Den zwei stärksten zivilgesellschaftlichen Organisationen Òmnium Cultural mit Muriel Casals an der Spitze und der neu gegründeten Assemblea Nacional Catalana (ANC) mit Carme Forcadell an der Spitze gelang es, so Aschmann, das emotional regime der Be­wegung zu revolutionieren und die «Revolution des Lächelns» (revolució dels somriures) auf den Weg zu bringen. «Dabei handelt es sich keineswegs um ein vermeintlich essentiell ‹weibliches› Ver­halten, sondern um eine gezielte Strategie dieser Frauen, anhand eines spezifischen Emotionsmana­gements dem katalanischen Nationalismus im In- und Ausland erhebliche Sympathiegewinne zu er­möglichen. Das erforderte eine strikte Abgrenzung von aggressiven Emotionen und Praktiken» (S. 174).

2012 war das Jahr, in dem die entscheidende Wende vom Autonomismus zum Separatismus Gestalt annahm und die nächste Drehung an der Unabhängigkeitsschraube erfolgte. Für diese Phase war das neuartige Zusammenspiel von separatistischen zivilgesellschaftlichen Organisationen und der Re­gionalregierung charakteristisch. Deren Präsident Artur Mas und dessen Partei hatten bis dahin für den Ausbau der Rechte und Kompetenzen der autonomen Gemeinschaft gestanden. Das Scheitern der Verhandlungen der Regionalregierung in Madrid über einen neuen Fiskalpakt, der für Kataloni­en ähn­lich vorteilhafte Bedingungen vorsah, wie sie das Baskenland bereits erreicht hatte (vgl. S. 182), werden zu einem Sinneswandel bei Artur Mas und zum Schulterschluss mit den separatisti­schen Kräften beigetragen haben.

Eskalation und Implosion des Procés

Die neue Phase der Eskalation, die bei Aschmann minutiös beschrieben wird, setzte dann nach der Diada 2012 ein, als Artur Mas «staatliche Strukturen für Katalonien» ankündigte und mit Diplocat im November 2012 einen «diplomatischen Dienst» Kataloniens ins Leben rief und für das Ende des Jahres Neuwahlen ankündigte, die plebiszitären Charakter haben sollten. Mit anderen Worten: die Wähler wurden aufgerufen, mit ihrer Stimmabgabe für eine der separatistischen Parteien, diesem Lager ein Mandat für weitere politische Schritte auf dem Weg der Abspaltung zu erteilen.

Einige wenige Hinweise genügen, um deutlich zu machen, dass der Procés von da an in vollem Gang war. Immer mehr Schritte wurden unternommen, die nicht oder nur schwerlich in Einklang mit der spanischen Verfas­sung zu bringen waren: 2013 proklamierte das Regionalparlament die «Souveränität» des katalani­schen Volkes, 2014 erfolgte eine Konsultation ohne bindenden Charakter (eine Art Surrogat für ein Unabhängigkeitsreferendum), 2015 wurde wieder eine Wahl mit plebiszitärem Charakter durchgeführt, im Juni 2016 wurde beschlos­sen, nun ein bindendes Referen­dum über die Unabhängigkeit durchzuführen, im September 2017 folgten Gesetze zur Vorbereitung der Unabhängigkeit, und im Oktober 2017 kam es zu dem Referendum und dem Ausrufen der katalanischen Republik.

Es folgte, was bereits oben angesprochen wurde. Aschmann spricht von einer «nachgerade ge­räuschlosen Implosion des Procés» (S. 240). Dass es kaum zu Gewalt kam und dass die zentralstaat­liche In­tervention friedlich verlief, wird mit dem emotionalen Regime, zu dem ganz entscheidend auch die Gewaltlosigkeit gehörte, erklärt, aber auch damit, dass die Separatisten über den Punkt der Unab­hängigkeitserklärung hinaus keine präzisen Vorstellungen über weitere Schritte und Vorge­hensweisen entwickelt hatten (vgl. S. 241). Dazu kam, dass auch die Zentralregierung inzwischen (nach ihrem gewaltsamen Einschreiten am Tag des Referendums am 2. Oktober) gelernt hatte, dass in den internationalen Medien veröffentlichte Bilder schlagender Polizisten ihrem Image schadeten. Aschmann gibt zu bedenken, dass es auch anders hätte kommen können: «Was passieren würde, wenn in der spannungsgeladenen Situation gewaltbereite katalanische und spanische Akteure aufeinanderträfen, war keineswegs ausgemacht» (S. 242).

Fazit und Schlussbemerkungen

Die Autorin liefert auf 250 Seiten die derzeit beste deutschsprachige Darstel­lung des politischen Katalanismus von seinen Anfängen bis zum Jahr 2020. Der Ton ist sachlich, die Darstellung konzis und die Sprache eingängig. Der gewählte emotionsgeschichtliche Ansatz be­währt sich als Leitfaden durch das dynamische Geschehen des Procés. Er dürfte auch geeignet sein, ein breiteres Publikum anzusprechen.

Im Ergebnis wird die katalanische Unabhängigkeitsbewegung aus verschiedenen Gründen kri­tisch gesehen. Rechtlich erscheinen die Verstöße der Separatisten gegen die Buchstaben der Verfassung von 1978 und die Missachtung von Entscheidungen des Verfassungsgerichts problematisch. Sachlich ist die Arbeit der separatistischen Kräfte am Narrativ der spanisch-katalanischen Geschichte problematisch, weil sie in mehreren Punkten als wissenschaftlich nicht haltbar nachgewiesen werden kann. Dazu kommen zwei kritische Punkte in Bezug auf das Demokratieverständnis der Separatisten, die sich selbst als vorbildlich demokratisch verstehen. Da ist zum einen die Kritik am mangelnden Respekt der Separatisten für die demokratischen Verfahrensregeln des katalanischen Parlaments (besonders in der heißen Phase des Procés 2016/2017). Zum anderen wird auf das demokratische Defizit der Bewegung hingewiesen, das darin liegt, dass sich die separatistischen Parteien auf Basis einer knappen Sitzmehrheit im Regional­parlament ermächtigt fühlten, für alle Katalanen (und alle Spanier) ­in einer so grundsätzlichen, die Zukunft betreffenden Angelegenheit, einseitig zu entscheiden.

Eine emotionsgeschichtliche Analyse, hier des Procés, sollte sich der Gefahr bewusst sein, spekulative Zuschreibungen von Gefühlen vorzunehmen, die empirisch kaum überprüfbar sind. Für den politischen Journalismus ist das kein Problem, für die Wissenschaft kann es dazu werden. Ein Beispiel: Welche Gefühle beherrschten Carles Puigdemont am Tag vor der Abstim­mung über die Unabhängigkeitserklärung vom 27. Oktober 2017? Nach Ansicht der Autorin «dürfte sich bei Puigdemont eine Konkurrenz der Ängste etabliert haben: Der Angst vor den politischen, sozia­len und ökonomischen Folgen der Unabhängigkeit standen die Befürchtungen bezüglich des eige­nen Karriereendes und das Unbehagen angesichts persönlicher Diffamierung gegenüber» (S. 235). Das mag so sein, aber wir wissen es nicht. Dazu kommt, dass das gewählte Gefühlslabel «Angst» auch eine suggestive Komponente beinhaltet. Von der Aussage her (der Angst vor den Folgen der Unabhängigkeit) hätte zum Beispiel auch von «Verantwortungsgefühl» gesprochen werden können, was einen anderen Klang gehabt hätte. Verantwortung wäre, auf den Procés und seine Protagonisten bezogen, wohl auch die politisch ergiebigere Kategorie.

Das Ziel der präzise fokussierten Studie, «die Eigenlogik von Emotionen zu analysieren und damit die Entwicklung zumindest retrospektiv zu verstehen» (S. 15), wurde erreicht. Gleichzeitig haben aber gerade die Einsichten in die Mechanismen der Eskalation den Wunsch erzeugt, noch besser und auf andere Weise zu verstehen, was die Personen, die sich in der Unabhängigkeitsbewegung engagieren, sozial, politisch und ökonomisch charakterisiert und motiviert. Dieses Desiderat soll abschließend an zwei Fragekomplexen verdeutlicht werden. Der eine betrifft das «antispanische Ressentiment», der andere die sozialen Faktoren, die eine Hinwendung zum Katalanismus begünstigen.

In dem Buch wird das «antispanische Ressentiment» und der sich daraus speisende Hass angeführt. Die Frage bleibt offen, gegen wen sich dieser Hass eigentlich richtet? Gegen die Regierung in Madrid? Gegen jede Regierung in Madrid? Gegen das politische System? Gegen die Spanier, die in Katalonien leben und Katalanen und Spanier sein wollen? Gegen alle Spanier? Bleibt das Ressentiment auf der rhetorisch-diskursiven Ebene oder manifestiert es sich auch im Alltagsleben in entsprechenden Praktiken? Lässt sich die (vermeintliche oder reale) Diskriminierung der Nicht-Separatisten durch die Katalanisten im Alltag nachweisen? Und andersherum gefragt: Wie schlägt sich die (vermeintliche oder reale) Unterdrückung der Katalanen durch den Zentralstaat im Alltag insbesondere der Separatisten nieder?

Dieser Fragenkomplex, der das Alltagsleben in Katalonien hinterfragt, verlangt empirische Untersuchungen, ebenso wie der zweite Fragenkomplex, der insbesondere auf den sozialen Hintergrund und die Interessen der Akteure zielt. Welche Personenkrei­se spricht der Separatismus an, und mit welchen ökonomischen Interessen ist er verbunden? Asch­mann gibt erste Hinweise, wo die Unabhängigkeitsbewegung stark ist: in einigen städti­schen Hochburgen wie Girona im Nordosten Kataloniens und in Gemeinden im Landesinne­ren (vgl. S. 169). Es wäre wünschenswert, hier weiter zu gehen, um die Struktur der Bewegung mit Blick auf Altersverteilung, Bildungsgrad, Einkommen und soziale Stellung zu ermitteln. Ist der radikale Katalanismus eher ein Mittelschichtenp­hänomen oder eine breite, sich aus allen Schichten speisende Bewegung? Wie ist die soziale Charakteristik derer, die keine separatistischen Parteien oder gar nicht wählen? Wie ist die Ein­stellung der ökonomischen Eliten und der mächtigen katalanischen Familien zum Procés und wie wirken sie auf ihn ein? Solche Untersuchungen sind freilich nicht primär von der Geschichtswissenschaft einzufordern, sondern von anderen Sozialwissenschaften und guten Journalisten. Wenn es solche Untersuchungen in Spanien und besonders in Katalonien schon gibt, wäre es außerordentlich verdienstvoll, ihre Ergebnisse auch in der deutschen Öffentlichkeit zu verbreiten.

Der Procés ist noch nicht zu Ende. Was die historische Arbeit von Birgit Aschmann eindrucksvoll gezeigt hat und was auch für die Zukunft des Konflikts im Auge zu behalten ist: Vieles ist noch möglich, und selbst das Unwahrscheinli­che kann nicht ausgeschlossen werden.


Birgit Aschmann: Beziehungskrisen. Eine Emotionsgeschichte des katalanischen Separatismus. Göttingen: Wallstein-Verlag 2021; ISBN 978-3-8353-3840-1

Der Text ist beim Verlag auch als E-Book im PDF-Format erhältlich